Querido Pablo: Te vas a quedar calvo. Lo siento, es así. Y para más INRI,
serás dermatólogo, de esos que tratan alopecias. Lo bueno, es que te va a dar absolutamente igual; porque, además de tener un buen repertorio de chistes de alopécicos para
romper el hielo con los pacientes que comprensiblemente duden de tu capacidad para frenar su calvario capilar (nunca mejor dicho), de sobra sabes que lo verdaderamente importante no está ahí.
Sé que ahora estás
empezando la carrera de Medicina y ves tu
desempeño profesional como algo lejano, pero créeme, está a la vuelta de la esquina.
Del ahora llamado
Grado, te vas a llevar, además de conocimiento teórico, que nunca está de más, una
dosis de disciplina y otra de saber posponer lo que te apetece en favor de lo importante. Pero tranquilo, hay tiempo para todo, sin duda; así que
aprovecha esos años todo lo que puedas, no te arrepentirás.
Cuando hagas el MIR, notarás que los que hace no tanto parecían "superhéroes" capaces de memorizar mucho temario y retener cantidades ingentes de información compuesta por palabras cuasi-impronunciables, son tan reales como tú mismo, y, antes de que te des cuenta,
te verás dudando sobre qué especialidad escoger.
Tras un poquito de esfuerzo, mucho apoyo de una familia que comparte cada éxito, un
generoso pellizco de fortuna, y la inestimable confianza y guía de una compañera que se enfrenta a una oposición que a mi juicio hará palidecer a la tuya (spoiler: le va bien y te acabas casando con ella), darás con la inmensa suerte de
poder hacer la residencia de Dermatología en casa, donde estudiaste, y al lado de tu Huesca natal. Hay que dar gracias.
Residente de Dermatología
Da comienzo ahora una etapa en la que todo a tu alrededor va a dar un giro de ciento ochenta grados, y más vale que estés preparado. Vas a tener que ser partícipe y
tomar decisiones que influyen de forma directa en el sentir y padecer de muchos de tus pacientes que acuden a tu hospital diariamente poniendo en las manos de tu equipo una de sus pertenencias más valiosas: su salud; así que tienes que estar a la altura.
Aprende, de los libros o del día a día, o mejor, de ambas, si puedes:
empápate de absolutamente todo lo que tengan que enseñarte tus residentes mayores y pequeños, tu equipo de
Enfermería de la planta, Urgencias y consultas, tus adjuntos, el resto de sanitarios… En definitiva, de todo aquel que quiera compartir contigo un pedacito de saber. Que no es que no ocupe lugar, es que su lugar es necesario.
Pregunta absolutamente todo lo que tengas que preguntar. No hacerlo, por sus potenciales consecuencias, es una estupidez, y el hospital no es lugar para estupideces. Pronto, serás tú quien responda esas mismas preguntas. Nunca nadie va a negarte la ayuda cuando ésta es solicitada por parte de alguien que trabaja con esfuerzo, rigor y tesón. Algo así como la escena de Gondor y las almenaras en El Retorno del Rey; que sí, sigue siendo de tus películas favoritas. Ya te tocará ser Théoden.
No te escaquees nunca, sé consciente de que formas parte de un engranaje humano que funciona solo cuando todas sus piezas se concatenan con movimiento sincrónico, así que se puntual, trabaja duro y bien, atiende a tus obligaciones y
nunca dejes tirados a tus compañeros. Ponte en su lugar y cuídalos como hicieron contigo, ya que sus miedos, inseguridades y necesidades, son las mismas que anidaban en ti al comienzo.
Apoyaos siempre, ya que, en muchas circunstancias, os vais a tener fundamentalmente los unos a los otros.
Un día, una muy buena amiga (ya la conocerás) te dirá: se elegante, en todo a ser posible. Y qué razón tenía. Hay un momento y un lugar para cada cuestión, y más pronto que tarde, verás cómo los
inevitables conflictos que generan el estrés,
el día a día y la presión asistencial, parecen menos belicosos cuando se abordan con la perspectiva y en el entorno adecuados.
Cuídate mucho. Porque sí, hemos hablado de trabajo, disciplina, madrugar, aprender… Pero es obligatorio que tengas tiempo para mimarte un poco. Has empezado a percibir un salario, así que date un capricho o dos. O mejor aún: sorprende a quien quieres con un detalle bonito. No tiene por qué ser caro, sabes de sobra lo que les gusta, te lo agradecerán de por vida.
Disfruta de tus salientes de guardia, de tus vacaciones, de tus cursos y congresos (si puedes ir), de tu familia,
desintoxícate de la Medicina con una buena dosis de casas rurales con amigos ajenos al gremio, viaja, disfruta de tu Pirineo. Como digo, es necesario para que el resto de aspectos estén equilibrados, ¡así que ya sabes!
Como ves, esta etapa, te va a dar muchas cosas buenas.
Vas a formarte en un campo apasionante, tendrás independencia económica (que, tal y como están las cosas, es algo con lo que sentirte muy afortunado), te vas a desarrollar profesionalmente en numerosos centros que te aportarán, cada uno a su manera, su granito de arena, tendrás la inmensa suerte de poder ser
coordinador de tutores MIR y profesor de Dermatología en
CTO; la academia que te dio la llave para ser quién eres hoy (profesionalmente hablando), y; antes de que te des cuenta,
te verás realizando de forma autónoma cirugías o abordando pacientes complejos, que hace no tanto tiempo te habrían estremecido y cuyo manejo veías como inalcanzable. Si todos pueden, tú también puedes, que no te quepa duda.
Sin embargo y, a pesar de todo ello, me temo que he dejado lo mejor para el final. Lo verdaderamente importante de este recorrido, no son, a mi humilde modo de verlo, las publicaciones, los congresos, los libros que has estudiado, las retribuciones ni los casos difíciles que has resuelto, no. Son las
personas que descubrirás durante este periodo de tiempo y que, de entonces en adelante, formarán parte de la persona en la que te convertirás. Apuesto a que no sabías que podías conocer a tu hermana con 26 años, o que ibas a llorar de emoción al compartir los triunfos, metas e ilusiones cumplidas de los que ahora son tu familia.
Así que sí, te vas a quedar calvo; ¿y qué?
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