Opinión

Máximo González Jurado: no es posible después de tantos años


El retrato y las pinceladas

13 marzo 2013. 19.00H
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No hay en el sector nadie como él. Alguien tan incombustible, al que le den igual ya los hitos, porque seguramente habrá podido con todos, alguien capaz de agotar los elogios, a golpe de reelección, alguien casi plenipotenciario en su profesión, sin rival ni consejero, solo en la cúspide, camino de la leyenda. Es Máximo González Jurado, noticia por enésima vez, denunciando los ataques y los machaques que está recibiendo la Enfermería, convocada a reflexionar a partir de mañana en Aranjuez. ¿Es posible, después de tantos años? Es posible, pero no, no es esto.

Máximo González Jurado.

Quiero creer que no es esto en lo que pensaba un domingo, 29 de noviembre de 1987, al ser elegido presidente del por entonces conocido como Consejo General de ATS. Que por entonces, a buen seguro le importaba más la unidad y la solidaridad de una profesión deslavazada, que necesitaba cohesionarse a toda costa, que la posteridad alcanzada por su persona, que ni siquiera imaginaba. Y que en el inicio todo promete y brilla, pero el tiempo frustra y oscurece. Y tantos años son muchos.

Conste que nada hay que objetar a cómo han transcurrido estos 25 años, tantísimos, tan ciertos, uno detrás de otro, y Máximo, siempre al frente de la Enfermería. Porque así lo ha venido queriendo la Enfermería. Así lo han querido los colegios provinciales, los presidentes, y si alguno no lo ha querido, no nos acordamos de la maniobra, de hecho no le conocemos, no sabemos quién es, pudo ser alternativa, quién lo sabe, y se quedó en nada, pudo ser traidor, y es posible que ahora sea otro adulador más.

Imagino al presidente enfermero, doctor como los médicos, doctor más que muchos licenciados, médicos entre ellos, le imagino, digo, diciéndose a sí mismo que esto se supo cómo empezó, pero que nadie sabe cómo terminará, “ni yo mismo lo sé”. Porque si lo supiera, hace tiempo que habría puesto el fin a esos tantísimos años, al menos, un escenario de final, sin cuenta atrás, pero con calendario.

Agotó los elogios y agotó las descripciones, los estados de ánimo. González Jurado ya no está cuestionado, ni endiosado, ni ensimismado. No tiene sucesor ni antecesor. No acumula dudas ni incumple su programa. No teme por sus colaboradores ni siquiera por sus votantes. No se arrepiente, ni se reafirma. No pronostica ni se compromete. Atraviesa sin esfuerzo las pulsiones políticas y las vacía de contenido. Nunca vi a alguien tan por encima del bien y del mal. Y es posible que haya pensado más de una vez en marcharse, en dejarlo. Y más de una vez se habrá preguntado: ¿y cómo hacerlo? ¿Cómo lograrlo?

Lejos de las leyes de la política y de la profesión, González Jurado y la Enfermería han logrado una simbiosis perfecta: ya no es posible entender a uno sin la otra. Y lo que es terrible: a la otra sin el uno. Seguirán juntos, pese a la situación crítica que dicen que afrontan, por la dejadez y las medidas de las administraciones. Y él volverá a blandir argumentos para representar a 200.000 profesionales. Y ella se sentirá inmejorablemente representada, otra vez más. Pero no.

Después de tantos años, hasta los Panero aparecen arrumbados. La enfermería no será una excepción. Aunque lo sea. Porque no es posible estar una eternidad alejado de los ciclos, las dinámicas y los cambios que sí se dan en todos los que te rodean. 

 

J. Murillo.

Javier Murillo

SegurCaixa Adeslas ha presentado buenos resultados, como la mayoría de entidades aseguradoras, que están aguantando excepcionalmente bien la crisis. Lejos de la contundencia de los números, los periodistas han tratado de arrojar a Javier Murillo, director general, a los leones del debate del momento: colaboración público-privada. Y él, como ha hecho en muchas otras presentaciones de resultados, ha dicho lo de siempre: Muface, dificultades, procuraremos solucionar los problemas… Un tratado de pura diplomacia.

Echániz.

José Ignacio Echániz

El consejero castellano-manchego ha dicho con solemnidad que es partidario de que la sanidad sea gestionada por técnicos y no por políticos. Y ha añadido: políticos que no están preparados. Puede sonar a piedra en su propio tejado. Pero no. Es más que probable que Echániz se considere a sí mismo político preparado. Y que, por tanto, pueda gestionar su sanidad. Como así está haciendo. Cabría preguntarse dónde están los políticos no preparados. O mejor aún: dónde están los políticos que admitan no estar preparados.

 

 

 

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