Dice Lou Holtz que
“la habilidad es lo que permite hacer ciertas cosas. La motivación determina lo que se hace. La actitud cuán bien se hace”. Con esta frase quiero iniciar esta reflexión al hilo del anuncio por parte de la Comunidad de Madrid que
Redacción Médica titula así:
“Madrid da a Primaria la potestad de pedir pruebas sin derivar al hospital”.
Este anuncio ha creado cierta confusión, no se ha aclarado convenientemente lo que significa, está dando cabida a diferentes interpretaciones y ocasionando cierta polémica en redes sociales. Mi intención con este artículo es poner de manifiesto mi opinión al respecto, tanto como médico de familia como desde mi faceta de gestor.
Empecemos por remontarnos a un acontecimiento que marca la historia de nuestra reciente Sanidad, sus logros, sus bondades y su reconocimiento como una de las mejores de los países de nuestro entorno. Fue en el año 1978 cuando se crea la
especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria mediante el Real Decreto 3303/1978, de 29 de diciembre, de regulación de la medicina de familia y comunitaria como especialidad de la profesión médica.
Hasta la creación de la especialidad, el ejercicio de la medicina general requería únicamente la licenciatura en medicina y cirugía. El modelo de medicina tradicional, el modelo del “cupo”, en el que un médico ejercía la medicina general en horarios de 2 horas y localización para avisos domiciliarios, era lo habitual. Los que vivimos aquella época recordamos ese ejercicio de la medicina como un modelo básico en el que las habilidades y conocimientos eran relegados y l
as funciones básicas eran la burocracia, las recetas y la derivación al “especialista” correspondiente.
La creación de la especialidad, a la par que la apuesta por la implantación y desarrollo del modelo de Equipos de Atención Primaria, el paso de “consultorios” a centros de salud, la “jerarquización” y la implantación de jornadas de trabajo de 8 horas, generaron un cambio profundo en la Atención Primaria.
Este nuevo modelo se desarrolló rápidamente, se crearon nuevas plazas, centros de salud, se generó ilusión, aparecieron grandes momentos en los que la prevención, la educación para la salud, el trabajo comunitario, la creación de trabajo en equipo, la investigación y la docencia,
fueron alicientes para atraer a muchos médicos y pediatras a ejercer en este ámbito asistencial. Es cierto que el desarrollo no fue igual en todas las CCAA, que había diferencias importantes en cuanto a accesibilidad a pruebas complementarias, equipamiento de los centros, etc. Yo tuve la suerte de trabajar en un Equipo con docencia, en el que el acceso a pruebas era amplísimo, dónde disponer de electrocardiógrafo, espirómetro, material quirúrgico o bisturí eléctrico, pulsioxímetro, “coaguchek”, etc., era habitual.
Se podía hacer una Medicina de calidad y con plena satisfacción para médicos y pacientes.
"Los médicos de Familia y pediatras de Primaria tienen habilidades, motivación y actitud; se les debe respetar como lo que son, especialistas"
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También es cierto que las condiciones han cambiado, que
estamos de vuelta a un modelo de “cupo de 7 horas”, a la desmotivación generalizada, el desencanto, la burocratización excesiva, al modelo de producir cantidad sin contar si la calidad es la adecuada, a un claro y evidente retroceso. En este punto en el que estamos, dónde faltan miles de médicos,
la Atención Primaria vuelve a ser Atención Primitiva”, el modelo ha colapsado y se necesita una reforma y actualización más que evidente, es donde
aparecen las ideas “brillantes” de algunos gestores que desconocen la Atención Primaria y no ven más allá del hospital.
¡Ahora salen con la gran idea de permitir pedir pruebas a los médicos de Atención Primaria! Unos profesionales, tanto los médicos de familia como los pediatras,
perfectamente formados para solicitar con criterio las pruebas complementarias necesarias, sin limitación más allá de las propias competencias adquiridas a lo largo de sus 4 años de especialización. Se admite como válida la petición de cualquier especialista hospitalario, sin cuestionarse si es adecuada o no, sin contrastar su indicación o su base clínica, pero se limita un TAC o una determinación analítica al médico de familia (por cierto, en mi experiencia, con indicaciones muy adecuadas) o pediatra (especialista igual que el del hospital) simplemente por ejercer en Atención Primaria. Todo es absurdo.
Creo necesario que se abra la cartera de pruebas a todos los médicos especialistas que trabajan en Atención Primaria en igualdad de condiciones que a los del hospital, con las limitaciones que se entiendan adecuadas y consensuadas, que se permita la derivación directa a todos los especialistas, sin situaciones en las que para derivar a X deba pasar antes por Y, que se haga seguimiento, muestreo aleatorio de solicitudes y valorar la pertinencia, esto para todas las especialidades, y se tomen las medidas necesarias en función de los resultados. Muchos se llevarán más de una sorpresa.
Concluyo:
los médicos especialistas en Medicina de Familia y Pediatría de Atención Primaria tienen habilidades, motivación y actitud y se les debe respetar como lo que son, médicos especialistas como los de otras especialidades.
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