Cada año, cerca de 50.000 personas en España son víctimas de una parada cardíaca, 30.000 de ellas en el ámbito extrahospitalario, según la información facilitada por el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERCP). La asistencia que reciben estos pacientes durante los primeros minutos es clave para su supervivencia y evitar o reducir posibles secuelas.
Concretamente, cada minuto que pasa sin prestar la asistencia adecuada en esta situación reduce en un 10 por ciento las posibilidades de que la persona sobreviva, mientras que una intervención eficaz antes de que hayan transcurrido entre 3 y 4 minutos desde la parada incrementa en más de 50 por ciento la supervivencia y reduce las lesiones asociadas.
Y, frente a estos datos, el mensaje más importante que los profesionales queremos trasladar es que cualquier persona puede aprender a identificar con rapidez una parada cardiaca e iniciar precozmente las maniobras establecidas en la denominada cadena de supervivencia hasta que acudan los servicios de asistencia sanitaria profesional. El único requisito es recibir los cursos de formación básica en maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), que son la respuesta más adecuada para este tipo de emergencias, y el uso correcto de los desfibriladores semiautomáticos (DEA), que aseguran una desfibrilación segura y sencilla para aplicar por parte de personal no sanitario.
Formación y reciclaje de conocimientos
Hoy, 16 de octubre, conmemoramos el Día Mundial de Concienciación ante la Parada Cardíaca, que busca sensibilizar a la sociedad de ello, de la importancia de conocer las técnicas de primeros auxilios y soporte vital básico porque todos podemos convertirnos en el primer interviniente en una parada cardiaca en un domicilio o un espacio público y ayudar a salvar la vida que está en peligro. La concienciación de la sociedad es indispensable pero no todo está en manos de los ciudadanos.
Bajo el lema 'Todos los ciudadanos del mundo pueden salvar una vida con sus manos', esta jornada también espera despertar la implicación de las administraciones, que es imprescindible para que la educación en RCP llegue hasta los más jóvenes. De las autoridades depende la puesta en marcha de actividades de formación en toda la red de centros públicos y privados de enseñanza y extender a la población de todas las edades un plan formativo que les entrene para reconocer cuándo una persona requiere asistencia sanitaria urgente; aportar los datos necesarios a los servicios de emergencia en la llamada de aviso; aplicar adecuadamente las técnicas básicas en situaciones en los que la supervivencia de una persona pueda estar en riesgo y refrescar estos conocimientos transcurrido un tiempo determinado para actualizar estas habilidades y evitar su olvido.
Igual de esencial es la intervención de los gobiernos para expandir la experiencia positiva de las ciudades cardioprotegidas, que son aquellas que disponen de desfibriladores en instalaciones y espacios públicos concurridos y cuyos empleados han sido debidamente formados para activar la cadena de supervivencia en caso necesario. Dotar a las ciudades de desfibriladores disponibles en lugares estratégicos y la formación de personal para su uso y mantenimiento es una acción de protección de la salud pública en la que los gobiernos deben emplear todos los esfuerzos de financiación y de promoción, contando siempre con el asesoramiento y la colaboración de los Colegios Oficiales de Médicos para que la formación impartida y los procedimientos sean los óptimos.
"Si entre todos somos capaces de aumentar el porcentaje de personas que aprenden RCP, podríamos salvar entre un 15 y un 20% más de vidas"
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Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, nuestro deber está en
potenciar e impulsar todas las iniciativas dirigidas a la formación en este ámbito a todas las especialidades, para las que el conocimiento y manejo de las técnicas de soporte vital deben ser una competencia transversal de los médicos; a todas las profesiones sanitarias y a toda la ciudadanía, integrando a todos en el objetivo de reducir las muertes por parada cardiaca, que se estiman en 45.000 al año en España y superan a las producidas por accidentes de tráfico y por diferentes tipos de cánceres, y que son evitables si hay una causa reversible.
Si, entre todos: profesionales, administraciones y ciudadanos, somos capaces de aumentar el porcentaje de personas que aprenden las medidas de RCP, podríamos llegar a salvar entre un 15 y un 20 por ciento más de vidas en Europa, cada año, un porcentaje que también aumentaría en nuestro país. Este motivo es más que suficiente para insistir, hoy y todos los días, en ello.
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