Alguna sociedad de las que llaman científicas escribió en cierta ocasión, los
colegios profesionales son entidades de derecho público cuya misión es ordenar su profesión. Estas sociedades y una en concreto, sin rango de especialidad médica, pero vocera de su propio mercantilismo,
confunde salud con enfermedad como norma general de su acomodada existencia. Se entiende ahora mucho mejor que dude de su cientificismo.
No contentos con tan buen escudo como es la coartada colegial, buscan desde su blindado pedestal lanzar soflamas panfletarias dirigidas a
confundir a la opinión pública con falsedades o medias verdades y una pincelada de malintencionada jerga jurídica. En mayor medida reinterpretando alguna sentencia para avalar su mediocre corporativismo.
¿Que les mueve a sospechar de cualquier movimiento, profesional, científico o técnico que, siguiendo los mismos preceptos jurídicos que hacen buena de momento, su actual situación competencial, pretenden impedir a otros colectivos las mismas
oportunidades de desarrollo profesional?
Poco a poco y por la vía de la política de hechos consumados, encontramos
infinidad de servicios que han pasado a apellidarse médico. Tal es el caso de la "cosmética" médica o la "estética" médica, con lo que se pretende "vender" una garantía de calidad en actuaciones que sin duda
deben ser realizadas por profesionales debidamente formados. Esta tendencia a colonizar espacios profesionales con la pasividad o connivencia de quienes tienen que velar por la justa distribución de protección de los intereses de los/as consumidores/as y usuarios/as, está llevando a
un conflicto que puede acabar en un auténtico despropósito.
"¿Qué será lo siguiente?
La peluquería médica,
farmacia médica o la perfumería médica"
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Sin duda las organizaciones colegiales deben ordenar sus profesiones, pero en ningún caso son ni asociaciones, ni sindicatos, ni asociaciones empresariales, ni fundaciones, ni organizaciones profesionales, ni nada parecido, son eso, corporaciones de derecho público. Ni siquiera deberían parecer lo que no deben ser y por consiguiente no deberían mantener entre sus miembros
adalides que buscan el enfrentamiento con la excusa de la exclusividad de sus actuaciones. ¿Qué será lo siguiente? La peluquería médica, la farmacia médica o la perfumería médica.
La formación no es un valor por si mismo, incluso la ley establece que un título propio universitario no habilita para el ejercicio profesional.
La excusa del mayor nivel de estudios o el extendido recurso facultativo, ya no convence a nadie. Medicalizar situaciones no garantiza elevar la calidad final. ¿Alguien “arquitectaría” la calidad de la construcción en base a que
mejor un ladrillo pegado por un arquitecto que por un maestro albañil? Todo se andará, pero de momento, cuidado con aquellos que no están en el sistema sanitario por no tener el título adecuado, pero si pueden entrometerse en la forma de ganarse la vida por ejemplo de las esteticistas, con el amparo de alguna organización colegial.
Un gran medico argentino escribió:
Para ser un buen médico, antes hay que ser buena persona; quizás no alcance, pero es imprescindible. Detrás de todas estas campañas de desinformación no me cabe la menor duda que lo único que se buscan son suculentos beneficios, no por hacer algo, sino para que otros lo hagan por ti. Si es así, ¿es de ser buena persona?. Otros directamente responden: para eso soy el titular. ¿El titular de qué?...
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