Este verano París ha sido sede del gran evento multideportivo internacional, el de los
Juegos Olímpicos 2024, celebrados entre el 26 de julio y el 11 de agosto de 2024. Ha sido un verano de competición deportiva y de querellas en los juzgados, pero ahora que se inicia el nuevo curso, es tiempo de sacar lecciones para el aprendizaje y la mejora continua.
Estas Olimpiadas nos han enseñado el valor del esfuerzo y la superación, aunque al igual que en Gestión, ni lo uno ni lo otro garanticen siempre el éxito. Así le ocurrió a
Carolina Marín, a la que vimos retorcerse de dolor, físico y psíquico, tras la lesión que le impidió alcanzar medalla. Con lágrimas hemos visto también a nuestro gran tenista Carlos Alcaraz, cuando darlo todo no fue suficiente. Aun así, el deporte español ha conseguido 18 medallas (5 oros, 4 platas y 9 bronces) y han participado 382 atletas, con igualdad de género, 192 deportistas femeninas y 190 masculinas.
En
Salud y en Gestión Sanitaria, aunque se ponga todo el empeño por parte de los profesionales y de las instituciones para alcanzar los objetivos de cada
contrato programa, el éxito no siempre está garantizado, pero si falta la motivación, la humanidad y el reto por la superación, al igual que en el deporte nunca se alcanzarán.
El
deporte es una escuela de aprendizaje y de inspiración para los sanitarios, porque en salud, el trabajo en equipo es también la forma de trabajo en todos los
procesos asistenciales y además, como en el deporte, la contribución a la salud de los pacientes y a la comunidad en general, se fundamenta en valores que deberían de ser compartido por todos los miembros del equipo, desde el directivo, el celador y el personal auxiliar, a la enfermería y el
equipo médico altamente especializado.
Por eso es tan importante el liderazgo. Como en el deporte, la Gestión Sanitaria, además de cumplir objetivos y tener resultados, debe ocuparse de
facilitar relaciones sólidas con y entre los profesionales, y estas relaciones deben estar basadas en tres cuestiones fundamentales: el respeto, la humildad y la empatía.
Liderar en Gestión Sanitaria significa además hacer que se compartan los retos sanos por el desarrollo personal y profesional, para que se colabore en el trabajo y se compita para lograr una jefatura por ejemplo, pero de manera leal, como en el deporte y su lección de igualdad, donde
a pesar de la rivalidad, todos los atletas son iguales, porque esto mejorará el ambiente de trabajo en nuestros centros de
Atención Primaria y
Hospitales, y contribuirá a la retención de talento, evitando la fuga de buenos profesionales a otros países, algo muy temido en el sector sanitario.
"Como en el deporte, la Gestión Sanitaria, además de cumplir objetivos y tener resultados, debe ocuparse de facilitar relaciones sólidas con y entre los profesionales"
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Las organizaciones modernas en cualquier sector quieren crecer y no solo mantenerse en el mercado, porque eso significaría su reemplazo o sustitución, y Salud no es una excepción. Es necesaria la capacidad de crecimiento, de nuevos desarrollos, más accesibilidad, y en definitiva
un mejor servicio público que responda a las expectativas de la ciudadanía y se adecue a las nuevas realidades.
Nuevos estilos de liderazgo
En cualquier caso, se necesitan nuevos estilos de liderazgo, con directivos que lideren el tránsito de la sociedad del conocimiento hacia los nuevos tiempos y requerimientos de la ciudadanía y también de los propios profesionales de la salud. Líderes que bajen de las alturas y de su posición de poder, al terreno, y a una posición de autoridad basada en el ejemplo y la cercanía.
Directivos sin miedo a la comunicación activa, abierta, y directa, que sean capaces de establecer relaciones de confianza y de superación continua, Como en el deporte, se trata de conseguir que la implicación y el entusiasmo en el trabajo sea de todos, pero que los éxitos sean del equipo.
Esta tarea de la nueva Gestión Sanitaria puede llevar tiempo, años, como en la carrera deportiva, pero hay que empezar a aprender y andar el nuevo camino, porque el mundo sigue cambiando, como las audiencias, y para ello recordemos a
Daniel Goleman, padre de la
Inteligencia Emocional, cuando dice “La clave del éxito no reside tanto en el coeficiente intelectual y la aptitud, sino más bien en la
empatía y la actitud”.
Aquí radica el verdadero talento de las personas, no en lo que traigan puesto de casa, sino en el desarrollo de las habilidades y los rasgos personales relacionados con las
interacciones humanas, la atención, el interés, el aprendizaje, la creatividad, la comunicación y la motivación, todas ellas habilidades blandas, pero que hacen fuerte el
verdadero liderazgo, como en el deporte y en la vida misma.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.