En estos días en los que la noticia es la elección de plaza de residente para la formación especializada, es oportuno recordar esta frase de Thich Nhat Hanh: "
La ilusión es importante porque puede hacer que el presente sea más llevadero. Si creemos que mañana será mejor, podemos soportar las dificultades del presente". La ilusión del recién terminada su formación como médico que accede al que es, posiblemente, el periodo de la vida profesional más ilusionante, enriquecedor, duro, en ocasiones tanto que dan ganas de "tirar la toalla", de volver a empezar y cambiar de especialidad, dónde los días de vivir en el hospital pueden superar a los de libertad, dónde se fraguará tu futuro, años en los que te "someterás" al Sistema, en los que poco a poco verás como te invade ese "Síndrome de Estocolmo" que te hace ver que hasta lo peor que te sucede es admitido como bueno para ti, como una parte imprescindible de tu formación. Ahora conviene recordar estas definiciones:
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Residente: "Médico que realiza prácticas en un hospital o centro sanitario para obtener el título de especialista en alguna rama de la medicina"
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Resiliente: "Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos"
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Resistente: "Que resiste o es capaz de resistir"
Palabras que se parecen, que empiezan de forma similar, que se complementan. Cualquiera que se adentre en las procelosas aguas del periodo de formación como residente entenderá que,
para ser buen residente, deberá tener un importante componente de resiliencia y mucha resistencia.
El periodo de residencia faculta para el ejercicio de una determinada especialidad. La medicina es complicada, los conocimientos médicos cada día son mayores,
las necesidades de estudio y actualización son constantes, necesarios y además son exigidos a todos los profesionales. Aprendemos en la carrera, durante seis años, los conceptos básicos y generales, insuficientes para acceder al ejercicio en unas condiciones adecuadas. Años de formación que lo que hacen es
capacitar para acceder al sistema de especialización, una necesidad que ya no se discute, que es imprescindible para poder ejercer la medicina con un grado de conocimiento adecuado y, en algunas especialidades, ya en duda que sea suficiente. Cada vez se "especializa" más, aparecen y se reconocen nuevas especialidades, la duración de las diferentes especialidades médicas requiere más años, la medicina es una ciencia compleja, en constante evolución.
"Cualquiera que se adentre en las procelosas aguas del periodo de formación como residente entenderá que, para ser buen residente, deberá tener un importante componente de resiliencia y mucha resistencia"
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El periodo de residencia, duro, muy duro en ocasiones, tiene
su base más sólida en la constitución fuerte de quienes acceden a ella, brillantes estudiantes que, en mayor o menor medida, han dedicado infinitas horas de estudio durante la carrera, la más larga, de las más difíciles de acceder, que requiere un importante esfuerzo. Después, al menos un año más de intenso estudio para el examen de acceso a la formación especializada, para tener un número en el orden de elección que permita hacer la especialidad soñada, la que no te disgusta o, simplemente, la que se pueda. Da igual el que y cómo,
la residencia iguala esfuerzos, horas de dedicación, guardias interminables, investigación, publicaciones, asistencia a destajo, estudio, etc. No todas son iguales, no todas tienen el mismo ritmo ni estrés, unas hacen más guardias, otras menos, pero las relaciones, las vivencias,
el "moldeado" de cada especialidad es similar.
Se inicia un periodo maravilloso, unos años en los que cimentas toda tu vida profesional, en los que muchos incluso comienzan también una vida en pareja, ese "potaje sanitario" entre dos profesionales del sector que comparten alegrías y penas con ilusión y resignación, mucha resignación, viendo como pasarán años de penuria laboral, contratos precarios, retribuciones bajas y nula consideración por parte del empleador,
años en los que sentirá maltrato, rabia, malestar, pero mucha ilusión, mucha vocación, vergüenza para no reclamar lo que en justicia deberían reconocerle, años como facultativo de un Sistema Sanitario que no te reconoce y que en muchas ocasiones hace plantearse, cada vez más, huir del país, del sistema público, buscar la felicidad y reconocimiento fuera del espacio habitual.
Cada día vemos más cómo especialidades que eran clásicamente las más demandadas, las más vocacionales,
las que se elegían en los primeros lugares, ahora son desplazadas por otras que tienen algo en común, las buenas salidas laborales, un ejercicio de la medicina más placentero, sin horarios esclavos, sin unas penosas y mal pagadas guardias, con un posible ejercicio privado muy importante. Termino, vuelvo a lo que inició esta reflexión, la ilusión, que estos años de residencia los vivan con ilusión, que aprovechen al máximo mientras dura. Ánimo a todos los residentes que en estos días están eligiendo plaza, que disfruten y sean capaces de hacer que un cambio en nuestro Sistema sea posible.
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