Los movimientos populistas no son un fenómeno nuevo en la política mundial. En España, el populismo llegó hace unos años, al parecer para quedarse, contagiando a nuestro
Sistema Nacional de Salud (SNS), con las llamadas
‘Mareas Blancas’ que utilizan movimientos asamblearios, manifestaciones reivindicativas y en ocasiones huelgas (no seré yo, quien no respete el derecho constitucional, de manifestación y huelga, que tantas he convocado ). Estas comienzan en Madrid y alcanzan su mayor virulencia, al amparo del movimiento del
'15-M’, extendiéndose al resto de España y de forma muy especial a la sanidad andaluza.
El
SNS, durante muchos años la llamada
‘joya de la corona’ del sistema de bienestar, es sin duda, un modelo de aseguramiento sanitario, con prestación universal, financiado con los presupuestos generales del estado, y garantía de equidad e igualdad de los ciudadanos.
La política y la gestión de la sanidad es demasiado compleja e importante como para ser gestionada desde la calle, con el baile de las ‘Mareas’. A pesar de lo que se quiere manifestar, no dejan de estar exentas, sino todo lo contrario, de intereses políticos y partidistas según convengan.
Bien es verdad que el SNS no está pasando por su mejor momento. Los
recortes económicos, las listas de espera, la precariedad laboral, la burocratización etc. Además, está siendo sin duda alguna utilizada como moneda de cambio de los partidos políticos. Este es su mal, su enfermedad. Esperamos estar ante un proceso agudo, y no crónico.
Hace unas semanas, el Senado de Estados Unidos salvó con sus votos la reforma sanitaria de Obama del populismo del presidente Trump. Aprendamos de ellos y
salvemos la gestión del SNS de ese populismo callejero y de las soluciones demagógicas. La gestión sanitaria no precisa de ‘mesías de un día’, sino todo lo contrario. Huyamos de ellos.
La ley de Sanidad estableció los cauces democráticos de representación, gestión y participación, para que ahora los populismos destrocen lo conseguido con tanto esfuerzo de todos. La epidemia populista ha cogido virulencia, ha conseguido paralizar la gestión sanitaria ha provocado dimisiones. En definitiva, ha claudicado a los movimientos callejeros, y no se puede ceder.
No hay razón democrática para aceptar estas presiones.
Pongámosle tratamiento a esta epidemia, pues ya hace más de diez años que está encima de la mesa el
Pacto por la Sanidad, que no puede esperar más. Demos una vuelta de calcetín a la Ley de Sanidad y hagámoslo desde el consenso, pues este pacto, es necesario y urgente.
Desde la sociedad civil, los médicos tenemos unos órganos de representación y participación institucional. Contamos también con una responsabilidad ante la ciudadanía y nuestros pacientes. Es bien sabido que todo acto médico tiene dos protagonistas: el médico y el paciente. En este acto, se establece una relación que lleva implícito el
Contrato Social. Contrato que se asienta en el binomio el Conocimiento aportado por el médico y la Confianza que el ciudadano deposita en el médico.
Pienso que ha llegado la hora de caminar y recuperar el protagonismo del Contrato Social Implícito. El Foro de la Profesión Médica, junto al Foro de Pacientes y a la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, podemos conseguirlo, y podría servir como catalizador del necesario Pacto por la Sanidad.
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