En el ámbito de la profesionalización de la gestión sanitaria, a pesar de haberse dado algunos pasos,
queda mucho camino por recorrer. Tras las elecciones autonómicas del año pasado, el recorrido hasta el momento de los correspondientes gobiernos y las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, es el momento de hacer un análisis de lo ocurrido en dos líneas:
la despolitización de la gestión sanitaria en general y, en concreto,
los concursos de libre disposición para cargos de gestión que posibiliten que los profesionales que estén interesados se puedan presentar. En este sentido, esto último es
un signo de profesionalización de la gestión, destacando las oposiciones libres que se han impulsado para puestos gestores y decisores desde las consejerías de
Asturias, Castilla y León, Castilla La Mancha y Andalucía. En parte de ellas, es la primera vez que se aplica este tipo de selección profesional.
Pero del mismo modo que se impulsan este tipo de iniciativas, es fundamental también la regulación objetiva, por objetivos evaluables, de los ceses de cargos directivos. Y es que un cambio de gobierno no debe desembocar nunca en
el cese de un cargo directivo sin justificación, como si de un responsable político se tratara.
Las diferentes tendencias políticas existentes en el mapa autonómico de España inducen una gran variación de posturas y situaciones en torno a la profesionalización de la gestión sanitaria. Esto es lo que se debe cambiar: independientemente del partido político que gobierne, la profesionalización de los directivos de la salud en pro de aportar resultados en salud, eficiencia y calidad asistencial, es una prioridad, teniendo en cuenta el modelo sanitario español, así como el crecimiento y envejecimiento de una población con cada vez más enfermedades crónicas. Para ello, defendemos
la despolitización de la gestión y la transparencia, de forma que el perfil de directivo debe establecerse como el de un profesional de la gestión, un cargo sometido a una evaluación objetiva basada en resultados asistenciales, económicos, de participación profesional y de liderazgo social,
dentro de un código de buena gestión directiva.
Sin embargo, como venimos destacando desde su publicación,
el Informe Profesionalización de los Directivos de la Salud, realizado por Sedisa, señala que siete de cada 10 directivos de la salud cree que la selección del directivo sanitario depende de su afinidad política en mayor medida que de su experiencia en gestión, gerencial y/o clínica, y solo el 53 por ciento afirma haber dedicado tiempo a la formación en habilidades directivas durante el último año, en tanto que
más del 44 por ciento hace más de cinco años que no se ha formado en esta área.
Algunas disposiciones legislativas publicadas en los últimos años, podrían dar solución a esta situación de falta de profesionalización de la gestión sanitaria, tales como
el Real Decreto de Troncalidad de 2014, que describe las Áreas de Capacitación Específicas, o el Real Decreto de 2015, que regula los
Diplomas de Acreditación Avanzada, si bien se trata de medidas parciales dado que la regulación propuesta no cubriría el cien por cien de los profesionales dedicados a la dirección y gestión sanitarias. De hecho, el Decreto de Troncalidad solo es de aplicación a los profesionales médicos, con especialidad previa, en lo concerniente a poder acceder a una
Área de Capacitación Específica.
También frente a la situación que describe el Informe Profesionalización de los Directivos de la Salud, en 2015, con el cambio en los gobiernos autonómicos, están surgiendo diferentes iniciativas políticas en torno a la profesionalización de la gestión sanitaria, entendiendo que implementar una forma de gestionar los procesos asistenciales para aportar resultados en salud, ser eficiente, fomentar la calidad, profesionalizada y transparente, independientemente del partido político que gobierne, debe ser una prioridad para todas las comunidades autónomas. Un ejemplo de ello es
la moción aprobada por todos los grupos parlamentarios en la Asamblea de Madrid, para cambiar el actual sistema de nombramientos para la gestión de los centros asistenciales del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) y que incide en algunos puntos básicos, como la profesionalización de la función directiva-gestora, el refuerzo de las estructuras de asesoramiento y participación profesional y la dotación de instrumentos para el buen gobierno y la buena gestión, entre otros.
En el ámbito nacional, es de destacar que, por primera vez, los programas sanitarios de los partidos políticos presentados en el marco de las pasadas elecciones generales del 20 de diciembre incluían en algunos casos
mención a la profesionalización de la gestión sanitaria. No obstante, independientemente del partido o partidos políticos que lleguen a gobernar, estas iniciativas no deben quedarse en buenos deseos, sino que se deben traducir en medidas realizables.
Es fundamental, en esta misma línea, que las autoridades sanitarias con competencias en la formación apoyen los proyectos de profesionalización de los directivos sanitarios en el establecimiento de una carrera profesional, algo que Sedisa ya propuso durante su comparecencia en
la Subcomisión de Sanidad del Congreso de los Diputados en 2013. De hecho, en el seno del desarrollo de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias de 2003 y en el Foro Profesional del Sistema Nacional de Salud debe considerarse la gestión sanitaria como un área de capacitación profesional. Esto contribuirá a mejorar la estructura, organización y funcionamiento de nuestras instituciones y, por tanto, de los resultados económicos-asistenciales de la prestación de asistencia sanitaria.
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