Un poco de historia para comenzar esta idea. Cuando
César llegó a orillas del Rubicón y después de una pequeña reflexión acerca de lo que suponía franquear ese río, se decidió a vadearlo y dijo su famosa frase:
Alea jacta est (La suerte está echada). Sabía que este hecho desataría la Guerra Civil contra Pompeyo. Era una decisión arriesgada, y la tomó.
Desde hace décadas,
los facultativos estamos representados en las mesas sectoriales, sin faltar nunca, tras superar los diferentes procesos electorales que dan o quitan esa posibilidad, y lo hacemos con el
voto de los trabajadores de los diferentes Servicios de Salud, que siempre apoyan a su sindicato profesional.
En breve, pues el 28 de mayo se celebran las elecciones Autonómicas,
varias comunidades tendrán un nuevo Gobierno. Los ciudadanos debemos elegir. Y tras este acto tan trascendente, se formará un nuevo Gobierno, y en el estará presente el responsable de gestionar la Sanidad. A pesar de estar en precampaña, todos han dado ya a conocer las líneas generales de sus propuestas,
han hecho declaración de intenciones en materia de Sanidad y por tanto debemos conceder el derecho a demostrar con actos lo que han anunciado en sus programas. Por ello, debemos ser respetuosos con las urnas, esperar a la constitución de los nuevos Gobiernos y, con ello,
valorar si el continuismo o el posible cambio y las promesas electorales se objetivan en la mesa sectorial.
Pero
¿qué es la mesa sectorial? ¿para qué sirve? Una vez obtenido el derecho a sentarse en la mesa ¿qué hacemos? Y ahora tiene sentido la pregunta del titular, ¿cruzamos el Rubicón? Me explico.
"Las mesas sectoriales se han convertido en un órgano de negociación teórico, en el que la Administración de forma rutinaria informa, propone y dispone"
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Cruzar el Rubicón debe interpretarse como “tener el derecho a estar en mesa sectorial, pero no sentarse”, o que quién acuda a las mesas sea un mero “secretario” que tome notas y no tenga capacidad de firma. Difícil decisión, trascendente, pero también una apuesta de futuro y un paso al frente en el camino de nuestra reivindicación ya conocida de tener un foro propio de negociación. Jugamos con unas reglas de juego que no están pensadas para los sindicatos profesionales, más bien todo lo contrario.
Las normas impiden que tengamos la fuerza real que tenemos, haciendo que siempre seamos actores secundarios. Todo está pensado para favorecer a las organizaciones sindicales denominadas de “clase”, y no a todas, pues en este trato especial solo hay 2 organizaciones.
Veamos que es la mesa sectorial.
Las Sectoriales son mesas de “negociación”, en el caso nuestro, sobre Sanidad. Pero ¿cuál es la realidad? Las mesas
se han convertido en un órgano de negociación teórico, en el que la Administración de forma rutinaria informa, propone y dispone, y en la que las organizaciones profesionales tienen acceso a esta información, a protestar, a exponer sus opiniones, a incorporar algunas propuestas y, en definitiva, a estar al día de lo que acontece, pero no a influir de forma decisiva en el devenir de la Sanidad.
La mesa entra en materia propia de las Gerencias, pues estas han perdido la capacidad de gestión, centralizándose en la Dirección General de RRHH todas las decisiones, hurtando la capacidad de gestión y representación a nivel de las áreas y Centros Sanitarios. Es cierto que estar ahí es importante, es tener acceso a datos e información, y
es poder tener influencia y capacidad para hacer llegar a la Administración nuestros problemas, nuestras reivindicaciones y nuestras alternativas. Otra cosa es que esto sea insuficiente y, además, poco entendido por los profesionales. Pero
no estar en estas Mesas supone perder estos “privilegios” y, por ello, todos intentan y tienen como objetivo tener el derecho a sentarse en una silla de esta mesa. Fuera de la mesa hace mucho frio.
Bien,
los sindicatos médicos ya tienen ganado ese derecho y estoy absolutamente convencido que será de nuevo refrendado en las próximas elecciones sindicales. Y lo tiene con el respaldo de las urnas, en las que los profesionales, con sus votos, deciden que así sea. Pero ahora me hago de nuevo la gran pregunta: ¿cruzamos el Rubicón?
¿Dejamos nuestra silla vacía?, ¿con su derecho, espacio y reserva correspondiente, pero vacía? Esta es la gran pregunta. ¿Forzamos a la Administración a sentarse para hablar de nuestros asuntos laborales al margen de esta mesa?
¿Acordamos fuera y refrendamos en la mesa? Esta dinámica es ya un hecho habitual, pero no reconocido por las partes, y todos lo sabemos. ¿Qué impide hacerlo con luz y taquígrafos?
Debemos creer en nosotros mismos, en nuestra fuerza y nuestra representatividad. Por ello, creo que sería una apuesta arriesgada, pero de probable éxito dar este paso. Sería temerario por parte de la Administración hacer cambios, reformas laborales, acuerdos, etc. sobre Sanidad y sus profesionales Facultativos sin nuestro consenso y participación.
Este paso es un riesgo, seguro. Las organizaciones sindicales de clase, nuestros compañeros de mesa, nos criticarán,
nos llamarán “casta”, “clasistas”, “élite”, y otras lindezas, pero con ello contamos. Creo llegado el momento de preguntar a todos los facultativos sobre esta cuestión. Ser valientes y
ahora que están de moda los “referéndum” y abundan las votaciones, hacerse esta pregunta y en función de la repuesta, marcar nuestro camino durante los próximos años.
Lo que propongo es complicado, arriesgado, incierto, aunque solo es un órdago con red, sería una apuesta sobre seguro pues nuestra silla y el derecho a sentarse en ella siempre estaría ahí.
He defendido y escrito sobre la necesidad de cambiar
un Sistema Nacional de Salud que agoniza y requiere de intervenciones urgentes, entre ellas dos imprescindibles, un Estatuto propio del personal Facultativo y una mesa de negociación propia. Yo ya no estoy en este juego, soy un simple y sencillo jubilado con cierta experiencia, pero por esto mismo me atrevo a plantearme la pregunta y responderla, en este caso afirmando que si que tenemos que cruzar el Rubicón. Entiendo que para mi es fácil decirlo, no tanto para quienes tienen que tomar una decisión tan arriesgada. Y
sería necesario que esta decisión fuera igual en los 17 “Subsistemas Nacionales de Salud”, todos bajo el paraguas de un sindicato profesional en el que están confederados los de cada Autonomía. En esto es necesario alcanzar el acuerdo unánime.
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