Que la
corrupción política tiene un alto índice de impacto en la calidad de los servicios públicos y en la confianza de las instituciones entra dentro de lo esperado, pero no tanto que esté relacionado con el
consumo de determinados productos farmacéuticos, como los
antibióticos.
Según un estudio publicado en la revista
Health Policy, existe relación entre la percepción de corrupción social y el abuso de antibótico: “
en las regiones europeas donde la corrupción es mayor también es mayor el consumo de antibióticos”, indica
El Confidencial.
Uno de los autores,
Víctor Lapuente, explica que hay una relación significativa y constante entre ambas cuestiones: “el porcentaje de la población que declaró haber consumido antibióticos en el año anterior era significativamente más bajo en las regiones con niveles bajos de corrupción, tanto medida según la percepción de corrupción en el sector sanitario como según la experiencia directa con sobornos”.
Lapuente apunta que, aunque todavía queda por analizar la causa de esta relación, puede deberse a que "por el lado de la oferta, es posible que las compañías farmacéuticas encuentren
más vías de presión para que los profesionales sanitarios prescriban sus medicamentos en los países donde la corrupción y los
sobornos son más habituales; por el de la demanda, que los pacientes pidan medicamentos sin receta y sigan
tratamientos defectuosos o incompletos".
El estudio no analiza países, sino regiones, y "hay pronunciadas diferencias entre regiones del mismo país, como por ejemplo
el elevado consumo de antibióticos de Cataluña y el bajo consumo en el País Vasco. El panorama que emerge de estos hallazgos es por tanto más detallado que la imagen convencional de que los ratios de uso y resistencia de los antibióticos se mantienen bajos en los países del
norte de Europa mientras que alcanzan niveles alarmantes en
el centro y el sur de Europa”.
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