En anteriores artículos expresé mi escepticismo de que los inminentes resultados de Madrid pudieran ser un reflejo de lo que sucedería en unas hipotéticas generales. En cambio, sí me parecía la
campaña una buena piedra de toque para saber si la lastimosa caída en la mediocridad que lleva buena parte de nuestro mundo político tocaba fondo y empezábamos a remontar hacia parámetros europeos.
Si los candidatos iban (con el lógico sectarismo) a proponer al pueblo soluciones a sus problemas o acelerarían el ventilador del estiércol para probar, malintencionadamente, que los otros son malos e, involuntariamente, que no tienen el menor talento con que librar a nuestra gente de la amenaza de la
pobreza y la enfermedad. Poco hubo que esperar para el primer “numerito ad hoc”. Afortunadamente, fue televisión en directo, así que cada ciudadano pudo sacar sus propias conclusiones. De lo contrario, los medios y redes que todos sabemos ya habrían magnificado el asunto y no tendríamos otra cosa de qué hablar. Pero no desesperen los susodichos, aun puede aparecer una oportuna célula pronazi para animar el circo.
De sanidad, no hay mucho que decir.
Un ilustre candidato pide la renovación profunda de la Primaria. No lo denuncio por plagio (aunque llevo largo tiempo reclamando el rescate de la Atención Primaria) porque lo de “renovación profunda” no es mío. Me causa cierta inquietud y me recuerda al “pues ya que estamos” de las obras domésticas, que se programan para una semana y luego te tienen tres meses viviendo entre escombros y respirando polvo.
Vuelvan a poner la Atención Primaria donde estaba, con su teléfono que te atiende y te da cita, tu
médico de familia que te ve cara a cara, te conoce, sabe ajustar tu medicación y te orienta hacia los especialistas y pruebas diagnósticas necesarios. Y a partir de ahí, empiecen a mejorar que, sin duda, hay mucho campo para ello.
Siguiendo el ejemplo del siemprelíder
Estados Unidos y del líder ocasional
Israel, se quiere empezar en octubre a vacunar por debajo de 16 años y en 2022 desde 12 a todo el segmento infantil.
No pregunten por los ensayos clínicos con niños porque muy pocos existen. Ni me imagino a ningún padre con su hijo bajo el brazo presentándose en ningún laboratorio para ofrecerle una cobaya. La
Pediatría ya ha alertado del riesgo con discapacidades y problemas neurológicos, que deberían ser evaluados individualmente. ¿Y los demás? ¿Todos al saco? Durante 2020, año de la eclosión,
nos mintieron maliciosamente con el número de muertos e inevitablemente con el de contagiados, que sólo se puede evaluar con datos de registros en los que no entran ni los que no se denunciaron en parte alguna ni los asintomáticos.
Entre los más pequeños, ¿cuántos no lo habrán pasado con síntomas leves, confundidos con afecciones víricas varias? Seré absolutamente respetuoso con la opinión de los pediatras especialistas, no políticos. Pero en tanto, se me ocurre pensar si la evaluación individual no debería llegar a todos. Palabras muy mayores.
Y se habla de un futuro
pasaporte de vacunados para viajar. Buena idea para ¿desarrollarla? Hace largo tiempo que la
Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene su
certificado internacional de vacunación. Quien viaja a algún país exótico, lo hace provisto de su cartilla amarilla con sus sellitos de
fiebre amarilla, tétanos, difteria, hepatitis… Parece muy sencillo e inmediato añadir el
sello de covid.
Ya veremos, pero si esto termina en un gran proyecto con su dotación presupuestaria, que iría a parar a alguna parte, será el momento de hacerse preguntas. Por ahora, ya ha propuesto alguien que los portadores de este documento tengan una exención parcial en el uso de mascarillas. Un interés que nunca había aparecido antes.
Por último, quiero dirigirme a mis lectores más próximos (así me inclino a considerarlos porque saben mi dirección), que me escriben para denunciar
prácticas 'fake' inicuas contra la pureza electoral. Desde cuestiones que tienen su parte clínica, como que
Madrid genera el 40 por ciento de los contagios de España (falso) o que las UCI’s de Madrid se encuentran sobresaturadas (más falso aún), hasta pura suspicacia electoral de sabotajes auspiciados desde la
Dirección de Correos y Telecomunicaciones, que (dicen) no entrega sobres de un determinado partido cuando hace tiempo que recibieron los otros.
Comprendo aunque no comparto, porque no tengo datos, vuestra preocupación, pero os estáis dirigiendo a la persona equivocada.
Mi inquietud por la Sanidad no me convierte en ningún experto y menos en ninguna autoridad en cuestiones electorales, ni en una vía ni útil ni autorizada para elevar vuestras denuncias. Dirigidlas a las juntas o autoridades expresamente competentes para ello.
Y conmigo contad, como siempre, para cualquier información, que previamente contrastada, queráis que refleje sobre la
actualidad sanitaria.
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