Los
múltiples avatares que los médicos más veteranos hemos disfrutado y sufrido a lo largo de nuestra vida profesional,
han ido conformando nuestro criterio a través del cual nos pronunciamos con distintas y a veces contrarias opiniones. Unas veces han sido favorables, otras discordantes e incluso especialmente críticas sobre aspectos sanitarios que, en cualquier caso, dada nuestra vocación, entrega y abnegada dedicación,
hemos superado con especial buena voluntad ante cualquier rechazo del que se hubiera podido derivar una dejación de funciones.
Esto es por lo que
se nos valora con alto reconocimiento por gestores, usuarios y sociedad en general y se admite que la sostenibilidad del sistema tan reclamada por todos, se ha mantenido a pesar de deficiencias ajenas a nosotros.
Por nuestra exclusiva cuenta
hemos tratado de defender sueldos; puestos de trabajo en propiedad; incompatibilidades arbitrarias; deficientes recursos humanos, que hemos superado con funciones, que sin correspondernos, hemos realizado, sin caérsenos los anillos, con el único fin de sacar adelante procesos que finalizaran en bien del enfermo.
Todos
estos argumentos los han reconocido, los reconocen y los reconocerán los gestores, que si se les puede criticar no haber precisado con más rigor ciertas decisiones, que nos han perjudicado, no es menos cierto que a veces las circunstancias les han empujado a “equivocarse”.
El balance final a fecha de hoy, no puede ser negativo unilateralmente. Unas veces hemos sido unos u otros los grupos de médicos perjudicados, pero no se puede advertir intencionalidad en gestores médicos presionados, alicortados y últimamente maniatados con una situación económica ruinosa. Esta circunstancia penosa, derivada de una crisis brutal generalizada, en cierta manera se convierte en causa y efecto de una precipitada decisión al proceder a jubilaciones prematuras, que se han querido compensar con nuevas plazas de jóvenes interinos, que ahorraran buenas nóminas a la Administración, si bien se pierden recursos humanos de profesionales todavía jóvenes con mucho por resolver en la medicina.
A los
prorrogados con los que se ha incumplido un acuerdo tácito por no respetar las fechas establecidas, les deseo que recuperen sus honorarios previstos. Más difícil será la reincorporación a sus puestos, por razones obvias.
Espero que se llegue a acuerdos que nivelen los perjuicios por ambas partes.
Porque en ésta y otras situaciones parecidas,
pierden ambos y nadie se puede alegrar, alardear o atribuirse autorías que no le correspondan, pues ha habido gabinetes privados a los que en una primera instancia se les ha dado la razón y serán estos los que tengan que pedir la ejecución de sentencia.
Esperemos que todo se normalice y que los usuarios y la sociedad en general no piensen que por unas declaraciones desconsideradas y con cierto tono revanchista, el médico vaya a poner por delante el que le salga “caro” a la Sanidad el error; porque nosotros también somos perjudicados como parte de la sanidad que somos.
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