Opinión

La paradoja de la vacunación


Por Pedro Alsina, farmacéutico
Firmas

10 julio 2017. 12.20H
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Cuando no es por una cosa es por otra, pero las vacunas no dejan de estar nunca en el candelero. Últimamente lo están por los últimos movimientos al respecto de la vacunación obligatoria.

Nada más lejos de mi intención que intentar pontificar sobre este asunto, mi objetivo es poner sobre la mesa datos y elementos que ayuden a la necesaria reflexión en un debate tan de actualidad como éste.

Italia, Alemania y ahora Francia son los últimos en sumarse a otros países en tomar medidas al respecto.

Es cierto que algo hay que hacer y que los escenarios no son iguales en todos los países en relación con las coberturas de vacunación, la implantación de los movimientos anti-vacunas e incluso las legislaciones vigentes.

La situación en España podemos decir que es buena, sobre todo si la comparamos con los países de nuestro entorno. Según las cifras que se desprenden de un informe del Ministerio de Sanidad, las coberturas de vacunación en las series básicas en el primer año de vida en 2015 casi alcanzaron el 97 por ciento. Esto significa que sólo un 3 por ciento de los niños no se vacunaron y las causas pudieron ser múltiples: contraindicación por estar inmunodeprimidos, exclusión social, dudas al respecto de alguna vacuna o simplemente ser hijos de padres anti-vacunas.

Los países que se plantean la vacunación obligatoria lo hacen porque están teniendo serios problemas de Salud Pública, entre otros los brotes de sarampión que están haciendo que mueran niños por una enfermedad que es evitable.

El sarampión es altamente contagioso y tiene la particularidad de que por debajo del 95 por ciento de cobertura se va perdiendo la inmunidad de grupo y de ahí la aparición de los brotes infecciosos. Pues bien, según el mismo informe la cobertura en España (con dos dosis de vacuna triple vírica) está por debajo del 95 por ciento y en algunas comunidades autónomas, este porcentaje es claramente inferior.

Estos son los datos y ahora vamos a reflexionar sobre los mismos.

La situación en España ya hemos dicho que es muy positiva, la vacunación no es obligatoria y las coberturas son buenas, pero estamos en el umbral de comenzar a tener problemas ¿esperamos a tenerlos o somos proactivos y tomamos medidas como ya lo están haciendo en otros países?

La respuesta no es fácil y de hecho no hay una clara unanimidad. Hay quien piensa que hay que actuar ya y no esperar a tener problemas serios para hacerlo. Otros se plantean que tomar medidas como la vacunación obligatoria tendría un efecto perverso haciendo que se generase un rechazo por una parte de la población. Argumentan además que ya existen herramientas legales para que en caso de necesidad se pueda obligar a vacunar como aconteció en 2010 cuando el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº5 de Granada decidió mediante una Auto de 24 de Noviembre a instancias de la Junta de Andalucía a “autorizar la vacunación forzosa de los treinta y cinco niños que constan en el listado de la Delegación Provincial de Granada de la Consejería de Salud de 22 de noviembre de 2010 “. Para dictar sentencia el juez se basó en la Ley Orgánica 3/1986 de 4 de abril sobre Medidas Especiales en materia de Salud Pública, entre otras.

En España, el sentir general parece inclinarse más hacia la no imposición, apostando por la educación y la formación. Es obvio que algo no funciona bien cuando hay personas que se creen suficientemente empoderadas como para tomar la decisión de no vacunarse o lo que es peor, la de no vacunar a sus hijos.

Habría que incrementar la comunicación del impacto positivo de los programas de vacunación, es preciso poner negro sobre blanco todo aquello que se evita como las hospitalizaciones, complicaciones y muertes, así como el valor social y económico que aportan. En la actualidad, cuando ya no se ven los efectos devastadores de la poliomielitis, difteria, tétanos, etcétera., es fácil caer en la tentación de creer que ya no es necesario vacunar. El éxito de la vacunación es el propio causante de esta paradoja.

El papel de las autoridades sanitarias aquí es clave, debiendo asumir el protagonismo de liderar esta comunicación para revertir una situación muy peligrosa como la actual. Las vacunas sólo son noticia cuando se produce algún acontecimiento adverso, falta de suministro o por otras polémicas. El resultado es un escenario completamente distorsionado de la realidad: mientras que la vacunación va ejerciendo sigilosamente su función de control, eliminación y en algún caso (viruela) de erradicación de enfermedades infecciosas, una parte de la población tiene la impresión de que es más peligroso vacunarse que no hacerlo.

¿Cómo puede revertirse esta situación? La Comisión Europea ya se ha puesto manos a la obra y ha creado una iniciativa (Joint Action on Vaccination) por la que sus estados miembros van a consensuar actividades conjuntas, que entre otras cosas van a ir encaminadas a mejorar e incrementar la comunicación del impacto positivo de los programas de vacunación.

Un elemento importantísimo son las redes sociales. Es aquí donde los mensajes negativos, muchas veces falsos tienen un mayor impacto. Si además el comentario parte de alguien famoso y con notoriedad, el resultado es estremecedor porque en cuestión de horas se destruye una confianza que ha costado décadas construir. Calumnia que algo queda.

No nos podemos olvidar de la pieza más importante del sistema: el personal sanitario. Los médicos, el personal de enfermería y los farmacéuticos tienen que jugar cada uno su papel, pero todos son estrictamente necesarios en informar y educar a la población dando los consejos oportunos y solventando las dudas que se puedan plantear.
Pero también ellos precisan estar formados y entrenados en cómo abordar ese creciente escepticismo ante la vacunación. Aquí se hace necesario recordar que es vital incrementar la presencia de la vacunología en la formación curricular en todos los estudios de Ciencias de la Salud.

Queda todavía un gran escollo que tiene una difícil explicación ¿Cómo puede ser que las coberturas de vacunación del personal sanitario sean tan bajas? Hay que reseñar que esto no es específico de España, sino que ocurre en todos los países de nuestro entorno. Según datos del Ministerio de Sanidad publicados en abril de 2017 , la cobertura (con datos de sólo ocho comunidades) de vacunación frente a la gripe a duras penas alcanza el 30 por ciento. Otras fuentes la sitúan en torno al 25 por ciento, pero en cualquier caso son insuficientes y lo peor de todo, poco ejemplarizantes.

¿Con qué autoridad moral puede un sanitario recomendar la vacunación a un paciente de riesgo cuando él mismo podría transmitirle la infección por no estar vacunado?
Hay un creciente consenso en este punto y en el informe citado anteriormente se pone especial énfasis en proponer posibles actuaciones que apuntan a la responsabilidad (primum non nocere), la formación específica e incluso a la motivación e incentivación.

Sólo consiguiendo la concienciación del personal sanitario en este aspecto será posible mejorar a su vez las coberturas de vacunación de la población adulta, que en el caso de la vacuna antigripal son manifiestamente mejorables: 56 por ciento en los mayores de 65 años  y un 18 por ciento de las personas entre los 16 y 60 años  con alguna patología crónica que les sitúa entre los grupos de riesgo a los que se recomienda la inmunización.

El debate no ha finalizado y está muy focalizado en la vacunación infantil, pero todo está interconectado. Cada país irá adaptando la toma de decisiones a las condiciones de su entorno. Pero una acción conjunta de todos los países de la Unión Europea, con las autoridades sanitarias cerrando filas en defensa de sus programas de vacunación y velando por el interés colectivo, son una garantía de éxito.

Para finalizar y como ejemplo de esto quisiera compartir esta reflexión de Agnès Buzyn, ministra de Salud de Francia, que incluyó en su discurso de 5 de Julio  cuando anunció la vacunación obligatoria infantil frente a 11 enfermedades:

“…Cuando un asunto concierne más allá del individuo, a toda la colectividad, los poderes públicos deben asumir su responsabilidad y no pueden dejar a una persona decidir a título personal. No tenemos la posibilidad de elegir cumplir o no el Código de Circulación porque de su aplicación no depende solamente nuestra vida, sino la de los demás. Algo parecido ocurre con la obligatoriedad de la vacunación: lo que la justifica es que de la vacunación de uno mismo depende la salud de los demás”. 


FUENTES: 

https://www.msssi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/sisInfSanSNS/tablasEstadisticas/InfAnualSNS2016/Informe_Anual_SNS_2016_general.pdf
 
https://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/vacunaciones/docs/Vacunacion_sanitarios.pdf
 
https://www.msssi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/sisInfSanSNS/tablasEstadisticas/InfAnualSNS2016/Informe_Anual_SNS_2016_general.pdf
 
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27595448
 
https://solidarites-sante.gouv.fr/actualites/presse/discours/article/discours-d-agnes-buzyn-relatif-a-la-vaccination-obligatoire-le-5-juillet-2017

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