Opinión

In Memoriam Francisco Álvarez Díaz


Javier Cabo Salvador, Cirujano Cardiovascular Hospital Vithas Pardo de Aravaca; Catedrático de Ingeniería Biomédica y director del Departamento de Ciencias de la Salud de la UDIMA; Ex Jefe Clínico del Hospital Universitario La Paz
Firmas

10 septiembre 2021. 09.40H
Se lee en 5 minutos
El pasado 18 de agosto ha fallecido en Madrid el Dr. Francisco Álvarez Díaz, cirujano cardiovascular pionero de la cirugía cardíaca con circulación extracorpórea de las cardiopatías congénitas en la infancia y recién nacidos en España, diseñador de la primera válvula mitral artificial de bajo perfil y participante en el primer trasplante cardiaco de España.

La muerte es algo que representa el fin de la existencia de todo ser vivo, radicando su verdad intrínseca en que es una certidumbre inevitable, a pesar de la libertad inherente al ser humano, algo que ya Jean-Paul Sartre consideró como lo más tenebroso del destino humano, al ser el hombre solo parcialmente libre en su devenir terrenal, estando encadenado y siendo esclavo pasivo de su genética y de la enfermedad, enfermedad que acabó con la vida de nuestro querido amigo Paco Álvarez.

Paco Alvarez nació en Boal un pueblecito de Asturias y a los 17 años se desplazó a Madrid para finalizar sus estudios de bachillerato en el Instituto de San Isidro. Estudió Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y en su quinto año de carrera entró a formar parte de la primera promoción de la Escuela de Medicina creada por el profesor Jiménez Díaz en la Clínica de la Concepción, actual Fundación Jiménez Díaz, terminando la carrera en 1960 y entrando a formar parte del equipo cardiovascular dirigido por el doctor Gregorio Rábago en la Fundación en el 1961. En el año 1964 obtuvo una beca para realizar una estancia de un año en el hospital Hammersmith de Londres con los doctores Bentall y Melrose. Allí realiza mejoras de la válvula de Melrose y posteriormente diseña y desarrolla una nueva válvula mitral lenticulada, excéntrica y de bajo perfil de polipropileno, que sería la precursora de la futura válvula de Bjork-Shiley de similar diseño realizada en carbón pirolítico.

A su vuelta a España en 1961 se traslada al Hospital de La Paz al departamento de Cirugía Cardiovascular que dirigía el Dr. Martinez Bordiú y allí junto con los doctores Brito y Lozano comienza las primeras cirugías en la infancia y en recién nacidos de cardiopatías congénitas en España. En el año 1966 inaugura el Laboratorio Experimental de La Paz donde crea diferentes técnicas innovadoras.

A raíz del primer trasplante cardíaco del mundo realizado por el Dr. Cristian Barnard en Sudafrica el 3 de diciembre de 1967 obtiene una beca y se traslada al Hospital Groote Schuur en Ciudad del Cabo en Sudafrica donde participa junto con el doctor Barnard en los trasplantes cardíacos que realizaban en monos y posteriormente participa junto con el doctor Martinez Bordiú en el primer trasplante cardíaco realizado en España en La Paz en 1968. En resúmen este fue el devenir terrenal del doctor Francisco Álvarez Díaz en el mundo de la cardiocirugía y miles de niños de toda España viven gracias a sus esfuerzos, sacrificio y a la escuela de cirujanos que formó.

Paco Álvarez, un maestro y un amigo


La muerte es un fenómeno enigmático, contradictorio y lleno de incertidumbre. Por eso, la vivencia de la muerte de un ser querido, la percibimos como la pérdida de una parte de uno mismo. Paco Álvarez fue para mí un maestro y un amigo. Por ello, aunque a veces la muerte se espere, cuando llega, se vivencia siempre como dice Heiddeger con angustia y como inoportuna.

Pero la vida no se reduce solamente a la existencia mundana, sino al “ser eterno” del alma, siendo esta la premisa y base fundamental del sustento de la conciencia de la “vida eterna”. De aquí emana de forma implícita la insignificancia ontológica del ser humano dentro del universo.

Todo esto nos tiene que llevar a reflexionar y hacer pensar qué, aunque es muy difícil sustituir el dolor causado por la muerte de un ser querido como Paco Álvarez, por la idea de su “inmortalidad del alma”, siempre nos queda el consuelo, como menciona Spinoza, de “que la muerte, aunque pueda borrar lo que somos, nunca podrá borrar o eliminar el hecho de lo que hemos sido”.

Al ser “corporal” se lo lleva finalmente la “enfermedad”, pero el ser inmortal, “su esencia”, su “alma”, al que todos hemos querido, siempre será inmortal en nuestros recuerdos y pensamientos de por vida.
Quedémonos con la transvaloración nietzscheana de la muerte, radicada en el Eros y el Thanatos, proclamando la rectificación de la vida dedicada al conocimiento y la sabiduría. Descanse en Paz.

Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.