Opinión

¿Podemos creer que ya no es necesario el uso de la mascarilla?


Javier Cabo Salvador, presidente de la Fundación VidaPlus y de QALY Advanced
FIRMAS

22 junio 2021. 15.50H
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Nuestro "accidental" presidente del Gobierno el Sr. Sánchez ha tomado recientemente la decisión de suprimir, a partir del próximo sábado 26 de junio, la obligatoriedad del uso de la mascarilla en los espacios al aire libre en España. Según Sánchez,  literalmente: "nuestras calles, nuestros rostros recuperarán en los próximos días su aspecto normal… y se podrá prescindir de la mascarilla en la calle y espacios abiertos gracias al avance intenso de la vacunación y a que se están cumpliendo escrupulosamente todos los hitos frente a la pandemia".

Esta decisión, que está relacionada con uno de los sucesos más esperados de la anhelada desescalada por parte de la ciudadanía, me parece otra de las muchas decisiones en materia de salud, tomada de una manera totalmente arbitraria. Decisión estrictamente propagandística y de táctica “marketiniana” para intentar paliar los efectos de unos indultos impopulares anunciados. Decisión poco fiable, confusa y que puede tener consecuencias nefastas si no está bien explicada y que no ha sido valorada, discutida ni consensuada, ni con expertos, de los que nunca disfrutó el Sr. Sánchez, ni en un foro adecuado, ni siquiera dentro del Consejo Interterritorial de Salud dependiente del Ministerio de Sanidad, aunque sea este un foro muy denostado por lo politizado de sus participantes.

Este anuncio propagandístico, uno más del falso y nada creíble Sr. Sánchez, me recordó las notas de la introducción de la obra de Stefan Zweig: “Der Krampf mit dem Dämon” (La lucha contra el demonio), que escribió el poeta y novelista suizo Conrad Meyer “Cuanto más difícilmente se libera un hombre, tanto más logra conmover nuestro sentimiento humano”, notas que inducen a una reflexión profunda de hacia donde vamos en manos de gobernantes sin escrúpulos y nada fiables. 

No puedo, ni quiero realizar comparaciones ni similitudes, por un lado, entre los grandes poetas y filósofos como Hölderlin, Kleist  Nietzsche, descritos y narrados en la citada obra, y nuestro “ínclito” personaje del momento e inquilino de la Moncloa, el Sr. Sánchez. Dicha comparación caería en lo grotesco, al carecer este último de la calidad intelectual suficiente para ello.

En lo que sí coincido con Zweig es en que “la comparación es un elemento creador de gran eficacia que realza los valores, dando una serie de reflejos que, alrededor de las figuras, forman como un marco de profundidad en el espacio”. Y lo que sí tengo claro es que los cuatro personajes se asemejan en “su alejamiento de las cosas del mundo; en el coincidir en que todos ellos no encuentran que la vida enseñe nada, ni la creen digna de ser aprendida, y en que todos ellos tienen el presentimiento de una existencia por encima de toda percepción o experiencia.

Este tema del uso de la mascarilla es un tema ya recurrente desde febrero del pasado año. En esas fechas debido a la alarma social creada ante el crecimiento exponencial de contagios y la imposibilidad efectiva de poder adquirir mascarillas por la ineptitud de los responsables del gobierno de España, desde la inoperante Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, se hizo un llamamiento a la calma, asegurando, falsamente y sin ningún tipo de fundamentos, que el uso de la mascarilla no era necesario. Más tarde, en mayo del mismo año, este gobierno irresponsable no tuvo mas remedio que rendirse a la evidencia y cambiar el criterio anunciando la obligatoriedad del uso de la mascarilla en todos los lugares públicos, y en espacios cerrados. Posteriormente, en el verano con el nuevo brote de coronavirus surgió el caos en nuestros “reinos de taifas” y cada comunidad autónoma creó su propio escenario, y ya en marzo de este año, el uso de la mascarilla se convirtió en obligatoria para todos los mayores de seis años a lo largo de todo el territorio nacional, independientemente de la distancia de seguridad de 1,5 metros acordada, incluso en las playas.

Personalmente creo que el uso de la mascarilla, al igual que sucede con este nuevo coronavirus, ha venido para quedarse, sobre todo en determinadas épocas del año, ya que se ha visto que el impacto de su uso ha sido crucial como causa de la baja incidencia de infecciones gripales y respiratorias en este otoño e invierno pasado. 

Aunque estamos con una incidencia baja de contagios, por debajo de 100 casos/100.000 habitantes, hay que recordar que el pasado año por estas fechas antes del verano estábamos en cifras muy inferiores, justo la mitad (50 casos por 100.000 habitantes) y pasó lo que todos recordamos, que a pesar del también anuncio propagandístico y sentado como no en bases y datos falsos, este mismo Sr. Sanchez al comienzo del verano pasado, de una manera otra vez irresponsable dijo que “la pandemia estaba vencida y pese a los rebrotes que ya estaban comenzando animó y pidió a los españoles “no tener miedo a los rebrotes y salir a la calle para restaurar la economía”. Este hecho como todos tristemente hemos comprobado tuvo sus  consecuencias nefastas y llegó una nueva ola después del verano, con una nueva saturación y congestión de hospitales, aunque en este caso no se llegó al colapso y lamentablemente se originaron decenas de miles de nuevos muertos acumulados. 


Incidencia acumulada a 14 días


Actualmente todavía estamos con una incidencia a 14 días cercanos a los 100 casos por 100.000 habitantes de media en España, con la excepción de Andalucía, Navarra, País Vasco y la Rioja, que mantienen cifras por encima de 100; y en cuanto a personas  vacunadas, la pauta completa todavía la tienen solamente el 28,7 por ciento de la población, lo que supone tan solo 13,6 millones de personas.

Todavía estamos muy lejos de alcanzar la tan anhelada “inmunidad de grupo o rebaño”. La pandemia no está ni mucho menos superada. Estamos en plena fase de introducción de la variante india que, aunque en nuestro territorio nacional, tiene una prevalencia inferior al 1%, es una variante con más poder de contagio y mas letal que las anteriores cepas inglesa, brasileña y sudafricana. Variante india en qué la efectividad de las vacunas es diferente a la obtenida en las cepas anteriores detectadas. Un reciente estudio publicado en Public Health England muestra que la vacuna de Pfizer protege un 94 por ciento del riesgo de hospitalización en presencia de esta variante, mientras que con la de AstraZeneca lo hace solamente al 71 por ciento.

Para tomar decisiones en materia de salud de cualquier tipo, de si mascarilla si o no, decisiones con implicaciones sanitarias claras se necesitan bases científicas contrastadas y no solamente decisiones populistas científicamente no valoradas ni consensuadas.

Se necesitan indicadores totalmente objetivos extraídos de estudios epidemiológicos serios bien desarrollados mediante modelos matemáticos y no en base a decisiones puramente de conveniencia política y de propaganda oportunista típica de un líder político de sauna de barrio.

De acuerdo con la OMS, estos estudios epidemiológicos son los únicos que pueden contribuir a definir los problemas e inconvenientes de salud en una comunidad, descubrir factores que aumentan el riesgo de contraer una enfermedad, predecir tendencias, determinar si una enfermedad es controlable y elaborar estrategias de intervención.

Pero la epidemiología, a pesar de lo que algunos parecen creer, no equivale a un simple análisis de datos, con el cálculo de medias y medianas, tendencias y desviaciones estandar, análisis estos no obstante fundamentales. La epidemiología actual bien aplicada, es una ciencia extraordinariamente compleja que exige de un exhaustivo análisis de datos y de estudios epidemiológicos serios realizados mediante modelos matemáticos, con estudio de variables, funciones, y sistemas de ecuaciones diferenciales que recogen los elementos fundamentales de transmisión y contagio del virus y que se corresponden con las correspondientes relaciones del mundo real que modelizan.

La epidemiología ha avanzado mucho en los últimos años, y los modelos actuales incorporan en sus ecuaciones redes complejas de interacción, incorporando la teoría de redes neuronales y de percolación valorando los datos en tiempo real sobre la evolución epidémica, la movilidad de las personas y las funciones de distribución tanto de las variables biológicas del virus, y de los humanos como incluso de los factores ambientales.

Estos modelos denominados mecanicistas, constituyen el instrumento esencial de la epidemiología, ya que permiten explorar escenarios de futuro, proyecciones y análisis de la incertidumbre. Con ellos podemos examinar, en el espacio y el tiempo, la evolución de la epidemia según la movilidad de las personas, ver la tasa de infección por intervalos de edad, la tasa de crecimiento, y los efectos de las distintas medidas profilácticas preventivas, como puede ser el uso de mascarillas, y el efecto de las pruebas diagnósticas y de los efectos de las vacunas ante nuevas cepas y variantes. 

Estudios epidemiológico 


Existen diversos tipos de estudios epidemiológicos que pueden ser de epidemiología aplicada, como la descriptiva, que cuantifica la frecuencia y distribución del fenómeno epidemiológico mediante diferentes medidas; la analítica, que busca establecer relaciones causales entre factores que son determinantes en el desarrollo de la enfermedad; la experimental que busca, mediante el control de ciertas condiciones del grupo a estudiar, conclusiones más elaboradas, que no pueden ser descritas solamente con la mera observación causal; y la ecoepidemiología que busca mediante herramientas ecológicas, estudiar cómo interaccionan los factores humanos con los poblacionales y ver si esto puede influir en la evolución de enfermedades que se producen como consecuencia de dicha interacción. Dependiendo del campo a aplicar el modelo epidemiológico tendrá unas características determinadas, ya que un modelo que explique el comportamiento de una enfermedad no se regirá por los mismos principios y parámetros que uno que explique el comportamiento de todo un ecosistema.

En el estudio epidemiológico de la infección por el coronavirus Sars-Cov-2 y la enfermedad de él derivada, la Covid 19, lo más indicado y efectivo sería emplear un modelo epidemiológico mecanicista, basado su comportamiento en reglas previamente establecidas; un modelo dinámico, ya que las variables del modelo se modifican en el tiempo; un modelo discreto, modelo de probabilidad de variable aleatoria discreta y un modelo estocástico en el que alguna variable o parámetro sigue un proceso estocástico, es decir, que los valores que toma a lo largo del tiempo no son determinados con certeza absoluta sino que siguen una distribución de probabilidad, permitiendo eventos aleatorios.

Deberían de ser los resultados de estos modelos complejos los que nos ayudaran a predecir la incidencia y ratio de las infecciones, las necesidades de hospitalizaciones, la ocupación de las UCI y las muertes potenciales. Su papel es crucial a la hora de establecer la mejor estrategia contra el virus y determinar si es más conveniente adoptar una respuesta estratégica drástica de supresión, como la adoptada, al parecer con acierto, por los países asiáticos. Respuesta de supresión encaminada a reducir al mínimo la incidencia de las infecciones, con valores muy bajos, casi nulos, de forma que más tarde su control sea factible mediante el seguimiento individual de los casos; o por el contrario adoptar la estrategia de la mitigación, con el objetivo de reducir la transmisión hasta valores que eviten el colapso a nivel hospitalario y de saturación de las UCI, que es el auténtico cuello de botella en estas ocasiones del sistema sanitario, siendo este último el modelo adoptado por la mayoría de los países occidentales.

A posteriori los modelos parecen indicar que, con las condiciones particulares de esta pandemia, su elevada transmisibilidad y la gran movilidad geográfica de la población, la estrategia de la mitigación da como resultado una situación prolongada de olas epidémicas sucesivas controladas solamente por las restricciones periódicas de la interacción social, hasta que no se consiga con las vacunas existentes una inmunidad de rebaño adecuada. 

Evitar el colapso sanitario


Esta estrategia de mitigación consigue que la incidencia caiga y el sistema sanitario no se colapse, pero es justo en este momento cuando hay que seguir esforzándose para alcanzar valores de incidencia nulos ya que las prisas por reactivar la economía, e intentar recuperar la normalidad en nuestra vida y cantar victoria antes de tiempo tienen efectos, como hemos visto en el verano pasado, totalmente catastróficos e indeseables. Reconocer estos errores puede ayudarnos en las futuras decisiones. 

Hoy por hoy las recomendaciones de la OMS en el uso de la mascarilla siguen siendo las mismas que hace un año, afirmando que por sí sola no basta para proporcionar una protección adecuada contra la Covid-19, pero las mascarillas deben utilizarse como parte de una estrategia integral de medidas para suprimir la transmisión, evitar ingresos hospitalarios y el colapso sanitario y en definitiva salvar vidas humanas

A nivel mundial en el tema de las mascarillas hay países como los Estados Unidos donde nunca ha sido obligatorio su uso al aire libre y en China que sí fue obligatoria en los comienzos de la pandemia hace tiempo que la mascarilla es totalmente opcional entre sus ciudadanos. Dentro de nuestro entorno europeo comunitario hay países como Alemania en los que tampoco fue obligatorio su uso en lugares no cerrados, siendo solamente obligatoria en el transporte público y dentro de lugares cerrados. Otros países como Dinamarca han limitado su obligatoriedad solamente dentro de un transporte público abarrotado; Islandia por su parte ha restringido su uso a eventos culturales o deportivos. Por su parte Bélgica abandonó el uso de mascarilla en exteriores el pasado 9 de junio. Suecia, donde nunca se ha exigido llevar mascarillas, ni en interiores ni exteriores, y que incluso en algunas ciudades llegaron a prohibir su uso en determinados espacios públicos. Francia que retiró recientemente la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre exigiendo conservar su uso en lugares exteriores con aglomeración de personas, manteniendo su uso obligatorio para cualquier lugar público cerrado, así como restaurantes, mercados, escuelas y transporte público. 

Reino Unido, que el pasado 22 de abril, acabó con la obligatoriedad del uso de la mascarilla en la calle salvo en el transporte público o en espacios comerciales. Portugal que tampoco obliga a llevar mascarilla en el exterior, aunque sí que la pide siempre que no se pueda mantener una distancia social de dos metros con personas que no sean convivientes. Polonia y Hungría llevan también semanas libres de la obligación de la mascarilla.

No obstante estas medidas hay países como Israel que recientemente ha vuelto a imponer la obligación de llevar mascarilla en algunas áreas del país después de registrar dos nuevos brotes de Covid-19 en escuelas, cinco días después de que se levantara la obligación de llevarla en todo el país. Los países europeos que mantienen vigente la obligación de llevar mascarilla también al aire libre en el momento de redacción del presente artículo son Italia, Grecia, Rumanía, Lituania y España, En Italia no es obligatorio el uso de mascarilla en el exterior cuando se garantice un total aislamiento de otras personas, cuando se hace deporte, en el caso de menores de 6 años y personas con discapacidad. Por su parte, Grecia, mantiene vigente la obligación de usar mascarilla en exteriores e interiores, a excepción de niños pequeños o por razones médicas.


Uso de mascarillas al aire libre


Por lo general, los gobiernos que han dado el visto bueno a ir sin mascarilla al aire libre especifican que la norma solo puede aplicarse si existe cierta distancia de seguridad, cuya longitud varía según los países: desde los 1,5 m de Liechtenstein, pasando por los dos metros mínimos en grupos de no más de dos personas no convivientes, en la República Checa y Portugal, a los 5 m de Eslovaquia. Como vemos con más de 179 millones de infectados a nivel mundial y más de 3.885.000 muertos, cada país impone sus normas sin tener en cuenta ni la incidencia acumulada, ni el ratio de mortalidad por millón de población, dependiendo solamente de la política de turno que toque en su momento, por lo que no hay nada claro. 
 
Para finalizar siguiendo mi argumento inicial de las comparaciones con los protagonistas del ensayo de Zweig de “La lucha contra el demonio” y nuestro personaje Pedro Sánchez, encuentro cada vez más un paralelismo en el itinerario final de todos ellos, acabando los tres primeros al final de su existencia más solitarios y abandonados que en sus comienzos, posesos del poder del demonio, y el cuarto personaje va siguiendo, a mi criterio, el mismo sendero hacia el abismo, sintiéndose únicamente satisfecho, al igual que Kleist, cuando está aislado en compañía de si mismo, pues solo entonces puede ser sincero; y opinando al igual que Nietzsche, que
vivir de un modo peligroso es obtener el mayor placer que puede dar la existencia.

Mi consejo final en el tema de la mascarilla y en similares medidas de prevención ante el coronavirus, es que en términos de salud, no se debe de hacer caso a los políticos irresponsables e indocumentados y optar por la responsabilidad ante uno mismo y los demás y actuar con sentido común como hasta ahora, no siendo necesaria la mascarilla, a mi juicio, en espacios libres como el campo o la playa por supuesto sin aglomeraciones y siguiendo utilizando la mascarilla como hasta ahora en lugares abiertos con gente alrededor a poca distancia de seguridad y en locales cerrados y poco ventilados.
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