Opinión

Crónica de un fiasco anunciado


Rafael Matesanz, fundador y exdirector de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT)
Una mirada crítica

08 marzo 2021. 10.10H
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Sabemos que nos mienten
Ellos saben que mienten
Ellos saben que sabemos que nos mienten
Sabemos que ellos saben que sabemos que nos mienten
Y sin embargo, siguen mintiendo


Aleksandr Isayevich Solzhenitsyn

Estas palabras de Solzhenitsyn, dirigidas en su momento a los dirigentes soviéticos que le amargaron la vida como a muchos otros millones de personas, podrían aplicarse actualmente a más de un gobierno o institución (dejo a cada cual que lo concrete con quien le parezca más adecuado). Yo voy a utilizarlas para hacer unas cuantas reflexiones sobre el decepcionante informe de la delegación de científicos internacionales enviados por la OMS a Wuhan para analizar los orígenes de la pandemia. Antes que nada, debo decir que la relación me la sugirió una persona anteriormente ligada a la OMS durante años y poco sospechosa por tanto de no conocer cómo funcionan estas cosas.

La rueda de prensa con la que finalizó la visita a China de la delegación de la OMS, tras muchos meses de retrasos injustificados por parte del país anfitrión fue la guinda a una larga serie de despropósitos por parte del gobierno chino que comenzaron en los inicios de la pandemia, ocultados tanto al exterior como a sus propios ciudadanos, represaliados cuando anunciaron los primeros casos. Sus resultados fueron definidos al día siguiente por el New York Times como “un triunfo en toda regla para las relaciones públicas chinas”. La revista Nature publicaba su análisis sobre los datos ofrecidos por el organismo internacional bajo el título "Los mayores misterios siguen sin ser resueltos".

"Estados Unidos tiene razones para creer que varios investigadores de Wuhan enfermaron en otoño de 2019, antes del primer caso identificado del brote, con síntomas consistentes de Covid-19"

Efectivamente, todo lo que ha concluido la comisión es que, como ya se sabía, se trata de un virus presente en los murciélagos, que posiblemente haya saltado a la especie humana a través de un animal intermedio tampoco identificado por la comisión. China ha conseguido que se considerase “altamente improbable” que el virus pudiera haber surgido accidentalmente del Instituto de Virología de Wuhan (WIV), una teoría basada en las dudas manifestadas en 2017 por un consultor norteamericano sobre su seguridad. El Departamento de Estado norteamericano decía textualmente a principios de este año: "El Gobierno de los Estados Unidos tiene razones para creer que varios investigadores dentro del WIV enfermaron en otoño de 2019, antes del primer caso identificado del brote, con síntomas consistentes tanto con Covid-19 como con enfermedades estacionales comunes”.

Las primeras notificaciones oficiales a la OMS se produjeron el 31 de diciembre y el 12 de enero se comunicó a este organismo la estructura del virus. China sostiene que los primeros casos se registraron el mismo mes de diciembre, pero muchos investigadores sostienen que el virus estaba circulando mucho antes. Las inverosímiles cifras de mortalidad dadas en su momento por las autoridades chinas, en franco contraste con lo que mostraban signos indirectos recogidos tras el fin del confinamiento, como el número de urnas funerarias entregadas a los familiares, los datos obtenidos por satélite sobre la frecuentación de los hospitales de la zona o el descenso de las líneas telefónicas móviles funcionantes, no contribuyen a dar credibilidad a ninguno de los datos gubernamentales.

La versión sobre el origen del coronavirus que interesa a China


Lo cierto es que la OMS dejó la puerta abierta a apoyar la versión que más ha perseguido el Gobierno de Xi Jinping desde el comienzo de la crisis sanitaria: "Que no puede descartarse que el virus naciera fuera de las fronteras chinas y llegara al mercado de Wuhan en algún alimento congelado en el extranjero". Esta es una hipótesis que los científicos de todo el mundo consideran altamente improbable, pero que cuadra perfectamente con los deseos chinos de quitarse cualquier responsabilidad en la génesis y difusión de la pandemia. Incluso la confirmación de la teoría del animal intermediario, perfectamente probable por la variedad de ellos presentes en el mercado de Wuhan y sus penosas condiciones higiénicas, sería para ellos reconocer que el virus se originó allí, algo que quieren evitar a toda costa.

"La errática dirección de la OMS y su debilidad ante los intereses de los grandes países, especialmente China, la hacen muy vulnerable y limitan enormemente su utilidad"

Recientemente, el 'Wall Street Journal' reveló que China se negó a proporcionar a los investigadores de la OMS los datos individualizados para entender cómo los primeros pacientes habían contraído el Covid-19, una práctica habitual en cualquier investigación epidemiológica. Se limitaron a ofrecerles un resumen y análisis de los casos, elaborados por las autoridades chinas. Los Estados Unidos no están dispuestos a cerrar el tema y optan por seguir investigando con los medios a su alcance para esclarecer lo ocurrido. El propio director general de la OMS ha calificado a la misión de “importante ejercicio científico en circunstancias muy complicadas” y ha afirmado que a día de hoy ninguna hipótesis está cerrada. Lo único claro es el fiasco de la delegación científica, al menos en sus primeras conclusiones.

En un plano mucho más pequeño, aunque si de gran relevancia en cuanto a la imagen internacional de la República Popular China, tuve ocasión de observar el papel de la OMS en el tema de la utilización de órganos de miles de presos ejecutados para trasplantar pacientes tanto locales como extranjeros tras el pago de cuantiosas sumas. Aún con el propósito y objetivo explícito de acabar con el problema, la actitud condescendiente durante años para con las autoridades chinas del organismo internacional, causaba verdadero rubor.

Está claro que si la OMS no existiera, habría que inventarla, pero su errática dirección y su debilidad ante los intereses de los grandes países, especialmente China, la hacen muy vulnerable y limitan enormemente su utilidad en situaciones de emergencia como la que vivimos. La comunidad internacional debe replantearse su papel, estructura y financiación porque la globalización, el cambio climático con todo lo que ello implica y la evolución general del planeta hacen cada vez más necesario un organismo mundial que realmente funcione.
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