Opinión

Benjamín Abarca: la unión es posible


Por Ismael Sánchez, director editorial de Sanitaria 2000
El retrato y las pinceladas

04 junio 2014. 20.27H
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Sevilla ha sido el epicentro de la combustión de la atención primaria, que parece más a punto de unirse que nunca antes. Y el que ha capitalizado tamaño éxito ha sido Benjamín Abarca, porque él ha sido el hábil anfitrión que, cediendo el protagonismo a sus invitados, brindándoles a ellos los titulares, ha logrado que el congreso nacional de la Sociedad Española de Medicina General (SEMG) haya concluido con una palabra por encima de cualquier otra, que es anhelo y casi, casi realidad: unión.

Ya hemos dicho aquí que la Medicina Familiar y Comunitaria es una familia bien avenida pero no suficientemente unida. Que tres sociedades científicas, por muy importante que sea el nivel al que representan, por muy grande la puerta de entrada al sistema que simbolizan, no son operativas ni son creíbles. Alguien debe ceder protagonismo, no queda otra. ¿Pero quién es el guapo que lo hace?

Semfyc parece por encima del bien y del mal, con ese gusto tan civilizado por presidentes comunes, más que por presidentes estrella. Es la sociedad más convencida de la unidad, al menos públicamente, pero desde una posición de cierta superioridad, es decir, que nadie les discuta su representatividad ni su alcance ni su autoridad. Semergen, en la nueva etapa presidida por José Luis Llisterri, ha sabido recuperarse de unos inicios un tanto dubitativos y muy controvertidos internamente y ahora apunta a las buenas maneras y a los mejores logros porque su prestigio y capacidad de interlocución parecen intactos para abordar cualquier objetivo, no importa lo complejo que sea.

En esta situación todo hacía indicar que el patito feo era la SEMG, y que su misión era aplaudir las hazañas de otros. Pero Abarca ha conseguido articular un discurso propio, se ha hecho hueco en la foto, con decoro y sin empujones, y aparece ahora, a la luz de lo ocurrido en Sevilla este fin de semana como el gran muñidor de que la atención primaria esté en condiciones de unirse para ser aún más fuerte de lo que lo es por separado, en un momento especialmente delicado para el futuro del nivel asistencial.

Entre sus mensajes, no han faltado las continuadas llamadas a la generosidad, anteponiendo los intereses de los profesionales a los de las sociedades científicas, total nada. Y también la certeza de que en los puntos esenciales de acción, el acuerdo es completo, y que por tanto el trabajo debe ser conjunto. Y, para llegar más lejos que ninguno de sus colegas, Abarca ha dejado en manos del presidente Rodríguez Sendín, histórico antecesor en la SEMG más combativa que conoció el sector, el mensaje definitivo: unión. Y un federal de adjetivo, como una casa de grande, para dar más señas y no ofender ni minusvalorar a nadie.

Es verdad, hablaba Sendín a toda la primaria como un médico de primaria, como el presidente de todos los médicos y como presidente de SEMG, que en cierto modo, siempre seguirá siéndolo. Si la unión federal llega a voces desde fuera, aunque parezca desde dentro, y lo sea de hecho, parece más difícil resistirse a la evidencia. Pues bien: todo esto lo ha ideado y materializado Benjamín Abarca, en un congreso que el tiempo dirá si pasará a la historia como el definitivo empujón para que la primaria sea una y grande, con perdón.
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