Los que miramos de reojo las
decisiones políticas que inciden sobre la salud de los ciudadanos tenemos una “época critica” que coincide con el regreso de vacaciones. Parece ser el mejor momento para encontrarnos con soluciones mágicas a problemas que no eran tanto o incluso que ni siquiera existían.
Surge esta reflexión tras leer un artículo de opinión en Redacción Médica del pasado día 2. En él se argumenta el papel que debe jugar el farmacéutico en la vacunación.
Es entonces cuando empiezo a mirar de reojo sospechando de la llegada de la “época critica”. No he tenido que esperar mucho, tres días después la Comunidad de Madrid hace pública una apuesta por el protagonismo asistencial de las farmacias. La Organización farmacéutica va mas allá y se postula para la administración de vacunas, asistencia domiciliaria, promoción de la salud, educación sanitaria y un largo etc. de
actos sanitarios, con un argumentario que va desde el interés general, el económico, el notable descenso de la vacunación, especialmente en personas mayores y la proximidad del paciente.
Sin embargo, la
regulación vigente de las profesiones sanitarias establece estas competencias a enfermeros y médicos, siendo especialmente los primeros los responsables de este acto sanitario. No veo que los farmacéuticos tengan recogidas estas competencias. Revisando el contenido formativo del grado en farmacia echo en falta algunos contenidos que podrían acercarles en caso de tenerlos, a los aspectos asistenciales como son la
Anatomía, Clínica, Patología Medica y Quirúrgica, Tratamiento del Dolor, Adicciones, Vejez, Paliativos, Salud Mental, Psicología, Sociología entre otras y unos cuantos cientos de horas de asistencia sanitaria en hospitales, urgencias y centros de salud.
La ley del medicamento es clara:
las vacunas son medicamentos, y no confiere en ningún momento al farmacéutico la capacidad de su prescripción, indicación, uso ni administración.
Sin pretender poner en duda la
capacidad académica adquirida por los farmacéuticos para la producción, conservación y dispensación de medicamentos, en la farmacia se realizan otras actividades de venta, que nada tiene que ver con asistencia sanitaria y donde pudiera plantearse una competencia con las grandes superficies de alimentación o grandes cadenas de parafarmacia, belleza, perfumerías y cosmética.
Precisamente ahora el modelo español de farmacia vuelve a estar en el punto de mira de la CE al ser establecimientos sanitarios privados, de interés público, que no públicos. Entre los principales beneficios del mercado único de la UE se encuentran la libertad de establecimiento y la libre prestación de servicios. La nueva
Propuesta de Directiva del Parlmento Europeo y del Consejo relativa al test de proporcionalidad antes de adoptar nuevas regulaciones de profesiones, pretende eliminar precisamente regulaciones que distorsionen la competencia. De no ser así pueden provocar una pérdida sustancial de oportunidades de empleo y precios más elevados para los consumidores, así como obstaculizar la libre circulación.
Solo en lo referente a la creación de empleo, podrían crearse alrededor de 700.000 empleos en la Unión si se aborda la cuestión de las
regulaciones innecesarias y desproporcionadas. Hay una cita expresa en la norma: "aumento del empleo de jóvenes farmacéuticos conseguida con la reforma Bersani, en Italia, en 2006". Esta reforma permitió la dispensación de medicamentos sin receta fuera de la oficina de farmacia, algo que ya ocurre en 16 países de la UE.
En 14 países la farmacia no tiene que ser necesariamente titular de un farmacéutico.
La salud y seguridad en la UE es siempre prioritaria. Esta propuesta de Directiva no es ajena a ella. Es probable que de momento las actividades sanitarias asistenciales gocen de un tiempo de adecuación. Momento muy oportuno para conseguir una nueva competencia, disfrazada de asistencial para una actividad puramente comercial y que dé amparo y
continuidad a un modelo muy alejado al espíritu que define la UE.
Recomiendo al menos considerar la aplicación de algunos aspectos de la reforma Bersani. Posiblemente
abriría la puerta de trabajo a muchos estudiantes de farmacia y jóvenes grados de otras áreas de ciencias de la salud. Si la necesidad del legislador es por una cuestión económica, no busquen mas, ya están en el mercado laboral la enfermeras incluso especialistas en Comunitaria que por formación, experiencia y proximidad cumple sobradamente. No creo que nadie cuestione a estas alturas quien usa y administra mejor los medicamentos y presta una atención directa y personalizada en materia sanitaria.
Sin duda la sociedad valora muy positivamente a sus enfermeras. Solo ustedes señoras y señores legisladores, tendrían que definir una nueva regulación para la apertura de nuevas farmacias, según el modelo de libre competencia y sin exceso de regulación o sobrecualificación, que permita gestionar farmacias a otros profesionales sanitarios.
Otro día y si me dejan, les hablaré del envejecimiento, la cronicidad, la dependencia y los verdaderos problemas sociosanitarios, pero eso será después de que se solucione el problema de las farmacias.
¿Será el final del verano o es el horizonte de la libertad de competencia quien nos ha traído esta mal llamada farmacia comunitaria y con ella la “época critica”? .
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