Opinión

Escéptico, afable y de izquierdas: Mi despedida a Marciano


José Luis Pedreira Massa, psiquiatra y psicoterapeuta de Infancia y Adolescencia. Profesor de Psicopatología, Grado Criminología (jubilado), de la UNED. Profesor de Salud Pública, Grado Trabajo Social jubilado de la UNED
Firmas

21 diciembre 2024. 16.00H
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No han pasado dos días y otro amigo, colega y compañero de muchas cuitas dice adiós, así…

Conocí a Marciano Sánchez Bayle en el año 1975, cuando la mítica huelga MIR. Entonces él era médico residente de la Clínica Infantil La Paz, a la que yo llegaría de MIR de primer año en 1977, ese año fue el último de residencia de Marciano. Fue un año convulso por muchas razones, varias movilizaciones sanitarias en las que participamos y muchas asambleas a las que acudíamos muy pocos médicos.

Marciano llamaba la atención con su hablar pausado, muy duro en alguna de sus afirmaciones, con un gran compromiso con la izquierda. Marciano militó en Acción Comunista, uno de esos grupos a la izquierda del PCE, que pretendía tener la esencia teórica. Tuvimos desavenencias ideológicas y en la aplicación política práctica, pero estábamos de acuerdo en las grandes bases teóricas que sustentaban la acción política ¡Éramos tan jóvenes!

Durante ese año coincidí con él en todas estas intervenciones políticas en La Paz, pero hay una actividad de la que me siento muy orgulloso. En la Clínica Infantil existía un grupo pequeño que nos reuníamos semanalmente a estudiar la historia de España más allá de la narración tipo bla-bla-bla que nos habían enseñado en la educación franquista. En aquel grupo estábamos Gerardo, “el Peque” (venía desde el CRT), Luis, Margarita, Fernando1, Fernando2, D. Enrique, Marciano y yo. Nos repartíamos los temas y los preparábamos consultando bibliografía, cual si una sesión clínica se tratara. Los debates eran enriquecedores y hacíamos cumplimiento literal de lo que los Profs. Echegaray y Marañón repetían: “el médico que medicina solo lee, ni medicina sabe”.

Marciano había realizado la especialidad de Nefrología infantil y al finalizar la residencia obtuvo plaza en el Hospital Infantil Niño Jesús que, en aquellos años, estaba intentando una supervivencia difícil y una redefinición para adaptarse a los nuevos tiempos. Consiguió acceder a una de las jefaturas de sección de pediatría, tras dura selección. Publicaba en revistas profesionales artículos de interés pediátrico con rigor científico.

En el año 1981 Román Guaita, Gerardo Hernández de Lés, Marciano Sánchez Bayle y yo mismo, fuimos los cuatro firmantes para la constitución de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública, que luego pasaría a ser Federación de Asociaciones para la defensa de la sanidad pública (FADSP). Recorrimos casi todas las provincias y Comunidades Autónomas para presentar la FADSP y buscar consensos para defender la sanidad pública. Desde entonces fue su Presidente, su portavoz y su alma y vida. De aquel cuarteto inicial ya solo sobrevivo yo, triste situación la mía. Me solicitó varias colaboraciones, de esas que se solicitan a los históricos veteranos, que aparecieron en la Revista Salud 2000 y que presentara la situación de la salud mental tras la covid en Alcalá de Henares.

Con Marciano no había duda alguna: defensa de la sanidad pública desde una perspectiva de izquierdas inequívoca. Se podía disentir en algunas actitudes que se manifestaban con cierta rigidez, pero nunca había dudas de su compromiso personal y profesional. Era muy riguroso en el razonamiento y, en no pocas situaciones, se manifestaba de forma escéptica, personificando la máxima que un pesimista es un optimista bien informado. Tenía un peculiar e inteligente sentido del humor, más que ironía era un fino sarcasmo utilizado en el momento preciso. En los debates era temible, intervenciones documentadas, expuestas de forma seria con gesto adusto y voz impecable, una voz que en los últimos meses traducía cierto apagamiento y el cansancio de la enfermedad.

Cuando el Gobierno de la Comunidad de Esperanza Aguirre, con Lamela y Güemes de consejeros de sanidad, se inició la privatización de la gestión sanitaria, todos los días a las 12 am salíamos a cortar el tráfico en el semáforo de la puerta del hospital durante 15 min, allí estábamos los dos con un buen puñado de compañeros y compañeras e hicimos frente a la incomprensión de algunos conductores que nos pretendían embestir con sus coches. Las manifestaciones mensuales por la sanidad pública fueron otro lugar de encuentro, portando la pancarta con decisión y compromiso.

Durante el ejercicio del Ministerio de Sanidad por parte de Luisa Carcedo, se constituyó el Consejo asesor de Sanidad y Servicios sociales, consejo que aún no ha sido derogado del BOE, de ese organismo somos miembros Marciano y yo, tanto de Sanidad como vocales de sanidad en el de Servicios Sociales.

Siempre nos tratamos con respeto y cariño, con otra coincidencia más: nuestras hijas acudían al mismo centro escolar, donde nos encontrábamos en las reuniones de padres y madres. Le jubilaron, de forma “secreta” los compañeros y compañeras de su sección y algunos elegidos, entre los que me encontraba, le organizamos una cena, en ella nos comentó que pensaba reclamar y así lo hizo, tras un par de años retornó al Hospital. Una vez más venció a la burocracia conservadora de la Comunidad de Madrid.

Marciano es de las personas imprescindibles para comprender la defensa de la sanidad pública, lo hacía con rigor, honradez y sensatez. Queda un gran vacío en esa defensa de la sanidad pública, ahora que el SNS se encuentra en uno de los momentos más críticos de su historia.

Fuimos aplazando el café, ahora sufre un nuevo aplazamiento, hasta que nos encontremos donde sea de la energía sideral, tendremos tiempo para citarnos y para charlar de temas mil. Marciano, que la tierra te sea leve.
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