Opinión

¿Y si ahora hubiera un ministr@ a tiempo completo?


Rafael Matesanz, fundador y exdirector de la Organización Nacional de Trasplantes
Una mirada crítica

01 junio 2018. 14.20H
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Cuando escribo estas líneas se acaba de consumar la moción de censura y por tanto aún no hay nuevo Gobierno ni por supuesto ministro/a de sanidad. Los relevos ministeriales son momentos de incertidumbre, en los que la esperanza de que quien venga solucione los eternos problemas suele embargar algunos espíritus, mientras que los mas escépticos o quizás los más realistas, tan solo esperan que las cosas que del ministerio dependan, no vayan a peor.

Después de haber tratado con 16 ministros, algunos realmente inolvidables (en el peor sentido, aunque de ellos no se acuerde ya casi nadie), mentiría si digo tener grandes expectativas. Menos si tenemos en cuenta la precariedad en tiempo y apoyos con que nace esta etapa. Pero como por pedir que no quede, si me gustaría que la sanidad mereciese para el próximo gobierno la suficiente atención y relevancia como para tener al menos un ministro a tiempo completo y con el peso suficiente en el gabinete como para poder solucionar los problemas de un sector de tanta importancia para el ciudadano.

"La vida media en el Paseo del Prado en las últimas tres décadas no llega a dos años; el tiempo de aprender no es mucho"


La relevancia a todos los niveles del ministro de sanidad decayó irremisiblemente con las transferencias sanitarias porque en política existe la convicción de que tanto dinero gestionas, tanto es tu poder y lo que puedes hacer. De esta forma, en el plano presupuestario, sanidad quedó limitada al personal y funciones de los servicios centrales, Ceuta y Melilla y poco más. Siempre con la amenaza de perder incluso el rango de ministerio y quedarse tan solo en secretaría de estado, se le fueron añadiendo etcéteras como Servicios Sociales e Igualdad, aparentemente para darle contenido y que en el momento actual tienen un mayor rango y recursos que el sector sanitario (secretaría de estado vs secretaría general), y por supuesto copan tiempo, esfuerzo e imagen del ministro de turno en detrimento del que pudiere dedicarse a sanidad.

Para acabarlo de arreglar, en los últimos años se han puesto de moda los ministros “part time” es decir aquellos que, aunque lo son de sanidad, todo el mundo entiende que están allí sobre todo para otra cosa o que están de paso hacia más altas cotas (en eso tenemos desde siempre una amplia experiencia). Empezando por el ministro Alonso, que preparaba su salto al País Vasco, como así fue, como la reciente ministra Dolors Montserrat, que era la voz de su partido para asuntos de Cataluña, algo que no ocultaba y a lo que es evidente que dedicaba sus mejores esfuerzos, y entre medias durante el anormalmente prolongado periodo en funciones, la también ministra de trabajo Fátima Báñez, que ni siquiera consta que se enterara que lo fue también de sanidad.

Vaya por delante que personalmente nada tengo en contra de estos últimos ministros, que al menos fueron respetuosos con la ONT y lo que representa, cosa que no siempre se pudo decir de sus antecesores. Sin duda no es su culpa sino de quien les dio el encargo, pero me parece un triste espectáculo que algo tan importante como el papel de autoridad sanitaria vaya siendo relegada al apartado de varios, al menos mientras no surge una crisis de salud pública que son las que ponen a prueba esta figura.

Solo quien desconoce la sanidad española puede minusvalorar el papel que nuestro ordenamiento atribuye al Ministerio de Sanidad, aunque no tenga atribuciones de gestión directa. Ni tampoco el hecho de que el titular de la cartera debería abordar los asuntos sanitarios liderando y coordinando comunidades, profesionales y en general los múltiples agentes involucrados en el sector, sin recurrir al antiguo ordeno y mando, que ya no está a su alcance, sino al consenso y la negociación continua. La ONT es un buen ejemplo de ello que debería hacerse extensivo a numerosos otros aspectos de nuestra sanidad.

Pero para eso hace falta conocer el sector, sobre todo teniendo en cuenta que la vida media en el Paseo del Prado en las últimas tres décadas no llega a los dos años con lo que el tiempo para aprender no es mucho, y sobre todo bajar a la arena sanitaria y dedicarle a la sanidad el tiempo y el esfuerzo que merece y necesita.

Me parece que tampoco es mucho pedir al nuevo Gobierno.
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