Cuando la realidad se constata con cifras
se toma conciencia de ella. En España, la depresión del trabajador
se lleva un 1 por ciento del producto interior bruto (PIB), una cantidad que hace pensar en la necesidad de tratarla mejor no solamente por el bienestar de los pacientes, sino también
por el sostenimiento y la eficiencia del sistema.
Todo ello se deduce de las declaraciones del presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental,
Miquel Roca, en
una entrevista que expone en estilo indirecto el diario El Mundo.
Según
Roca, los estudios clínicos han descubierto que
la crisis económica global iniciada en 2008 se relacionan
con un aumento del síndrome depresivo. Y también alude a la incidencia de los suicidios, de los que se recuerda que, en España,
superan en número a los fallecidos por accidentes de tráfico.
El texto, que firma la periodista
Jackeline Beltrán, apunta en su último tramo a las empresas, donde todavía se hace muy difícil
la atención personalizada de las personas con depresión por varias razones.
Entre otras, la reticencia del propio contratado –y de sus compañeros y superiores– a reconocer que se padece la enfermedad, a menudo confundida con “una debilidad” o con una serie de comportamientos inespecíficos
como la falta de atención y de concentración.
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