Opinión

Contra la exclusividad del ejercicio como jefe de Servicio médico en la Sanidad Pública


Julián Ezquerra Gadea, médico y exsecretario general del Sindicato Médico de Madrid (Amyts)
La atalaya sanitaria

16 enero 2025. 05.05H
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Este artículo es mi opinión al hilo de esta noticia que leo en Redacción Médica: “Los jefes de Servicio de la pública no podrán trabajar en sanidad privada”, un volver a tiempos pasados en los que ya quedó claro algo muy sencillo, “a igual trabajo, igual retribución”, es decir, si cumplo mi horario, si hago mi trabajo y después quiero ejercer en la medicina privada, es mi tiempo y no merezco trato diferente. Y como es habitual en mis tribunas, inicio con una frase de William Hazlitt que prefiero no comentar: “El prejuicio es hijo de la ignorancia”.

La exclusividad del ejercicio profesional para los jefes de servicio en la sanidad pública es un tema que ha generado intensos debates en los últimos años. Este modelo obliga a estos profesionales a dedicarse únicamente a sus funciones dentro del sistema público, prohibiéndoles desempeñar labores en el ámbito privado. Si bien la medida se presenta como una forma de garantizar la calidad, la equidad y la transparencia en los servicios públicos, también suscita serias críticas debido a sus implicaciones para los profesionales, el sistema sanitario y la sociedad en general. Este artículo aborda los argumentos en contra de la exclusividad y los problemas que plantea en el contexto de una sanidad pública cada vez más demandante.

El principio de libertad profesional es fundamental en cualquier sociedad democrática. Obligar a los médicos y demás facultativos jefes de servicio a ejercer exclusivamente en el ámbito público constituye una violación a este principio. Los profesionales médicos, como cualquier otro trabajador, deberían tener el derecho de decidir cómo y dónde quieren ejercer su profesión. Restringir su capacidad para desempeñarse en el sector privado no solo coarta su libertad, sino que también genera frustración y descontento, lo que podría repercutir negativamente en su desempeño laboral.

La sanidad pública compite constantemente con el sector privado por atraer y retener a los mejores talentos médicos. En muchos casos, los médicos altamente cualificados encuentran en el ejercicio privado una forma de complementar sus ingresos o desarrollar proyectos personales que no son posibles en el sistema público. La exclusividad les obliga a elegir entre una de las dos opciones, lo que frecuentemente conduce a la pérdida de talento en la sanidad pública.

En un contexto de creciente escasez de especialistas en muchas áreas médicas, imponer restricciones adicionales a los profesionales puede agravar aún más la crisis de recursos humanos en la sanidad pública. En lugar de atraer a los mejores médicos, esta política podría empujarlos hacia el sector privado o incluso a buscar oportunidades en otros países.

Es importante considerar que no todos los profesionales dentro de la sanidad pública estarían sujetos a las mismas normas de exclusividad. Mientras que algunos profesionales, como los jefes de servicio, deberían renunciar al ejercicio privado, otros médicos o especialidades no tendrían las mismas restricciones. Esta disparidad genera un sentimiento de desigualdad entre los profesionales del sistema público, lo que afecta negativamente la moral y el espíritu de equipo.

Además, la exclusividad no necesariamente garantiza mejores resultados en términos de calidad asistencial o dedicación al paciente. De hecho, algunos estudios han mostrado que los profesionales que ejercen en ambos sectores desarrollan habilidades complementarias que pueden beneficiar a sus pacientes en ambos entornos. El ejercicio privado ofrece a los médicos oportunidades únicas para innovar, y explorar técnicas avanzadas. Al prohibir la práctica privada, se limita el acceso a estas oportunidades, lo que puede frenar el desarrollo profesional de los jefes de servicio.

El intercambio de conocimientos y experiencias entre los sectores público y privado puede enriquecer el sistema sanitario en su conjunto. Restringir este flujo de ideas y prácticas limita el avance de la medicina y la calidad de los servicios ofrecidos tanto en el ámbito público como privado.

Aunque los jefes de servicio suelen recibir salarios un poco más altos, estos no siempre compensan la exclusividad. En comparación con los ingresos potenciales que podrían obtener en el sector privado, muchos médicos consideran que la exclusividad les impone un sacrificio económico significativo.

Uno de los argumentos principales a favor de la exclusividad es que asegura la dedicación plena de los jefes de servicio al sistema público, mejorando así la calidad y la accesibilidad de los servicios. Sin embargo, esta medida ignora los problemas estructurales subyacentes que afectan a la sanidad pública, como la falta de recursos, la burocracia excesiva y la sobrecarga laboral. Imponer la exclusividad no resuelve estos problemas; simplemente traslada la carga a los profesionales. En lugar de abordar las causas raíz de las deficiencias del sistema, se opta por una solución superficial que no aborda las verdaderas necesidades de los pacientes ni de los profesionales.

El mundo laboral está cambiando rápidamente, y los modelos tradicionales de exclusividad ya no se ajustan a las necesidades y expectativas de los profesionales modernos. La flexibilidad laboral es una de las principales demandas de los trabajadores en todos los sectores, y la medicina no es una excepción. Los médicos buscan cada vez más equilibrar su vida profesional con proyectos personales, investigación, docencia y práctica privada.

La exclusividad, en este sentido, representa un modelo rígido y obsoleto que no se adapta a las nuevas realidades laborales. Si la sanidad pública quiere seguir siendo competitiva, debe adoptar enfoques más flexibles y modernos que permitan a los médicos desarrollar sus carreras de manera integral.

"Una sanidad pública fuerte y de calidad no se logra a través de medidas coercitivas"


Un argumento común a favor de la exclusividad es que asegura una mayor dedicación y, por ende, una mejor calidad asistencial. Sin embargo, no hay evidencia sólida que respalde esta afirmación. La calidad del servicio médico depende de múltiples factores, como la formación, la experiencia, la motivación y los recursos disponibles, y no exclusivamente de si un profesional ejerce o no en el sector privado.

De hecho, la exclusividad puede tener el efecto contrario, desmotivando a los médicos y reduciendo su compromiso con el sistema público. Un profesional motivado y satisfecho, con la libertad de ejercer en ambos sectores, puede aportar más valor y dedicación a su trabajo.

En lugar de imponer restricciones que desmotivan a los médicos y debilitan la sanidad pública, es necesario adoptar políticas que fomenten la flexibilidad, la colaboración entre sectores y el desarrollo profesional. Una sanidad pública fuerte y de calidad no se logra a través de medidas coercitivas, sino mediante el apoyo a sus profesionales y la creación de un entorno que les permita desarrollar todo su potencial. Olvidemos la ideología, despojémonos de los prejuicios, no seamos ignorantes.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.