Decía Charles Dickens que “no juzgue nada por su aspecto, sino por la evidencia. No hay mejor regla”. Y lo aplico al asunto del que quiero hablar. Si asumimos que los pacientes siempre tienen razón, en este caso sobre su deseo de acceso directo al especialista hospitalario, bueno, no siempre esto es así pues sigo creyendo que lo que yo viví como médico de familia en quien confiaban los enfermos y siempre consultaban hasta después de volver del especialista hospitalario para contrastar su opinión y “certificarla con la mía, sigue siendo lo más habitual,
¿debería replantearse el modelo de acceso a especialidades hospitalarias? Sinceramente, creo que no, que sería un desastre.
No podemos olvidar el papel fundamental del médico de familia, la confianza que inspira en los pacientes, aunque esto está cambiando pues ya no es habitual que el mismo médico permanezca años, décadas, con el mismo cupo, o porque hay cerca del 20% de pacientes sin médico de familia asignado, o porque, aún teniéndolo, los cupos y las agendas están desbordadas y la principal de las características de la relación médico paciente, la que se logra con la mayor y mejor de las “tecnologías” de las que dispone el médico, la mesa y la silla en la que escuchar y dar el tiempo necesario a cada paciente, ya está destinada a su desaparición.
Esto es una evidencia, se ha constatado científicamente que mantener al mismo médico durante décadas, mejora claramente la morbimortalidad y da calidad asistencial.
Ahora parece que la razón del paciente pasa por el acceso al que entiende que debe ser el especialista hospitalario que él mismo entiende que necesita, bien por el “consumismo sanitario”, por la medicalización excesiva de la sociedad, porque así lo dicen los expertos en los medios de comunicación, no olvidemos el clásico “si tiene más de 50 años, consulte con “su” urólogo, si tiene más de X años, consulte con su ginecólogo, reumatólogo, cardiólogo… cualquier …ólogo”.
Esta es la realidad y es lo que tienen los que pueden pagarse un seguro privado, seguros con acceso directo al especialista hospitalario, pruebas a demanda todo sea por ser entrega de un “chequecito”, y sin pasar por un médico que valore la necesidad o no, que puede dar solución al 80-90% de las necesidades, tan especialista como el que más.
El paciente no siempre tiene razón y hay que explicárselo, hacer pedagogía, “vender” como importante la mejora de infraestructuras de Atención Primaria
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Si esto lo tenemos claro, si esto es lo que dice la evidencia, si es la mejor regla,
¿por qué los gestores, políticos y las administraciones no hacen nada? ¿por qué no se invierte en Atención Primaria y se incrementan las plantillas de médicos de familia y pediatras? ¿por qué se gasta cada día más en hospitales y se incrementa la brecha presupuestaria? ¿por qué se empeñan en dar la razón a los pacientes/votantes y no se hace caso a la evidencia? ¿por qué no se hacen “grandes inauguraciones de nuevas plazas o centros de salud” al modo de publicidad como se hace cuando se inaugura una nueva resonancia, una sala de urgencias, un quirófano o un robot Da Vinci? Ya, es que esto último da votos o los quita, lo de primaria ¿a quien le importa? Así nos va.
Volviendo al inicio, el paciente no siempre tiene razón y hay que explicárselo, hacer pedagogía,
“vender” como importante la mejora de infraestructuras de Atención Primaria, los incrementos de médicos de familia y pediatras, hacer ver a los pacientes que es mejor para su salud tener una primaria y comunitaria potente, que prevenir siempre es más rentable que curar, que aún si esto se hace y se necesita un potente hospital y sus especialistas y super especialistas, estarán ahí con los equipos y tecnología más sofisticados y en la medida en la funcione bien la Atención Primaria, más rápida será la respuesta de estos servicios, menos listas de espera habrá que sufrir.
Se que predico en el desierto, que si esto lo lee un médico de familia, un pediatra de Atención Primaria, un salubrista, un especialista en preventiva, creo que estará en la misma idea, también muchos de los especialistas hospitalarios que saben bien que es un médico de familia y que la buena relación y conocimiento mutuo mejora claramente la salud y bienestar de los pacientes, unos pacientes que comparten y con los que
deben trabajar de forma coordinada sin sobrecargar al médico de familia con funciones que no le corresponden, asumiendo cada uno su propia y nada querida burocracia, entre otras cosas.
En conclusión, cuando la evidencia va por un camino, si este es contrario al que llevan los ciudadanos/pacientes/votantes, habrá que decírselo guste más o guste menos, hacerlo de forma que políticamente nadie pague por ello, hacerlo mediante consenso y pacto que todos, los que gobiernan y los que son alternativa de gobierno, asuman y respeten. ¿Utopía? Espero que algún día deje de serlo y que yo lo vea.
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