La
relación médico-paciente se engloba dentro de un modelo de
relación humana que se remonta a los orígenes de la Medicina. Es un espacio de creatividad donde se intercambia
información, sentimientos, visiones, ayuda y apoyo. Es una
actividad moral que surge de la obligación del médico de
aliviar el sufrimiento y respetar las creencias y la autonomía del paciente.
La relación médico-paciente es el
núcleo fundamental del ejercicio de la Medicina, tiene un alcance universal y busca la
mejora de la salud y el bienestar de la persona. Esto es posible gracias al intercambio de
conocimientos y la toma de decisiones compartidas en un ambiente de
confianza. Esta es un componente inherente de la relación que puede ser terapéutica en sí misma.
La Medicina es grande por el
sentimiento humanista que tiene y por esa capacidad del médico para asumir y hacer suyo el
sufrimiento y el dolor de los demás. “Si puedes curar,
cura. Si no puedes curar,
alivia. Y si no puedes aliviar,
consuela”. Esta es la figura del médico.
Desde del 15 de junio de 2016, y a propuesta del
Dr. D Patricio Martínez, ex Secretario de CESM (
Confederación Estatal de Sindicatos Médicos), el
Foro de la Profesión Médica en Asamblea General aprobó impulsar y promover la solicitud de que la
Relación Médico Paciente sea declarada
Patrimonio Inmaterial y Cultural de la Humanidad por parte de la
Unesco.
En esta petición, el
valor de la misión médica converge en una
alianza con el paciente, y con el resto de los agentes sanitarios, para
dignificar la existencia humana allí donde la vida es más frágil y dependiente. El mundo de la salud, al que pertenecemos, es el lugar más emblemático de la condición humana, de las grandes
esperanzas de la humanidad, y en el que son tan necesarios
valores universales e intemporales tales como la integridad, la compasión, el altruismo, la calidez afectiva y el
trato digno a la persona enferma y necesitada. Son estos valores los que acompañan la
legitimidad social del médico, en un momento en el que el escrutinio que nuestra actividad recibe de la sociedad es muy exigente, incorporando además una mayor exigencia de resultados y todo ello al menos coste posible.
"El valor de la misión médica converge en una alianza con el paciente, y con el resto de los agentes sanitarios, para dignificar la existencia humana allí donde la vida es más frágil y dependiente"
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Desde la Profesión Médica hoy entendemos el
profesionalismo médico como un valor de servicio incondicional a los pacientes y a la propia sociedad. Esto significa no solo la exigencia de una práctica asistencial técnicamente competente, sino también, y de forma preferente, la
asunción de valores y compromisos de ejemplaridad personal como la integridad, la honestidad intelectual, la compasión, la humanización y calidez en el trato, todo ello como expresión de una
vocación de servicio”.
Por eso, para cumplir con la responsabilidad primaria de la Profesión Médica al servicio de los pacientes, es necesario promover la justicia social. Claramente ello implica asegurar la distribución equitativa de los recursos para garantizar que
todos tengan acceso a la atención sanitaria adecuada, porque las obligaciones del profesionalismo éticamente persuasivo y socialmente responsable se extienden mucho más allá del lugar de encuentro asistencial.
Revisión del concepto social del paciente
Tenemos asimismo muy presente la revisión del concepto social de paciente. Un paciente más activo, que exige deliberación, decisiones compartidas y competencia de servicio personalizado, en una
sociedad plural, pluralista y multiétnica que demanda una atención de calidez y calidad.
La agenda sanitaria preferente desde el Profesionalismo Médico hace referencia a las nuevas formas asistenciales y de atención a la salud para los
pacientes crónicos,
pluripatológicos y frágiles, al uso intensivo de la
medicina personalizada y de precisión, a los equipos multidisciplinares integrados y coordinados, al
principio de autonomía y de responsabilidad profesional en el uso apropiado de los recursos, a las buenas prácticas y transparencia respetuosa y compasiva hacia los pacientes y al apoyo a las
nuevas tecnologías aplicadas a los
procesos asistenciales. Por eso resulta paradójico que cuando más necesaria resulta una
Atención Primaria potente, para compensar y articular la pluripatología y la fragilidad de muchos pacientes, más se abandona a la Atención Primaria a su suerte.
Apoyo de la Asociación Médica Mundial
En este complejo y difícil cometido, fue determinante a mi entender, el apoyo recibido por la
Asamblea de la Asociación Médica Mundial (AMM) del 2020 (Asamblea virtual) en la conocida como
Declaración de Córdoba sobre la Relación Médico Paciente. En el apartado de recomendaciones destacan principalmente las que instan a todos los agentes implicados (gobiernos, autoridades de salud, asociaciones médicas, médicos y pacientes) a defender, proteger y fortalecer esta relación, en base a una atención de calidad, como un
patrimonio científico, sanitario, cultural y social, y muy especialmente la que pide a los miembros constituyentes de la AMM y a los médicos que defiendan este modelo de relación como núcleo fundamental de todo acto medico centrado en la persona, que
defiendan la profesión médica y sus valores éticos, incluida la compasión, competencia, respeto mutuo y autonomía profesional y apoyar la atención centrada en el paciente.
"Resulta paradójico que cuando más necesaria resulta una Atención Primaria potente, para compensar y articular la pluripatología y la fragilidad de muchos pacientes, más se abandona a la Atención Primaria"
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Son muchos los
riesgos a los que se ve sometida la relación medico paciente: sociológicos (exigencias desmedidas, medicalización de la vida, etc.), de organización y funcionamiento (inestabilidad laboral y fragmentación asistencial,
burocratización, estilo gerencial, etc.), los derivados de nosotros mismos (desequilibrio en la formación académica, superespecialización, vulnerabilidad-medicina defensiva, dificultades de realización personal, sobrecarga y desgaste, etc.), derivados del paciente (desconfianza,
falsas expectativas, etc.) y las derivadas de las tecnociencias, y por lo tanto deben ser prioritarios los esfuerzos para protegerla.
No hacer nada no es una solución. No habremos aprendido de las
lecciones que la pandemia de la Covid-19 nos hizo ver con toda crudeza y dura realidad. Pero especialmente perderemos la ola impulsora que miles de ejemplos de tantos compañeros/as, dejaron en nuestras retinas y en la percepción social de
una profesión que centra al paciente, como razón y esencia del profesionalismo que nos define y anima, y a los que la milenaria relación médico-paciente aporta la necesaria seguridad de una
fidelidad insobornable e incondicional.
Porque el profesionalismo médico actual es, posiblemente, uno de los pocos y
últimos bastiones que tiene el enfermo grave, sin recursos, excluido y desamparado, para aspirar a un mínimo de salud, calidad de vida y dignidad humana:
Relación Médico-Paciente Patrimonio Inmaterial y Cultural de la Humanidad.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.