“Hacer y hacer parecer: las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen. Valer y saberlo mostrar es valer dos veces. Lo que no se ve es como si no fuese”.
Baltasar Gracián, "Oráculo manual y arte de prudencia"
Luis Arroyo fue director de Gabinete de la Secretaría de Estado de Comunicación en la primera legislatura de Zapatero como presidente del Gobierno. En su libro “El poder político en escena” explica cómo, al afrontar la crisis de la gripe aviar, se trató de beber de la experiencia acumulada en la situación equivalente más próxima: la de las vacas locas. La entonces ministra de Sanidad
dejó perlas que aún se recuerdan, como aquel “las amas de casa no tienen que hacer un caldo con huesos de vaca”.
Con esto puso el foco en la idea de que se trataba de algo que afectaba directamente a los humanos y que
el control último recaía en el ciudadano. Para huir de esto, con la gripe aviar se enfatizó que se trataba de un problema animal cuya gestión estaría en manos de especialistas y que el enfoque sería, básicamente, veterinario.
En definitiva, se armó un relato que hacía hincapié no en la dimensión sanitaria humana del problema, sino en la veterinaria. Sin ocultar que el fin era evitar la propagación de la enfermedad hacia el hombre,
los mensajes se centraron en la gestión técnica del asunto, lo que transmitía seguridad y sensación de control. Es decir, una realidad que estaba ahí era necesario hacerla patente y, como dice el propio Arroyo,
elegir la metáfora precisa para generar en la opinión pública la imagen idónea que evitara la alarma. La búsqueda de ese recurso puede ser un proceso calculado, como el relatado por el experto, pero en ocasiones la suma de las circunstancias precisas puede alumbrar una solución de éxito.
En fechas recientes han coincidido en el tiempo diversos movimientos que apuntan a que
en el entorno de la e-salud se está empezando a dibujar una metáfora adecuada para presentar un fenómeno pujante y de enorme potencial, pero aún no lo suficientemente consolidado desde el punto de vista de su imagen.
Las iniciativas en este campo son muy numerosas, pero últimamente ha llamado la atención la puesta de largo de
dos asociaciones que tienen la salud digital como leit motiv y la presentación de un
ambicioso trabajo multidisciplinar al respecto. La
Asociación Salud Digital, cuya cabeza visible es
Jaime del Barrio, y la
Asociación de Investigadores en e-Salud, presidida por Sergio Vañó, se presentan como entidades aglutinadoras de profesionales implicados con este mundo y anuncian futuras iniciativas. Cada una tiene su propia filosofía, objetivos y características, pero coinciden en el hecho de estar formadas por profesionales de campos variados dentro del sector sanitario.
Paralelamente, el movimiento
#sherpas20 ha presentado un informe que analiza las causas del aislamiento de muchos profesionales y propone vías de acción para superar la llamada brecha digital.
En la inmensa tierra de nadie que se extiende entre unos pacientes ávidos de novedades que les faciliten (o simplemente hagan más entretenido, que de todo hay) el cuidado de su salud y unas administraciones que aún no han encontrado una forma cabal y sobre todo coordinada de lanzarse a ello, están los profesionales. Por un lado, los reticentes y, por otro, los convencidos de
las bonanzas de estas herramientas y todo lo que implican, que parecen haberse percatado de que
llevan demasiado tiempo predicando para conversos y han de dar un paso adelante.
En suma,
se ha percibido la necesidad de dibujar esa metáfora imprescindible para dar visibilidad al fenómeno. Algunas de las claves del discurso que se está construyendo están claras:
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- se trata de un movimiento interdisciplinar en el que han de implicarse profesionales de todos los ámbitos sanitarios. Lejos quedan, cuando se abordan estas cuestiones, los atávicos (o no tanto) recelos entre médicos y enfermeras, por ejemplo, o la desconfianza hacia los gestores, por poner sólo dos ejemplos.
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- se apuesta por fórmulas inclusivas, aglutinadoras.
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- ante la enorme demanda ciudadana al respecto, que no parece quedar satisfecha con la gigantesca y dispersa oferta comercial de apps, gadgets, webs sobre salud, etc., los profesionales dan un golpe de mano para presentarse como actores relevantes.
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- la Administración no se ha mostrado capaz de articular las demandas al respecto de los pacientes ni de los profesionales, de ahí que estos se organicen para tomar las riendas y plantear sus soluciones y alternativas.
En la construcción de la metáfora, sin embargo, quedan algunas lagunas por cubrir:
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- el grado de implicación de muchos de los que participan les hace sumarse a más de una propuesta de forma simultánea. Se corre el riesgo de transmitir sensación de endogamia, aunque la intención que prime sea la de hacer ver que ninguna iniciativa excluye a las demás
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- la suma de acciones crea un clima general favorable, pero puede haber dificultades a la hora de diferenciar unas de otras
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- urge la concreción: pasar de palabras a acciones específicas que remachen la idea de que estas iniciativas profesionales tienen buen fin.
En resumen, como decía hace poco en su cuenta de Twitter
Julio Mayol, precisamente uno de los implicados en la citada Asociación Salud Digital, “cambiemos cómo contamos la historia y cambiemos el juego para cambiar la sanidad”. Ánimo y suerte en el intento.
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