Entre las competencias que la Comunidad de Madrid establece para sus gerentes y directivos están el conocer y entender mejor al paciente y a su entorno; considerar
la humanización y los cuidados valores esenciales del sistema; establecer estrategias que faciliten la cercanía y la colaboración en la organización y liderar y promover el cambio.
Estas capacidades las cumplen con creces las enfermeras, aunque poco se habla de ello. Si un psicólogo es nombrado gerente de un hospital quizás no sea noticia, pero
si una enfermera es designada para ese cargo, sí.
¿A qué se debe esto? Quizás a que
a veces olvidamos que las enfermeras, que somos líderes de los cuidados, también podemos serlo de las organizaciones.
A pesar de las duras y tenaces resistencias institucionales, las enfermeras somos las gestoras por naturaleza de las instituciones sanitarias, las garantes no solo de la calidad asistencial sino también el
motor de transformación de los sistemas de salud tanto en su natural evolución social como ante las más duras adversidades sanitarias.
Esta situación tiene que empezar a cambiar, y para ello, es necesario que la Enfermería actual reclame
una mayor participación y un liderazgo activos.
Pero este cambio no será posible si no se ponen en marcha ya, cambios institucionales como
el reconocimiento de nuestra clasificación profesional dentro del grupo A obligado por nuestro nivel curricular para subsanar no solo una injusticia sino una segregación para con otras disciplinas y que ensombrece cualquier iniciativa institucional que se realice con y para nuestra profesión. Además, es preciso el
reconocimiento de la competencia de las enfermeras y enfermeros en la gestión de unidades clínicas multiprofesionales como supone, por ejemplo, la dirección de los centros de salud.
Hemos demostrado durante décadas nuestra voluntad basada en el valor de una
cultura propia asentada en el valor del cuidado, pero aún hoy, debemos justificar el hecho de que una enfermera puede dirigir una institución sanitaria.
"Es necesario que Enfermería reclame una mayor participación y un liderazgo activos"
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Contamos en la actualidad con
las enfermeras y enfermeros mejor preparados. Enfermería es una disciplina académica, dotada del rigor científico que otorgan sus estudios universitarios. Tenemos acceso a formación de posgrado, que debe ser parte del proceso de enseñanza- aprendizaje activo y permanente al que tienen derecho y obligación los profesionales enfermeros, que se inicia al finalizar los
estudios de grado o de especialización.
Disponemos de unos conocimientos y habilidades específicas y nuestra profesión se asienta en dos pilares básicos: la
formación continuada y la investigación enfermera, que está basada en una metodología científica, lo que garantiza la seguridad y calidad de los cuidados prestados.
Enfermería ha ido ampliando su papel y ha pasado a desempeñar funciones cada vez más importantes y complejas dentro del equipo de salud,
incrementando las competencias profesionales y demostrando día a día que los servicios sanitarios son solo posibles gracias a la gestión llevada a cabo por las enfermeras.
Además, estamos en un momento en que
hace falta una nueva visión en la gestión en salud; personas capaces de influir y orientar el rumbo, las opiniones y el curso de las acciones. Y esa nueva visión es la que proporciona la enfermera.
Liderazgo transformacional
En el informe del Consejo Internacional de Enfermeras, publicado con motivo del Día Internacional de la Enfermera 2024, ‘Nuestras enfermeras. Nuestro futuro’ se habla del
liderazgo transformacional, del estilo de gestión inclusivo que implique a las enfermeras en la toma de decisiones y de la participación activa de las enfermeras en los procesos de toma de decisiones a todos los niveles.
Todo esto está claro, aunque para conseguirlo, es necesario contar con las herramientas adecuadas como más autonomía, recursos adecuados y oportunidad real de avance en el desarrollo profesional. Pero también
las enfermeras tienen que dar el paso y adentrarse en áreas que tradicionalmente no están relacionadas con Enfermería; hay que salir de la ‘zona de confort’ e implicarse en las políticas para impulsar el cambio.
Puede parecer arduo, pero afortunadamente
ya hay enfermeras y enfermeros que han dado el paso.
Un ejemplo relativamente reciente lo tenemos en las enfermeras
Almudena Santano, gerente del Hospital Infanta Cristina de Parla, y
Alejandro Lendínez, gerente del Hospital Virgen de La Poveda. Ambos nombrados en el mes de julio por el Servicio Madrileño de Salud, y cuyos perfiles se ajustan a las competencias que la Comunidad de Madrid establece para sus gerentes y directivos: conocer y entender mejor al paciente y a su entorno; considerar la humanización y los cuidados valores esenciales del sistema; establecer estrategias que faciliten la cercanía y la colaboración en la organización y liderar y promover el cambio.
Capacidades que cumplen con creces las enfermeras y que confirma que,
además de líderes de los cuidados, también pueden serlo de las organizaciones.
Ha pasado ya la época en la que las administraciones pueden disimular y paliar su intención de
abordar y solventar los verdaderos problemas de Enfermería, los de real reconocimiento, que impactan en la salud poblacional, con la creación de cargos o figuras sin calado; que carecen de ningún poder ejecutivo o, lo que es lo mismo, sin poder de decisión estructural.
Esperemos que esta situación vaya cambiando y como presidente de un Colegio que representa a cuarenta y seis mil enfermeras ejercientes quiero insistir nuevamente en que
las enfermeras gestoras deben ser reconocidas, no como parte del sistema, sino como la cabeza sustentadora del mismo.
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