Opinión

No eres tan guapo


Miguel Fernández de Vega, responsable del Departamento de Audiovisuales de Sanitaria 2000
Objetivo subjetivo

15 diciembre 2016. 18.20H
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Que todo el mundo es coqueto es algo que, aunque parezca obvio, no mucha gente reconoce. Con el paso del tiempo, son cada vez más las voces que no dudan en mostrarlo abiertamente  e incluso, en algunos casos, lo hacen juzgando el trabajo ajeno. Es el caso de Ramón Espinar, secretario General de Podemos en la Comunidad de Madrid y portavoz en el Senado, quien hace unos días mostró en Twitter su descontento por la foto seleccionada en La Vanguardia para ilustrar una noticia sobre él. Poco tiempo tardó la red del pájaro en anidar cientos de críticas al periódico catalán por ceder ante la queja del político y cambiar la instantánea, además de contestarle con una servil fórmula gastronómica.

Captura de la conversación entre Espinar y el medio.

Personalmente no me extraña la queja de Espinar; repito: es mucho más común de lo que la gente se piensa este tipo de comentario ante una imagen propia. Lo que sí me sorprende es la actitud del medio. Desconozco si la decisión de cambiar la foto fue tomada por una o varias personas, si se realizó de manera consensuada o unilateral, o si se habló con el fotógrafo que tomó la foto o con el redactor que escribió la información, pero, pese a desconocer muchos de los aspectos que condujeron a dicho cambio, lo que sí sé es que no fue una buena decisión.

Cuando un fotógrafo cubre una información –ya sea una entrevista, una rueda de prensa, un acto institucional, etc.- realiza una gran cantidad de fotos de las que, posteriormente, algunas serán seleccionadas para ilustrar esa noticia en concreto, pero también valdrán para el archivo del medio y se recurrirá a ellas cuando sea necesario. Así, cualquier foto seleccionada por mi equipo y que esté en nuestro banco de imágenes es perfectamente publicable. Que el corte de la imagen a la hora de maquetar, la selección de entre todas las fotos que hay o la intencionalidad de usar una foto u otra no le guste al actor principal de la foto… lo siento, pero eso ya no es su problema.

Es cierto que, tal y como se observa tras el cambio, La Vanguardia tenía mejores fotos de Espinar y eso nos podría llevar a otro debate en el que nos preguntaríamos el porqué de esa selección y su posterior cambio, o por qué muchos responsables de medios de comunicación tienen tan poca cultura visual en un época en la que, para bien o para mal, la imagen manda. En cualquier caso, lo que está claro es que si los fotógrafos nos responsabilizamos de las imágenes que tomamos, la persona que posteriormente decida utilizarlas debería ser consciente de la responsabilidad que conlleva usar una imagen y no otra para ilustrar una noticia, y ser consecuente hasta el final.

El después y el antes de las imágenes seleccionadas para ilustrar la noticia. 


Así pues, las personas que se dedican a la res publica, o aquellas que sean susceptibles de aparecer en los medios, deberían saber que no son como ellos se ven, y que su imagen -al igual que pasa con su voz- no es como ellos la perciben sino de tantas maneras como receptores del mensaje pueda haber. Los protagonistas del mundo sanitario que aparecen en esta cabecera han de estar acostumbrados (muchos lo están) a que no siempre se van a gustar en una fotografía y que la inmensa mayoría de las fotos que se emplee para ilustrar una información no será “esa en la que me hicieron posar para una entrevista”. Hemos de recordar, todos, que las fotos son para un medio de comunicación, no para un álbum personal.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.