La pandemia ha evidenciado el
incremento de las conductas autolíticas, sobre todo en la adolescencia, pero este incremento de las conductas autolíticas no ha influenciado, de forma relevante, sobre la cifra de suicidios consumados, que
se ha mantenido en tasas que seguían la tendencia esperada desde el año 1980 hasta la actualidad, según el INE.
Este incremento de las conductas autolíticas ha sido fundamentalmente por
el aumento de la ideación autolítica y de las autolesiones. Más frecuente en chicas que en chicos, en una proporción de 3/1. Esta tendencia se ha constatado en
el incremento de las consultas a los servicios de urgencia, que se ha tasado, en algunos servicios de urgencia de psiquiatría, en 2,5-3 veces más que en épocas prepandemia.
No se puede hacer una lectura lineal de estos datos, sino que es preciso reflexionar sobre la razón de dicho incremento de las consultas en Urgencias. Si se observa el recorrido de la demanda de Salud Mental en la comunidad, siguiendo el
modelo de Goldberg & Huxley de cinco niveles (comunidad, llegada a Atención Primaria sin diagnosticar, diagnosticados en Atención Primaria, llegada a los centros de Salud Mental comunitaria y hospitalización de Salud Mental) y cuatro filtros (conducta de enfermar, conducta diagnóstica en Atención Primaria, conducta de derivación y conducta de decisión), se verá que, en gran medida,
esta situación se debe al cierre de los servicios de Atención Primaria (niveles dos y tres, con inhabilitación de los tres primeros filtros)
y de los servicios de Salud Mental comunitaria (nivel cuarto y filtro cuarto) y que aún no han sido abiertos en su totalidad, lo que
ha originado un bypass desde la comunidad (nivel uno) a los servicios de Urgencias hospitalaria de forma directa (nivel quinto), al fallar los mecanismos de contención comunitaria, tanto de Atención Primaria de Salud como de los dispositivos de Salud Mental comunitaria.
Estos datos precedentes han originado que hubiera un emerger social, político y profesional para reclamar un
Plan estatal específico para la prevención contra el suicidio. La idea, a priori, podría ser considerada adecuada, pero l
o importante no está en formular nuevos escenarios legales, sino en analizar los existentes marcos conceptuales y de intervención y evaluar su grado de cumplimiento, hacerlo de forma rigurosa y serena, sin la aceleración de hacer solicitudes en caliente que podría satisfacer las pretensiones particulares de grupos diversos de presión, pero sin el rigor que se precisa aplicar en estas circunstancias.
"El incremento de las conductas autolíticas ha sido fundamentalmente por el aumento de la ideación autolítica y de las autolesiones"
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La
Ley General de Sanidad formulaba un nivel de atención a los problemas de Salud Mental, pero
su desarrollo ha sido rácano, desigual, irregular y de implementación heterogénea en el conjunto de las comunidades autónomas, dato que no es baladí, pues lo referente a la Salud Mental se encuentra transferido a las comunidades autónomas, dependiendo de sus prioridades y de sus asignaciones presupuestarias. Dicho de otra forma,
la existencia de una Ley o un Plan Estatal no impide su incumplimiento, si no existiera una presión por parte de los profesionales y de los afectados, existen muchos ejemplos, incluso en época reciente de la pandemia.
Un senador de UPN ha presentado una moción en el Senado, en la que se instaba al Gobierno al desarrollo de un Plan Nacional de Prevención contra el suicidio, no fue apoyada por el
Grupo Parlamentario Socialista, pero se debe constatar que el proponente no admitió la alternativa que el GPS le propuso como complemento y alternativa.
En el momento actual
el Plan Nacional específico de prevención contra el suicidio, según mi modesta opinión, no es necesario, por la simple razón que ya está contemplado y se integra en la Estrategia de Salud Mental del sistema Nacional de Salud, aprobada por el Consejo Interterrritorial del SNS.
La estrategia debe ser leída en su conjunto, de una forma sistémica, tal y como ha sido concebida por sus redactores. En esta Estrategia de Salud Mental del SNS se contemplanlos contenidos más importantes de lo establecido por la evidencia científica
(Finlandia, UK, Canadá, Países Bajos) y que han resultado más exitosas: la estrategia contempla
una línea específica para prevención y atención a las conductas autolíticas (línea 3), pero además se contempla la interrelación entre todas las demás líneas estratégicas, lo que constituye un verdadero Plan de Prevención contra el suicidio:
"El Plan Nacional específico de prevención contra el suicidio, según mi modesta opinión, no es necesario"
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La estrategia de Salud Mental debe ser leída y desarrollada en su conjunto, pues así fue concebida, con una interacción entre las diferentes líneas estratégicas, con el fin de incrementar la eficacia, la eficiencia y la efectividad de la estrategia. Leer la estrategia globalmente, de forma detenida y sin prejuicios, facilita su implementación.
Un ejemplo concreto:
el teléfono 024, gratuito y disponible todos los días del año y todas las horas del día, en los 4 meses de funcionamiento: cuantitativamente ha recibido 43.000 llamadas, 1.700 derivaciones a servicios de emergencias 112, 700 tentativas de suicidio detectadas, una vez iniciadas, 30 por ciento menores de 30 años de edad y la mayoría son mujeres (hay que recordar que en tentativas y autolesiones las mujeres dominan en una proporción de 3/1, pero en el suicidio consumado los hombres representan 3/1 en relación a las mujeres). Cualitativamente se constata que el objetivo para la ideación suicida es el “dejar de sufrir para seguir viviendo”, también llaman al teléfono por problemas de SM, porque no saben afrontar situaciones difíciles o fracasos personales y, por fin
los profesores piden herramientas y pautas, para detectar y poder intervenir en estos casos.
La prevención de las conductas autolíticas es una programación compleja, que
debe ser cuidadosamente planificada con diversas líneas y niveles, tal como se ha expresado con anterioridad, dotando de recursos, profesionales y de otro tipo, de forma adecuada, la evaluación de estas acciones preventivas precisa tiempo, aproximadamente de 5 años. Por lo tanto, no es cuestión de planes específicos o de leyes, que pueden incumplirse, sino de
impulsar el desarrollo decidido de la Estrategia de Salud Mental del SNS y su dotación presupuestaria por parte de las comunidades autónomas, pues son ellas las que tienen la totalidad de las competencias en este campo.
Evitar solapamientos y duplicidades consigue incrementar la calidad y, por lo tanto,
cumplir la función de las políticas públicas. El Plan ya está formulado, ahora hay que desarrollarlo y aplicarlo específicamente para el conjunto de las conductas autolíticas.
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