Cincuenta años después, las víctimas de la talidomida no alcanzan justicia. Sus expectativas han quedado frustradas después de que el Pleno de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo haya confirmado que finalmente no recibirán indemnización alguna por parte de Grünenthal, el laboratorio que comercializó el fármaco en la década de los 50 y que no pagará, al menos por el momento, a los afectados en España, dado que tal derecho “ha prescrito”.
‘El Supremo rechaza indemnizar a las afectados por la talidomida’ es el titular más repetido entre la prensa generalista, que en la inmensa mayoría de casos ha considerado injusta la tan esperada decisión. Así lo recoge el diario
El Mundo, mencionando ‘la enorme decepción de los afectados que se habían reunido desde primera hora de la mañana en las puertas del Alto Tribunal’.
Acompaña además la información con una cronología que, desglosada en años, ayuda a entender la historia que acompaña a este fármaco ‘maldito’.
El País lleva además el asunto a la portada de su versión escrita con el título ‘Los daños de la talidomida no se indemnizarán’ y rescata un amplio fotorreportaje que recoge las historias de varias víctimas españolas agrupadas con el nombre de ‘Prescritos’.
“El Supremo deja abierta la puerta, como ya hizo la Audiencia provincial, a futuras reclamaciones civiles”, aclara no obstante la cabecera, dejando espacio para las declaraciones del presidente de Avite, Rafael Basterrechea, quien declaró sentirse “avergonzando de ser español”.
‘El daño de la talidomida ha prescrito’ enseña
ABC, mientras
La Razón elige unas declaraciones de José Polo, vicepresidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, quien manifiesta que “La malformación no prescribe, es para toda la vida”.
Por su parte,
La Voz de Galicia acude al testimonio de uno de los afectadas, Benito Polo, quien denuncia que “Ningún afectado lleva una vida digna y el 90 por ciento carecen de brazos o piernas” y reserva en la sección de opinión un breve artículo de carácter crítico que reza ‘Demasiado tarde’. Mismo tono empleado por el diario
Público, que tilda el caso de ‘escándalo crecido por la pasividad política’.
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