No dudamos de la necesidad de reforzar y profundizar en criterios de optimización de recursos, de eficacia y eficiencia, pero ninguno de estos elementos cumpliría su finalidad si de su aplicación deriva un deterioro de la prestación sanitaria y, cambian, a peor, las condiciones laborales de los profesionales.
Creemos firmemente que una de las líneas de actuación necesarias es la de mejorar el funcionamiento de nuestro Sistema Nacional de Salud, avanzando en la profesionalización de la micro y mesogestión de las instituciones sanitarias y sociosanitarias. Pero no se puede avanzar en esta línea, cuando se expresan las razones con medias verdades (que suelen ser la peor de las mentiras), escudándose en un supuesto profesionalismo, cuya única intención es justificar al jefe político.Que la afluencia a urgencias hospitalarias es multifactorial es algo evidente y con lo que estamos totalmente de acuerdo, pero nos referiremos al caso del complejo hospitalario de Toledo, del que es gerente el aludido, y donde los colapsos en las urgencias no son solo consecuencia del incremento estacional de algunas patologías, sino que se vienen sucediendo con demasiada regularidad desde hace tiempo. Para explicar lo que realmente sucede han de tenerse en consideración las siguientes circunstancias que el señor Arenas oculta, y que es preciso exponer :
1º.- Se ha querido achacar a la gripe esta situación, y así lo han trasmitido los responsables de la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha. Sin embargo, sus propios informes epidemiológicos lo desmienten al confirmar que la incidencia de esta enfermedad en el área sanitaria de Toledo estaba en unos niveles muy por debajo de la media regional, si no de la nacional, y que en circunstancias normales el hospital podría haber asumido sin mayores problemas. Afirmar que "no tiene que ver con los recortes" el tener los pasillos de urgencias llenos de pacientes que no tienen la mínima intimidad y están así -con estancias de hasta 24 y 48 horas- por no haber disponibles camas de hospitalización como ocurre en el hospital de Toledo, nos parece que es intentar confundir a la opinión pública y tratar de considerar como inevitable aquello que desde una adecuada gestión sí lo es.
2º.- El complejo hospitalario de Toledo cuenta en la actualidad con las mismas camas que en 1974, cuando la población del área sanitaria es ahora (437.000 hab.) prácticamente el doble que entonces. Por esa circunstancia el Gobierno anterior emprendió la tarea de hacer un nuevo Hospital, cuyas obras llevan paradas desde junio de 2011, no por paradojas de la vida ni por la crisis -ya que tenía plenamente garantizada sus financiación- sino por una decisión política consciente, que además concluía en hacer un hospital de similares dimensiones, en cuanto al número de camas, al actual, y con un área de urgencia absolutamente insuficiente para las necesidades reales.
3º.- El complejo hospitalario de Toledo, a pesar de esta manifiesta insuficiencia, mantenía cerradas, aún en plena crisis y colapso de las urgencias, en torno a cien camas -la capacidad de un hospital comarcal- desde hacía varios meses, y que solo fueron abiertas tras las denuncias públicas, la presión y la evidencia.
4º.- Que difícilmente se puede atajar el problema desde la atención primaria y domiciliaria como señala el señor Arenas, cuando desde junio de 2011 se ha prescindido del 15% de los efectivos sanitarios de la región; no se cubren, por lo general, ni las bajas laborales, ni se reponen ni se tiene la intención de reponer las 1.323 bajas por jubilación en el Plan 2011-2015 puesto en marcha por el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam). O cuando se han disminuido considerablemente las plazas residenciales socio-sanitarias y los servicios sociales. Por tanto, sí influyen los recortes.