En España, la
insuficiencia cardíaca (IC) es considerada como la principal causa de hospitalización en pacientes de más de 65 años, y afecta a más de 770.000 personas y su prevalencia es más alta que la de los países de nuestro entorno. En torno a los 2.5000 millones de euros anuales del gasto sanitario global, suponiendo así el 3,8 por ciento, se destina a combatirla.
A la espera de la futura publicación por parte del Ministerio de Sanidad de la Estrategia en Salud Cardiovascular del SNS, ocho sociedades científicas, bajo el auspicio de la
Fundación Española del Corazón (FEC), se han unido para reclamar, a través de un manifiesto, un compromiso político en torno a la IC.
La Asociación Española de Enfermería en Cardiología (
AEEC), la Sociedad Española de Cardiología (
SEC), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (
Semergen), la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (
Semes), la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (
Semfyc), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (
SEMG), la Sociedad Española de Medicina Interna (
SEMI) y la Sociedad Española de Nefrología (
SEN) son las sociedades científicas que, junto a la FEC han presentado hoy en el Congreso de los Diputados, el manifiesto titulado “Objetivo 2025: Insuficiencia Cardiaca. Necesidades urgentes y garantías ante un problema sanitario de primer orden en España”.
“La sociedad no es consciente del fuerte impacto de la insuficiencia cardiaca en nuestro país, y eso se refleja en que, en los últimos años, no hayamos observado un impulso significativo de políticas públicas que prioricen la insuficiencia cardiaca como un problema de primer orden en España. Por ello nos parecía fundamental trasladar este consenso, respaldado por clínicos, enfermería y pacientes, a nuestros portavoces políticos en la Comisión de Sanidad”, explica
Carlos Macaya, presidente de la FEC.
Potenciar la atención de la persona con insuficiencia cardíaca
A través del manifiesto, las sociedades firmantes y las entidades adheridas
reclaman dotar a la IC de una consideración relevante y diferenciada, tanto en la Estrategia en Salud Cardiovascular del SNS como en los planes o estrategias autonómicas a desarrollar tras la publicación de la Estrategia Nacional. Por otro lado, para un óptimo abordaje de la enfermedad, consideran urgente la mejora y el incremento de la coordinación entre niveles asistenciales. “Esto se traduce en la necesidad de definición y establecimiento de criterios y vías rápidas de derivación entre
Atención Primaria (AP) y Cardiología/Medicina Interna/Nefrología/Urgencias, así como en la realización de protocolos de actuación y atención al paciente, consensuados entre todas las especialidades y la AP, para garantizar una continuidad asistencial y una atención de calidad coordinada”, afirma Macaya.
Asimismo, otro de los aspectos clave que destacan los expertos es potenciar la atención y el manejo de la persona con IC como paciente crónico. En este sentido, hacen hincapié en la importancia del seguimiento integral tras la hospitalización, no solo en la etapa de sospecha del diagnóstico.
En lo que respecta al tratamiento, apuestan porque este sea integral y combinado, ya que “solo ello permitirá una disminución del gasto sanitario y una mejora de la calidad de vida en términos de ingresos hospitalarios”.
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