Mucho se habla del
malestar social, que hace demasiado tiempo embebe nuestras vidas personal y social, motivado por una (supuesta)
falta de diálogo por parte de las distintas administraciones y representantes políticos para hacer frente a problemas, reivindicaciones, quejas… que formulamos entidades y personas individuales.
Por mi parte, entiendo que
las administraciones no tienen la obligación de satisfacer todas y cada una de las peticiones que los pagadores de impuestos planteamos; incluso, por mi parte, acepto que no satisfagan ninguna de ellas.
Pero lo que
es inaceptable es que quienes están al servicio de los ciudadanos no respondan motivadamente y por escrito, a nuestras demandas. Aún es más inaceptable que sean nuestros representantes políticos elegidos (diputadas…) quienes den la callada por respuesta a nuestras solicitudes,
aunque la respuesta sea negativa.
Esto es lo que ocurre con los escritos que las
organizaciones profesionales de biólogos enviamos periódicamente a las autoridades de los distintos equipos del Ministerio de Sanidad, exponiendo de manera razonada
nuestras reivindicaciones profesionales o nuestras posiciones sobre asuntos de política de la Salud. El denominador común de estos contactos es la negativa, sin aportar los motivos de la misma, lo que convierte en arbitraria la posición ministerial. Veamos algunos ejemplos:
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El desarrollo de la previsión legislativa relativa al carácter pluriprofesional de la especialidad relativa a Salud Pública.
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La creación de las especialidades de Genética Clínica, Anatomía Patológica, Toxicología o Reproducción Humana Asistida, como parte diferenciada de Ginecología, dotándolas de sus marcos formativos.
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La creación del título profesional de “Biólogo sanitario”, cuyo acceso se ajuste tanto a los criterios del propio Ministerio de Sanidad para la admisión a la formación BIR, como a los Estatutos de los colegios de biólogos territoriales.
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La inclusión de todos los profesionales que trabajan en la Sanidad en los registros oficiales de profesionales que trabajan en instituciones sanitarias.
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El desarrollo de la troncalidad prevista en la LOPS, ley aprobada en… ¡¡ 2003 !!
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Nuestra participación en comités consultivos sobre medicamentos de uso humano y veterinario.
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El acceso de los biólogos a puestos de trabajo de sanitario local.
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La participación en los debates de los distintos Pactos por la Sanidad.
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El acceso a los datos que permitan analizar los criterios de selección de titulaciones en las convocatorias de Interno Residente.
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Los cambios en el reglamento de acceso a la formación en especialidades sanitarias.
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La articulación entre Medio Ambiente y Sanidad en el organigrama del Ministerio de Sanidad.
El resultado de este tipo de comportamientos, que vivimos los biólogos y los que no son biólogos, es que
el Sistema nos ningunea e incluso nos expulsa extramuros. A diputados y administradores no les debe extrañar la desafección al Sistema al que deberían servir.
Sí, ya sé: los biólogos somos pocos y no quemamos contenedores. Pero con el malestar social también vale aquello de que
“mica en mica, s’omple la pica”, que decimos en mi tierra. Y luego, que vayan con sus quejas al maestro armero.
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