Los comienzos siempre nos brindan
nuevas oportunidades para lograr nuestros objetivos. Hemos estrenado el
2022 y entre los propósitos que se marca la
Enfermería se sitúa
ganar el espacio y la visibilidad que nos merecemos.
Las enfermeras son esenciales para el sustento de la sociedad. Si existía alguna duda, la pandemia ha despejado toda incógnita y la Enfermería se ha erigido como un pilar fundamental en la contención frente a la covid. La lucha incansable en un contexto adverso, llegando a poner en riesgo nuestra propia integridad, nos ha otorgado el respaldo social, pero
necesitamos que ese apoyo se extrapole a las instituciones. Necesitamos que las administraciones, entidades nacionales e internacionales y cargos públicos nos permitan ocupar los lugares que nos corresponden.
Hemos alcanzado cotas de reconocimiento en el plano educativo. La UNESCO incluyó en 2013 la Enfermería en su Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (CINE). Un hito que supuso que nuestra profesión
tuviera una identidad propia y se desligase de la medicina para reconocerla como área de conocimiento especifica. Sin embargo, de nuevo, las instituciones se quedan cortas. Seguimos sin estar reconocidas en el ámbito de la investigación, denostando nuestro perfil científico y entorpeciendo el acceso a recursos económicos.
No hace falta mirar fuera de nuestras fronteras para comprobar la falta de consideración con las enfermeras. En casa también se nos ningunea. Hasta ahora, la entrada en el mundo académico se fundamentaba en unos criterios de evaluación específicos en cada una de las cinco ramas del conocimiento reconocidas (Artes y Humanidades, Ciencias, Ciencias de la Salud, Ciencias Sociales y Jurídicas, e Ingeniería y Arquitectura).
Esta aparente igualdad entre disciplinas pertenecientes a la misma rama nos perjudica. La reciente incorporación de las enfermeras al plano académico privilegia a candidatos de otras áreas de conocimiento englobadas en las Ciencias de la Salud. No es coherente que las próximas promociones de enfermeras estén formadas por profesionales ajenos.
"No es coherente que las próximas promociones de enfermeras estén formadas por profesionales ajenos"
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El 2021 nos ha traído una conquista en este aspecto. El Real Decreto 822/2021 modificó la organización de las enseñanzas universitarias en ámbitos de conocimiento en el que
la Enfermería sí tiene cabida de forma específica e independiente. Este paso abre la puerta a una revisión por parte de la UNESCO en su consideración sobre el cariz científico de la Enfermería y, por lo tanto, la financiación de actividades de I+D. A nivel nacional, podríamos esperar la reestructuración de las Comisiones de Acreditación de la ANECA,
dotando a la Enfermería de su propia comisión y criterios concretos.
No nos olvidemos que lo que está en juego no es solo un cambio en la nomenclatura o un reconocimiento testimonial.
Nos jugamos la viabilidad en el cumplimiento de las ratios de enfermeras. Paliar el déficit crónico del que adolece nuestro sistema sanitario solo se consigue con más alumnos en nuestras universidades públicas y docentes procedentes de la Enfermería. Nos jugamos mejorar la atención del paciente, la calidad asistencial de nuestra sanidad y la mejora de las condiciones laborales.
El catalizador del cambio es
la unión y la reivindicación. El empoderamiento de la enfermería empieza por nosotros.
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