Opinión

No empecemos la casa por el tejado


Julián Ezquerra Gadea, médico y exsecretario general del Sindicato Médico de Madrid (Amyts)
La atalaya sanitaria

16 marzo 2022. 09.10H
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Esta frase de Jimmy Connors (para quién no lo sepa, uno de los grandes del tenis) refleja bien lo que quiero expresar en este artículo: “La experiencia constituye una gran ventaja. Lo único negativo es que llega en un momento en el que es demasiado tarde para empezar a hacer algo”. Tenemos experiencia, tenemos un Sistema Nacional de Salud que necesita cambios, que es preciso “refundar”. Confío en que, partiendo de la experiencia, seamos capaces de hacer el cambio necesario y que aún no sea demasiado tarde para ello.

Vengo escribiendo de esto hace tiempo y creo que no podemos dejar de hacerlo e insistir en la necesidad de abordar un profundo y necesario cambio en el SNS. No se si llamarlo “refundación”, “reconstrucción, “rehabilitación” o, simplemente, diseño de un nuevo modelo de Sistema de Salud, lo de “Nacional” ya casi que mejor lo olvido pues parece evidente que la política cortoplacista e “identitaria” que impera en España hace imposible hablar de modelo Nacional, de modelo integrado, de modelo único, aunque descentralizado, de Sistema. Estamos ante un evidente fraccionamiento de la Sanidad Pública, cada comunidad Autónoma ha desarrollado su modelo, sus normas, su propia estructura y servicios. Por tanto, demos por muerto el modelo de SNS y hablemos de modelos de Sistemas Sanitarios en las diferentes Comunidades. Por tanto, primera premisa: “no tenemos un Sistema Nacional de Salud”, estamos ante 17+2 modelos sanitarios, con muchas similitudes en la mayoría, pero también con importantes diferencias.

No es bueno comenzar la casa por el tejado. No es bueno hacer un modelo sanitario empezando por darle el color ideológico, ese barniz que impregna todo, no es conveniente hacer el diseño basándose en lo que diferencia de otros y, además, haciéndolo notar, no es importante poner la “marca distintiva” ni pensar en lo superfluo. Dejemos estas cosas al margen, para la “decoración final” del Sistema, no para diseñar los cimientos.

"No es bueno hacer un modelo sanitario empezando por darle el color ideológico, ese barniz que impregna todo"


Hay modelos sanitarios diferentes en los países de nuestro entorno, todos son válidos, todos son posibles, todos funcionan y tienen resultados que deberíamos poder medir y comparar. Algo que nos daría los datos necesarios para poder hacer un estudio comparativo teniendo en cuenta medidas como el coste, la eficacia, la eficiencia, el gasto por habitante y año, el % de PIB destinado a sanidad, los resultados en salud, cómo se manejan las demandas, qué listas de espera se generan, expectativa de vida, mortalidad infantil, etc. En definitiva, una valoración de resultados basada en datos y no en apriorismos teñidos de ideología. Público, privado, mutuas, publico-privados, da lo mismo, lo importante es valorar resultados y, por supuesto, costes para el erario. Busquemos el modelo mas eficiente, independientemente de quién o como se gestione.

Iniciemos el estudio de necesidades a corto, medio y largo plazo. Estudiemos las demandas de salud, valoremos la evolución de las necesidades, la adaptación rápida a los cambios vertiginosos que se producen en el conocimiento médico y las necesidades de cuidados. No hagamos un modelo rígido que no se pueda ir adaptando a los continuos y rápidos cambios. Debemos diseñar un modelo sanitario de la máxima flexibilidad y capacidad de adaptación y cambio rápido. De lo contrario estaríamos repitiendo el modelo que se ha demostrado útil para sus inicios, pero que ha sido incapaz de ir adaptándose a las necesidades que se han producido.

Por tanto, primero, pongamos las bases del sistema, estudiemos el terreno, hagamos un modelo que de satisfacción a las demandas: un modelo en el que la gestión sea ágil; que las necesidades de recursos humanos estén claramente dimensionadas, sea fácil adaptar las plantillas a las necesidades, pensando que estamos en el siglo XXI; debemos dejar atrás un modelo “funcionarial” característico del siglo XX, incluso en algunas cosas, más propio del XIX. No tengamos miedo al cambio, un miedo que paraliza los necesarios cambios, que genera un anclaje que impide el desarrollo.

"No podemos seguir repitiendo un modelo de diseño de plan funcional para hoy, años o décadas para su construcción y, finalmente, una estructura que cuando entra en funcionamiento ya se ha quedado obsoleta"


Fijemos cuales son los recursos e infraestructuras necesarios para hacer frente a las necesidades. Hospitales, centros de salud, dispositivos de urgencias, camas, locales de consulta, quirófanos, equipos técnicos, posibilidades de cambio rápido para adaptarse a las nuevas necesidades, etc. Es decir, una planificación adecuada de las necesidades de estructura y equipos y sus posibles modificaciones necesarias. No podemos seguir repitiendo un modelo de diseño de plan funcional para hoy, años o décadas para su construcción y, finalmente, una estructura que cuando entra en funcionamiento ya se ha quedado obsoleta.

Tenemos extraordinarios profesionales de la gestión, conocedores de los modelos sanitarios, grandes y experimentados arquitectos con experiencia en construcción de estructuras sanitarias, profesionales de la planificación sanitaria, conocimiento de hacia dónde van las necesidades de salud de la población, cómo la cronicidad y la cada vez mayor longevidad de la población determinará las necesidades sociosanitarias, etc. Pongámoslos a trabajar, que hagan equipo, analicen, valoren, propongan y presenten modelos. Luego, como corresponde a la sociedad democrática en la que vivimos, que los políticos decidan, eso sí, en base a conocimiento de modelos y alternativas técnicamente válidas, no solo en función de ideología.

Esto es una primera idea, escribir mis pensamientos, no digo que sean los únicos ni los acertados, seguro que hay muchos otros y más certeros. Pero, al menos, los hago públicos, los comparto y, no solo admito, es que desearía que se entre en debate, siempre desde el respeto a la discrepancia, desde la plena disposición a admitir los errores, las rectificaciones, el saber que mis ideas son mías y pueden estar muy equivocadas.  Pero en lo que creo que estaremos todos de acuerdo es en que el Sistema Nacional de Salud necesita un profundo cambio.
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