Gran parte de la comunidad de pacientes crónicos más vulnerables y sus familiares siguen con
impotencia, autoaislamiento y mucho miedo los movimientos del Ministerio de Sanidad en cuanto a la vacunación.
Como bien indica la Federación de las Asociaciones Científicas Médicas Españolas (FACME) que
agrupa a 46 sociedades científicas, existen numerosos estudios que identifican grupos específicos de pacientes con un
riesgo aumentado de enfermedad grave o muerte asociada a Covid-19.
Uno de los más vulnerables es el grupo de los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), una patología muy prevalente que afecta al 11,8% de la población española según el último estudio EPIS CAN II.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ya constató que
la existencia previa de enfermedad pulmonar obstructiva crónica se asocia con unos peores resultados: desarrollan la Covid-19 más grave, tienen peor pronóstico y su índice de mortalidad es mayor. La evidencia científica lo demuestra.
La tasa de mortalidad en pacientes Covid-19 con EPOC es del 38,3%, el doble que la de pacientes hospitalizados que no lo sufren (19,2%).
Me congratula que FACME haya incluido los pacientes de EPOC en su última propuesta del 29 de marzo de 2021 sobre
condiciones de riesgo a considerar en el grupo 7 de la estrategia de vacunación. Si bien es cierto que prevalece el avance del grupo 5 (riesgo por edad).
Consideran adecuado el solapamiento en el tiempo de la vacunación del grupo 7 y del grupo 5. Dice el comunicado que “en la organización del solapamiento debe tenerse en cuenta que la edad mayor de 60 años es en sí misma un factor de riesgo adicional y debería evitarse una organización de la vacunación por grupos que llevara a la paradoja de vacunar a pacientes con factores de riesgo y más de 60 años muy por detrás de pacientes con esos mismos factores de riesgo y menores de 60 años.”
¿Qué quiere decir eso? ¿Qué no se tiene en cuenta las comorbilidades? La EPOC es una enfermedad irreversible, la cuarta causa de muerte en España. Es causa importante de morbi-mortalidad asociada a la Covid-19 y al estado de la pandemia.
¿Tampoco se tienen en cuenta los cuidadores informales, “solo” en el caso de las inmunodeficiencias primarias? Los datos nos dicen que el 22% de los fallecidos por COVID19 en España padecían EPOC, una enfermedad que
aumenta por 6 el riesgo de presentar una dolencia grave por COVID-19 y 17 veces más probable el ingreso en UCI.
Hay que recordar que muchos pacientes crónicos dependen in extremis de sus familiares y allegados para hacer frente a sus patologías. ¡No todos los pacientes están en residencias!
El perfil de nuestros pacientes es cada vez más joven.
Como afirma la Organización Mundial de salud (OMS) “el insuficiente reconocimiento de la dimensión humana de la salud y de la necesidad de adaptar las intervenciones de los servicios de salud a las peculiaridades de cada comunidad no sólo genera inequidad y resultados sociales mediocres, sino que también limita el rendimiento en forma de resultados sanitarios que deberían arrojar las inversiones en salud”.
Todo relacionado con la estrategia de la vacunación es confuso. Nadie tiene claro cuál es la situación actual….ni profesionales sanitarios, ni asociaciones, ni pacientes, ni la sociedad.
Lo que sí ha quedado nuevamente de manifiesto es que el paciente sigue sin tener voz ni voto.
Sigue siendo el eslabón más débil del sistema sanitario español.
“Vamos a la protección casi absoluta de mayores y vulnerables”, decía la ministra Darias.
¿Para cuándo?
¡Los pacientes más vulnerables están al borde del abismo y no aguantan mucho más!
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