Decía Paulo Coelho: “no tenía miedo a las dificultades: lo que le asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros”. Esto es elegir una plaza para la especialización, saber que elegir un camino significa abandonar otros. Por eso
es complicado en muchas ocasiones hacer una elección como esta.
Estamos en los momentos decisivos en la vida profesional de nuestros futuros especialistas, todo tipo de facultativos. Voy
a centrarme un poco más en los médicos, una inmensa mayoría y compañeros de profesión.
Estos días, miles de recién
licenciados en Medicina, permitidme que siga llamándolos así, soy de esa época de los “licenciados” y ya no puedo cambiar lo que hemos sido siempre. Yo estudié medicina entre los años 1974 y 1980, 6 años de licenciatura, los mismos que siguen siendo ahora, 6 años de lo mismo, pero llamándolo “grado”, una excepción solo para Medicina. Por tanto, un “grado y medio” que debería tener su especial consideración. No quiero entrar ahora en este tema que genera ciertas ampollas.
Bien, estos jóvenes médicos, hace tiempo que empezaban sus estudios en el colegio, muchos de ellos ya sabían que querían ser médicos, que para ello debían esforzarse mucho, tener muy buenas notas, ser de
los mejores estudiantes. Sabían que para poder entrar en medicina necesitaban unas de las notas más altas en el colegio y en la selectividad (como se llame ahora). Yo empecé medicina en la Universidad Complutense de Madrid en 1974 y entonces no había aún selectividad, teníamos un “examen de acceso a medicina” como filtro para limitar el número de estudiantes. Historias de mayor.
Estos
jóvenes estudiantes terminaron sus estudios, entraron en medicina, pasaron 6 duros años de estudio, con muchas horas lectivas, clases prácticas, mucho trabajo. Terminaron sus carreras e iniciaron, algunos incluso empezaron antes de terminar, la preparación del MIR, dedicaron prácticamente un año a ello, día tras día estudiando 10, 12 horas, haciendo simulacros eternos, y llegó el gran día, el día señalado, ese día que te enfrentas a horas de examen, a la valoración de conocimientos,
un examen que puede decidir toda tu vida profesional.
Pero esto no termina ahí.
Después de un larga y tensa espera, salen las notas del examen, ya sabes qué número tienes, haces tus cálculos comparando con años previos, sabes a que y a que no llegas a la hora de elegir ciertas especialidades. Toca meditar, valorar pros y contras de cada posible elección, ir viendo posibles unidades docentes, dónde elegir, indagar en los diferentes centros, hablar con residentes mayores, ir haciendo tu lista. ¿Prima una especialidad sea dónde sea que tenga que ir?, ¿valoras más la ciudad y hospital, cercanía familiar o mantener una relación de pareja? Cada uno tiene sus inquietudes y dudas, cada uno tiene sus expectativas.
Al final se tiene que optar y ahí llegan algunas críticas que no entiendo. En redes sociales aparecen rápidamente las informaciones tipo “tiempo de juego y resultado”. El número 1 elige la especialidad X en el hospital tal; el número 6 elige la especialidad Y en el hospital cual, las especialidades más elegidas en el primer día son…, el hospital Z copa los primeros puestos, etc. Vemos al momento la evolución de la elección. Las mismas especialidades de años atrás arrasan en primer lugar, también las mismas mantienen sus casilleros a cero los primeros días. Aparecen los primeros que optan a la especialidad de medicina de familia y son objeto de noticia, que si el número 35 a elegido familia, que si el primer día ya han elegido esta especialidad 8, …
Cada año la misma monserga, las mismas noticias.
También aparecen los primeros clásicos de la crítica sobre los motivos para elegir las primeras especialidades; que si buscan más sus salidas en el sector privado, que si esto y lo otro. Lo cierto es que también los hay que son críticos con los que eligen pensando en si en ese servicio de
“libra la guardia” o si se hacen demasiadas. Me quedo con las manifestaciones de alegría de quienes se muestras exultantes con su elección.
Sea por lo que sea, la elección hay que respetarla. Cada cual elige en libertad y pensando en lo que cada uno quiere. Faltaría más. Ya son mayores para tomar sus decisiones y debemos respetarlo. Si buscas hacer compatible la calidad docente con respeto a sus derechos laborales y a la vez hacer aquello que más te gusta, pues estupendo. Que lo que quieres es una especialidad que garantice trabajo “cómodo”, también. Que lo que quieres es una especialidad que tenga salida privada, pues perfecto. Que quieres una especialidad más vinculada al mundo de la investigación, laboratorio, con cierta lejanía del paciente, pues es tu decisión. Afortunadamente vivimos en un País libre, podemos hacer aquello que queramos o podamos,
la medicina tiene muchos caminos que podemos escoger.
Termino.
Elige lo que quieras, sin miedos, sin ninguna vergüenza, haz lo que más te interese, piensa que tienes 40 años por delante y no siempre es fácil hacer un cambio si te equivocas.
Suerte en la elección y mucho ánimo.
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