La
sanidad ha llenado el grueso de la agenda de
Alberto Núñez Feijóo durante buena parte de su trayectoria. El momento más determinante fueron los cuatro años en los que ocupaba la
dirección del
Instituto Nacional de la Salud (Insalud) tras la victoria electoral de
José María Aznar, en 1996. Más allá de preparar el camino para la
transferencia de competencias sanitarias a las comunidades autónomas que no contaban aún con sistema sanitario propio, el candidato a las
elecciones del 23-J, sumo esfuerzos para implantar el modelo de
fundaciones públicas hospitalarias. En esta entrega de '
El Dial de la Sanidad', conoceremos en profundidad todos los desafíos que supusieron aquellos años de la mano de quienes trabajaron codo con codo con el líder del PP.
Y es que Feijóo no estaba solo; bajo su mando trabajaban cuatro
directores generales con sus respectivas subdirecciones y equipos, cuyos proyectos supervisaba cada día letra por letra. Además, por encima de la capacidad decisora del
Insalud superditaba el Ministerio de Sanidad, con
José Manuel Romay Beccaría al frente. Quienes formaron parte del proyecto, describen al entonces director como un superior
riguroso y exigente pero, al mismo tiempo
tranasparente y cercano.
Retos de Feijóo en la Dirección del Insalud
El gallego aterrizaría en un Insalud que aún vivía los efectos de la gran
huelga médica de 1995. Entre las principales cuestiones a atajar, figuraban las
largas listas de espera en Atención Primaria o la equiparación de recursos entre los diferentes territorios bajo el ala de la entidad.
Por aquel momento, sólo siete autonomías habían asumido sus competencias sanitarias, por lo que el instituto tuvo que hacerse cargo de sus centros de salud, hospitales, Recursos Humanos y financiación hasta que se entregó el testigo a las diez comunidades restantes.
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Pero si hay un motivo por el que se recuerda la última legislatura del S.XX en el sector salud, es el intento de Feijóo por modernizar el ecosistema sanitario mediante las
Fundaciones Públicas Sanitarias. Esta tipología de organismos perseguía ofrecer una mayor autonomía gestora a los hospitales públicos, pero finalmente se vio truncado por las distancias en materia de contratación que les separaban del resto de centros y la férrea oposición sindical.
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