Desde hace unos días, se vuelve a repetir la machacona cantinela de la
nota de corte en el MIR. Llevo muchos años escuchando ésta letanía.
Sin embargo, cuando uno se va a las últimas órdenes de convocatoria de plazas de
Formación Sanitaria Especializada, la realidad es tozuda. Y lo que dicen esas órdenes de convocatoria es que el
examen MIR se supera (si por superarlo, entendemos poder optar a plaza) con un 1,9 sobre 10. Los que hemos estudiado en la
EGB, sabemos que eso es “muy deficiente”.
Entonces ¿Por qué hablamos y seguimos hablando de nota de corte en el MIR? Lo desconozco.
Permítanme que analice otro hecho más. En la última convocatoria del examen MIR, en la
elección de plazas, se hizo “repesca”. Esa repesca estuvo abierta a todos los
aspirantes al MIR. Entonces ¿Por qué seguimos hablando de una nota de corte en el MIR? Pues sinceramente creo que se debe a la impotencia que se genera en los
servicios regionales de salud de no disponer de los especialistas que se necesitan, especialmente en la
Atención Primaria de salud.
La impotencia es lo que nos lleva una y otra vez a hablar de nota de corte en el MIR. Y empatizo con las declaraciones de la
Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, con los estudiantes de Medicina y con el Foro de la Profesión Médica cuando critican que se siga insistiendo en la nota de corte del MIR. Coincido por el
prestigio del MIR y porque no es real que el MIR en las últimas convocatorias tenga esa nota de corte.
De mi experiencia en la
política sanitaria y en la
gestión sanitaria recuerdo que siempre se recurre al mantra de lo complicado que es realizar una planificación de las necesidades de
médicos especialistas por los años de formación, y es cierto.
Siempre se ha dicho también que no hay
estudios de necesidades. Pero ahora no tenemos esa excusa, tenemos estudio de necesidades. Otra cosa es que los actuales responsables de las diferentes consejerías en materia sanitaria de forma mayoritaria no les interese hacer caso por el “
orgullo científico” de algún servicio concreto.
Hemos pasado la
convocatoria con más plazas vacantes de la historia del MIR en nuestro país, y es especialmente dramático en
Medicina Familiar y Comunitaria, y en determinadas Comunidades Autónomas, como por ejemplo donde resido, donde ejerzo y donde pretendo jubilarme, mi
Extremadura.
"Si necesitamos médicos, y los necesitamos, la Universidad española pública debe poner toda la carne en el asador por disminuir las notas de acceso al grado de Medicina"
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Me siento en la necesidad de
expresarme en libertad, sé que algunas de mis opiniones serán entendidas de mejor manera y otras de peor manera. Pero creo que seguir haciéndonos trampas al solitario no nos conduce a nada.
¿Sirve seguir aumentando el número de plazas de formación MIR? Mi opinión empírica es que no. A lo que llevará es a que queden más plazas vacantes. Llevamos varias convocatorias en las que hay un menor número de egresados de las
facultades de Medicina que plazas MIR convocadas.
¿Sirve bajar la nota de corte? Desde mi experiencia es que ya no, primero porque
no existe tal nota de corte y segundo, los aspirantes afortunadamente, en una inmensa mayoría
se pueden permitir renunciar al MIR de ese año para presentarse a la siguiente convocatoria.
¿Elección de plaza MIR de forma telemática o presencial? ¿Importa?
También se ha hablado del efecto de elegir de
forma telemática. Entonces llegan a mi memoria cuando yo elegí la plaza MIR, se hacía a mano sobre un papel tamaño A3 en las puertas del
Ministerio de Sanidad y quedaban vacantes las que no habías tachado ¿Es mejor o peor esta fórmula? Creo que no lo tengo en mis prioridades, lo que no creo que solucione las
necesidades de especialistas en este momento.
¿Cuál es la evidencia? Que tenemos necesidades de determinados especialistas en determinadas zonas de nuestro país o de nuestro
Sistema Nacional de Salud. Pero esto no se tiene en cuenta en la planificación de la oferta formativa para el MIR.
Si necesitamos médicos, y los necesitamos, la
Universidad española pública, insisto pública debe poner toda la carne en el asador por
disminuir las notas de acceso al grado de Medicina, y esto debe hacerse durante un tiempo de seis años, al menos. Y esto es una exigencia social a la Universidad pública española, estamos en un tiempo donde la necesitamos. Combatir esta falta de médicos con las
Universidades privadas no es, a mi modo de ver, la solución. Los egresados de esas facultades, de forma mayoritaria no eligen sobre las especialidades deficitarias.
El papel de la
ANECA aquí es muy importante, se deben flexibilizar los criterios de acreditación para llegar a ser profesores los clínicos que se han dedicado a la clínica, la falta de profesores titulares vinculados es un problema de primera magnitud en la Universidad pública española.
"Se deben penalizar los rechazos de plazas de Formación Sanitaria Especializada o el hecho de no acudir a la firma de un contrato una vez elegida plaza"
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La
Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud debe llegar a un gran acuerdo y que este se respete. Hay muchos consejeros y consejeras que cacarean lo del
pacto de Estado en sanidad, pues este es un asunto por el que empezar. El acuerdo consistiría en adecuar la
oferta MIR a las plazas de las especialidades en las que somos deficitarios, reduciendo las plazas en las que somos excedentarios. Y eso lo tienen que respetar todas las Comunidades Autónomas, de poco vale que lo haga una sola, se convertiría en la Comunidad Autónoma menos elegida.
La citada Comisión, junto con la
Abogacía del Estado deben encontrar soluciones excepcionales a un problema excepcional como en el que nos encontramos. Primero se debe exigir que el especialista cuando termine su especialidad ejerza durante unos años en el Sistema Sanitario Público. Segundo, se deben
penalizar los rechazos de plazas de Formación Sanitaria Especializada o no acudir a la firma de un contrato una vez elegida una determinada plaza.
Las Comunidades Autónomas deben velar por la calidad en la Formación Sanitaria Especializada, esto ha sido especialmente sangrante en la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, que muchos
tutores han inoculado el desánimo por una
Atención Primaria de salud que es necesario reforzar. Hay que exigir a tutores y a residentes.
Esto no impide
poner en marcha incentivos, no solo económicos, para las
zonas de difícil cobertura.
Estamos ante uno de los mayores dilemas éticos de la historia reciente de nuestro Sistema Nacional de Salud, enfrentando
derechos laborales y formativos con el
derecho a la protección de la salud. Si este dilema lo atendemos de una forma simplista, los resultados serán malos para los ciudadanos. Por cierto, no nos vendría mal
“desmedicalizar” nuestra sanidad española, pero eso da para otro debate.
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