La tenacidad del
Ministerio de Hacienda ha traído a primer plano si la
asistencia a congresos médicos financiados por la industria debe considerarse
pago en especie o como ahora ser fiscalmente opaco. Las opiniones dependen obviamente del cristal con que se miren aunque desde la industria farmacéutica y los médicos frecuentadores de congresos parece haber unanimidad en que siempre se ha hecho así y se debe seguir haciendo, limando en todo caso los no muy lejanos excesos turísticos.
Entre los argumentos de los colectivos médicos opuestos a la medida, siempre se aduce que la
formación continuada del médico se ha dejado en manos de la industria (lo que para cualquier observador externo no parece muy racional ni edificante) y que si el empleador público quiere modificar esta situación debería financiar esta formación.
El tema parece estar encauzado según las últimas noticias, al pasar del inexorable nivel técnico al plano político, mucho más influenciable por las
presiones sectoriales. No obstante, la formación de los profesionales sanitarios públicos por parte del Estado es algo que merece una consideración detenida. Por mi parte puedo aportar la experiencia de un sector pequeño pero significativo: el de la donación de órganos, tejidos y células para trasplante.
En los comienzos de la
ONT la situación no era distinta a la de otras partes del sistema. Las multinacionales apoyaban a los trasplantadores prescriptores de sus productos y se iniciaba tibiamente el soporte a la prioridad de la ONT: la
donación de órganos. Pronto se vio que aquello tenía un recorrido limitado. Los profesionales que a nosotros nos interesaban (intensivistas, urgenciólogos, enfermería…) no prescribían
inmunosupresores y el argumento de que a más donación más trasplantes era demasiado complejo para un “product manager” que busca resultados inmediatos.
Por ello, desde los inicios de la ONT
decidimos dedicar el presupuesto de subvenciones dedicadas a la donación y el trasplante a la formación de profesionales aparte el mantenimiento de la infraestructura de coordinación autonómica y hospitalaria en la que se basa la ONT.
No fue una decisión fácil ni gratuita. Tradicionalmente este tipo de fondos, se dedicaban a otros menesteres según directrices del
ministro de turno (yo he tenido que tratar con 16). En otros campos sanitarios eran (y son) las asociaciones de enfermos, profesionales o usuarios, quienes optaban a los mismos para
fines no muy bien definidos
pero que en buena parte podrían definirse sin temor a equivocarse como
“fondos de reptiles”.
Nosotros renunciamos a esta pintoresca práctica de
compra de voluntades y sacamos a concurso público con el acuerdo y supervisión de las comunidades y el informe técnico ineludible de la ONT todos los recursos, muchos o pocos de que dispusimos a lo largo de las casi tres décadas de vida de la ONT para atender a unas prioridades que marcábamos nosotros con un
criterio estrictamente profesional y técnico.
El resultado es que más de
18.000 profesionales han pasado por los cursos organizados conjuntamente por entidades oficiales y profesionales a lo largo de estos 28 años. Los acuerdos con sociedades científicas como la
Semicyuc han permitido formar a todos sus residentes (mas de 1000 en los últimos 9 años) en donación y trasplantes o a más de 7.000 profesionales de urgencias y emergencias en 214 cursos organizados en toda España evidentemente a un coste muy inferior al de mercado.
Aspectos como la donación de médula se han difundido gracias al acuerdo con la
Asociación Española de Hematología y Hemoterapia y otros muchos ejemplos que al igual que lo que ocurre con las enfermedades raras, no habrían recibido la más mínima atención de las farmacéuticas al no encontrar en ellas un nicho de negocio.
Desde hace muchos años las cosas están muy claras:
en estos cursos no cabe colaboración ni presencia alguna de la industria farmacéutica. La ONT los financia y marca las prioridades en fondo y forma, sin interferencias interesadas. Solo así se puede marcar el camino y gestionar adecuadamente y con plena libertad el sistema.
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