Con el
proceso electoral fijado en el horizonte, en este nuevo episodio de
'Desde mi atalaya', Julián Ezquerra reflexiona acerca de los inconvenientes que conlleva mantener el
sello político en todos los niveles sanitarios a la espera de un
gran pacto que aúne ideas y criterios, independientemente del color ideológico.
Conseguir una sanidad sin banderas es, en opinión de Ezquerra, una especie de utopía, necesaria, sin embargo en el avance hacia la mejora del
Sistema Nacional de Salud. Medidas como la ampliación de presupuesto o el fortalecimiento de las plantillas deben ser, afirma, una prioridad para los dirigentes, sin tener en cuenta el signo político o el potencial de estas a la hora de atraer el
voto.
Gestores sanitarios técnicos y no políticos
Esto incluiría la planificación exacta de los recursos por parte de un equipo de gestores formado por personal técnico y no político, para intentar preservar al máximo los intereses del sector, los de los
profesionales sanitarios -con unas condiciones laborales competitivas que eviten una posible
'fuga de cerebros'- y los propios pacientes -con unas
listas de espera reducidas-.
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Como punto de partida, el facultativo vuelve a poner sobre la mesa, como hizo en anteriores entregas, su apuesta por un
pacto por la sanidad guiado por las
necesidades urgentes del sistema y fraguado en el acuerdo de todas las partes para garantizar su durabilidad en los cambios de Gobierno tras las sucesivas elecciones.
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