La inevitable condición humana, guerrera y apocalíptica, alcanza también a los médicos, como se encargó de recordar el presidente Rodríguez Sendín para justificar la polémica que ha rodeado las elecciones del Colegio de Sevilla. Las pugnas han existido y seguirán existiendo, dijo, porque los médicos son ambiciosos y persiguiendo un buen fin, difieren en las maneras. Vamos, como el resto de los mortales.
Siguiendo en tono coloquial, el ya ex presidente González-Vilardell justificó el tumulto entre los candidatos Alcañiz, Rodríguez-Sacristán y Gutiérrez en que Sevilla es un Colegio demasiado goloso, lo que justificaría la competencia electoral y la notable participación entre el profesional de a pie, sobre todo si lo comparamos con lo que sucede en otras corporaciones, en las que las elecciones solo son una administrativa manera de recordar que el eterno presidente de turno acumula cuatro años más en su haber.
Puede que los que denunciaron al ex presidente piensen que lo de goloso lo dijo con conocimiento de causa, y hasta con recochineo, puesto que presuponen que se llevó un buen montante en dietas irregulares. Pero ya escucharon, muy a su pesar, el criterio del juez Martínez Pérez, contrario a sus acusaciones y que decidió archivar la denuncia. Con el honor repuesto y seguramente cansado de tanta trifulca, González-Vilardell decidió echarse a un lado y quién sabe si no era este en realidad el propósito de los denunciantes.
A lo que el ex presidente se refería es que el de Sevilla es un colegio goloso por importante. Un Colegio que tuvo como presidente al inefable Isacio Siguero nunca pasa desapercibido en el día a día de la profesión. Como Madrid, Barcelona o Valencia. El nuevo presidente, Juan Bautista Alcañiz, va a tener ocasión de comprobarlo. Es muy posible que lo sepa ya, pues ha sido vicepresidente con González-Vilardell y desde que abandonó la junta directiva no ha hecho sino distanciarse de la figura del ex presidente.
Alcañiz es un médico libre, no de ejercicio sino de pensamiento. Es un anestesiólogo con aire de capitán Ahab, interpretado por Gregory Peck, e incluso de Abraham Lincoln, tan característica es esa barba sin bigote. Ligado profesionalmente al Hospital Virgen Macarena, su propósito es renovar el Colegio y ser el presidente de todos los médicos. Así empiezan muchos su andadura presidencial, y no sólo en los colegios. Luego, el resultado es otro cantar.
Obviamente tiene ideas libres, faltaría más. Quiere construir un parking subterráneo y una guardería y hasta una caseta exclusiva para la feria de Abril, nuevos servicios para colegiados que se quejan de falta de servicios. Pero los servicios no tienen nada que ver con la función esencial de los colegios, que sigue siendo el control y ordenación de la profesión. Un fin demasiado prosaico, ciertamente aburrido, pero muy importante. Pero está claro que a algunos no les sirve para completar su programa electoral.
El nuevo presidente también ha jugado fuerte la baza de la crisis, para atraer el voto del médico que está más pendiente del bolsillo, que hoy en día es una gran mayoría. La rebaja en la cuota colegial es un argumento prácticamente infalible. Si a ello le añades, una reducción aún mayor en el caso de los MIR y la exención completa de obligación de pago para los médicos en paro, entonces el apoyo mayoritario está asegurado.
En la toma de posesión administrativa, Alcañiz se ha referido a tareas más puramente colegiales, como la necesidad de que el Colegio participe en la validación y homologación de los títulos de médicos extranjeros, que es tanto como recuperar la misión nuclear de las corporaciones: la ordenación de la profesión.
La libertad con la que se ha presentado y ganado Alcañiz pasa también por conseguir la necesaria independencia económica que no es sino la posibilidad de desarrollar la profesión. Para contribuir a que la mayor parte de los médicos sevillanos en paro lo logren, el Colegio también quiere poner en marcha una sección colegial dedicada a la orientación laboral.
Si logra poner en marcha todos los propósitos anunciados, Alcañiz hará de Sevilla un Colegio aún más goloso, sobre todo para el médico de a pie, que es el que tiene ganas de que, de una vez, su corporación le sirva para endulzarle algo la vida profesional.