El efecto placebo parece más complejo de lo que se pensaba. El ingenio de un investigador pone en cuestión que obedezca solamente a las creencias del paciente, ya que, según ha demostrado su trabajo, aun siendo consciente el enfermo de que se le administra una sustancia inocua presenta cambios en los síntomas atribuibles a su ingesta en esas condiciones.
“Estos resultados le dan la vuelta a nuestra comprensión del efecto placebo”, ha declarado Ted Kaptchuk, autor de la investigación y director del Programa de Estudios de placebo del Beth Israel Deaconess Medical Center, además de profesor asociado de Medicina de la Facultad de Harvard.
Según Kaptchuk, su estudio demuestra que el efecto placebo no es provocado siempre por la expectativa consciente de los pacientes sobre un medicamento supuestamente activo, sino que tomar una píldora en el contexto de la relación médico-paciente, incluso cuando se sabe que es un placebo, constituye todo un ritual que cambia los síntomas, pues activa regiones del cerebro que los modulan.
Kaptchuk y sus colaboradores del Instituto Superior de Psicología Aplicada (ISPA), de Lisboa, estudiaron a 97 pacientes con dolor lumbar crónico, un trastorno que provoca en todo el mundo más discapacidad que cualquier otra condición médica.
Tras un examen médico de todos los participantes, realizado por una enfermera especialista en el trastorno, los investigadores dieron a los pacientes una explicación de 15 minutos sobre el efecto placebo.
A continuación, los dividieron al azar en dos grupos. En uno de ellos, los pacientes siguieron su tratamiento acostumbrado; en el otro, se suministró a los pacientes un placebo, además del tratamiento que ya seguían. El frasco de píldoras de placebo llevaba una etiqueta que especificaba claramente lo que eran, y los participantes debían tomar dos de estas pastillas al día.
La gran mayoría de los participantes de ambos grupos (entre un 85 y un 88 por ciento) ya estaban tomando medicamentos (antiinflamatorios no esteroideos) para el dolor. Aquellos pacientes que tomaban medicamentos opioides fueron excluidos de la investigación.
A los participantes de ambos grupos se les obligó a no cambiar de dosis en sus medicamentos tradicionales ni hacer cualquier otro cambio de estilo de vida, como iniciar un plan de ejercicios o tomar un nuevo medicamento, con el fin de determinar el verdadero efecto del placebo ‘consciente’ sobre su dolor crónico.
Las estadísticas del alivio
Después de tres semanas de tratamiento con el placebo, el grupo que lo tomó informó de una reducción global del 30 por ciento tanto en su dolor habitual como en sus máximos de dolor, en comparación con el 9 por ciento y el 16 por ciento, respectivamente, de reducción que informó el otro grupo.
Asimismo, en los participantes que tomaron el placebo también se redujo en un 29 por ciento la discapacidad relacionada con el dolor. Los que recibieron el tratamiento habitual, en cambio, no informaron de ninguna mejoría en este sentido.
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