Opinión

El "Know How" de la ONT


Rafael Matesanz, fundador y ex director de la organización nacional de trasplantes
Una mirada crítica

21 octubre 2020. 10.30H
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A estas alturas de la pandemia, quedan pocas dudas sobre la muy deficiente gestión llevada a cabo por el Ministerio de Sanidad, sobre todo en las fases iniciales, que lamentablemente se ha visto complementada por la no menos deficiente actuación de algunas comunidades (no todas), que nos ha llevado a la complicada situación actual.
Por otra parte, es bien sabido que la Organización Nacional De Trasplantes (ONT) asienta sobre un modelo de gestión integral descentralizado basado en estructuras horizontales o trasversales, más complejas de gestionar pero mucho más eficaces que las anticuadas dinámicas basadas en la jerarquía o la burocracia.

"¿Qué habría pasado si desde el minuto cero España hubiera dispuesto de un organismo coordinador con la filosofía y la forma de trabajo de la ONT y tan eficiente como ella, solo que centrado en la salud pública?"

Aunque los objetivos sean radicalmente distintos, creo que puede resultar un ejercicio de interés imaginar qué hubiera ocurrido si se hubiera dispuesto desde el minuto cero de un organismo coordinador con la filosofía y la forma de trabajo de la ONT y tan eficiente como ella, solo que centrado en la salud pública (que podría ser el añorado y nonato Centro Estatal de Salud Pública). ¿Qué es lo que se habría hecho diferente a cómo se ha actuado?

Lo primero que se habría hecho distinto en un tema que necesita de la colaboración trasversal de tanta gente es buscar la participación, el consejo y el acuerdo de expertos en todas las áreas involucradas (desde epidemiólogos a gestores sanitarios pasando por médicos de familia, de infecciosas, de urgencias…), a quienes se deben exponer y consultar cuantas decisiones relevantes haya que ir adoptando. La historia del comité ministerial que nunca existió es uno de los mayores sinsentidos de todos estos meses.

Aunque las grandes decisiones siempre tengan que pasar lógicamente por las autoridades políticas, la coordinación ministerio - comunidades autónomas habría recaído en la estructura técnica del organismo y así se habría mantenido como un pilar irrenunciable de la gestión de la pandemia. Una de las claves de nuestro sistema de trasplantes es contar en cada comunidad con el coordinador autonómico, una persona de referencia a medio camino entre lo profesional y lo administrativo y perfecto conocedor de la materia que trata.

El amateurismo en la gestión de la crisis del coronavirus


Existe además una red de expertos en cada hospital liderados funcionalmente por la ONT y que son los que llevan a cabo los distintos procesos necesarios para que todo funcione. Ello permite una relación de colaboración mucho más fluida y una traslación eficaz de los acuerdos adoptados evitando en todo momento el amateurismo que tanto ha abundado en esta crisis. No en vano uno de los aspectos más apreciados de la ONT, en gran medida por lo insólito, es haber conseguido que las 17 CCAA vayan en la misma dirección perfectamente coordinadas sin que las diferencias políticas influyan en las decisiones adoptadas. Muy probablemente el tan deseado Centro Estatal de Salud Pública debería tener una estructura similar.

Se habría diferenciado claramente el plano técnico del meramente político, evitando a toda costa una larga lista de decisiones o mensajes aparentemente técnicos, pero que en realidad obedecieron estrictamente a directrices políticas. Tanto el ministerio como algunas autonomías han hecho uso y abuso de esta práctica de manera irresponsable. No hay más que observar el bochornoso choque de trenes entre el gobierno central y a comunidad de Madrid para encontrar un ejemplo clamoroso.

También la comunicación, un tema importantísimo ya que la confianza de la población es fundamental para ganar su colaboración, habría sido radicalmente diferente. Los mensajes habrían sido claros, concretos, siempre en una misma línea y sin contradicciones, coordinados además con la red autonómica para confluir todos en la misma dirección. Aunque la disponibilidad habría sido máxima, las intervenciones se habrían dosificado, centrándose en los momentos con algo nuevo o importante que comunicar. Y, sobre todo, el portavoz habría tenido que ser alguien con credibilidad y lo suficientemente independiente como para no ejercer simplemente de correa de transmisión de las autoridades políticas.

Estadísticas del coronavirus


Las cifras estadísticas, fundamentales para gestionar cualquier asunto y desde luego una pandemia como ésta habrían quedado claras y consensuadas desde el principio y serían rápidas, completas y fiables. Desde luego nunca habrían sido incompletas, contradictorias, erróneas, cambiantes o simplemente maquilladas, todo lo cual es incompatible con un mínimo de credibilidad en el proceso.

Se habría llevado a cabo una evaluación continua de las acciones realizadas, tal y como se viene haciendo con los programas importantes en la gestión de la ONT. Desde luego no habríamos repetido hasta la saciedad eso de “Tiempo habrá …” cuando alguien sugiriera que habría que evaluar las actuaciones realizadas. Simplemente las habríamos evaluado.

"Si hubiéramos tenido una estrategia clara, no nos habríamos escudado en la OMS para explicar a posteriori errores o retrasos en las tomas de decisiones"

Habríamos diseñado con los expertos nuestra propia estrategia, teniendo muy en cuenta desde el primer momento la de los países que habían afrontado ya la llegada del virus a principios de marzo, como los asiáticos y sobre todo Italia por sus evidentes semejanzas y proximidad, bien para aprender de sus aciertos o para evitar sus fallos. No nos habríamos escudado en la OMS para explicar a posteriori errores o retrasos en las tomas de decisiones.

Este organismo, como otros internacionales está compuesto por distintos países y entre ellos, los hay que se adelantan a los hechos y van marcando la pauta que seguirán los demás, y los hay que simplemente esperan pasivamente a que les lleguen las instrucciones que no siempre son las más correctas ni llegan a tiempo. Toda la política de trasplantes de la OMS estuvo y sigue estando marcada por la ONT y fueron nuestras líneas de actuación las que se transmitieron a todo el mundo a través de este organismo. Nadie nos las tuvo que dictar.

En suma, la forma de abordar y gestionar la pandemia habría sido muy distinta en caso de haber dispuesto de un organismo coordinador en salud pública de carácter estatal, simplemente con las formas de actuación habituales en la ONT. El problema es que tener una estructura bien trabajada y que funcione como un reloj es algo que no se improvisa, es el resultado del trabajo de mucha gente a lo largo de los años y en la dirección adecuada, anteponiéndose a los problemas, seleccionando las personas más capaces, formándolas, apoyándolas y dando todos los días buena muestra de lo que es trabajar juntos. Por eso, algunas cosas funcionan y otras…pues ya se ve.

En cualquier caso, como parece que tenemos pandemia para rato, nunca es tarde para tomar nota y enderezar el rumbo.
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