Opinión

Recentralización sanitaria


Gaspar Llamazares, promotor de Actúa
La salud en todas las políticas

23 julio 2018. 11.20H
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Los tiempos de crisis son tiempos de cambio, pero también tiempos barrocos de mitos y falsos profetas. Uno de ellos es el mito de la recentralización sanitaria como bálsamo para todos los problemas.

Se ha convertido en un lugar común que la sanidad pública española es de exclusiva competencia autonómica y de que, por tanto, la Administración Central no tiene en la práctica capacidad de decidir sobre lo fundamental.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El Gobierno central tiene competencias respecto a los servicios sanitarios y frente a los determinantes sociales y los riesgos para la salud, otra cosa es que las ejerza.

"Ni todos los problemas sanitarios tienen su explicación en el actual reparto de competencias, ni la recentralización los arreglaría"

De hecho, son ya muchos los que, ante cualquier problema sanitario, recurren a las competencias autonómicas de turno y a los manidos problemas de coordinación como responsables. Incluso entre los nuevos partidos hay quienes agitan la bandera de la recuperación de la centralización de la sanidad como solución. Nostalgia de lo que nunca existió.

Pero al igual que el bálsamo de fierabrás de don Quijote, ni todos los problemas, ni siquiera la mayoría, tienen su explicación en el actual reparto de competencias, ni la recentralización los arreglaría. Muy al contrario, complicaría aún más su posible solución. Estos problemas que supuestamente tendrían su causa en la distribución de competencias serían sobre todo los relativos al acceso a los recursos y servicios sanitarios. En definitiva, a la equidad del conjunto del sistema, así como las limitaciones para la coordinación en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud.

Diferencias de financiación sanitaria


Reiteradamente se denuncian las dificultades para la atención sanitaria fuera de la comunidad de origen, se resaltan las diferencias en el acceso a fármacos y tecnologías de última generación entre autonomías o se esgrimen las diferencias de financiación e incluso datos epidemiológicos, al parecer como consecuencia de estas diferencias y de la debilidad de la Administración central.

Es cierto que estas preocupaciones parecen contradictorias con la exigencia, por parte de estos mismos partidos, de rebajas de impuestos, pero sobre todo con la solicitud de más recursos y servicios en la comunidad autónoma propia, e incluso en el dispositivo más cercano en emulación de otros ajenos, sean éstos reales o ficticios.

Sin embargo, ateniéndonos a los datos existentes, si bien es cierta la diferencia en la financiación entre comunidades autónomas, también lo es -y no menor- entre el nivel primario y hospitalario, o entre los dispositivos dentro de una misma comunidad, con tanta o mayor relevancia para la salud de los ciudadanos.

Mayor diferencia sanitaria entre clases que entre CCAA


Porque los problemas de accesibilidad y equidad no son muy diferentes de los que se dan en sistemas sanitarios públicos centralizados y, sin embargo, sí lo son entre sistemas universales y de seguro, y en mucho mayor medida entre sistemas sanitarios públicos y privados. Va a ser verdad que el bálsamo de fierabrás, como asegurase Quijano, solo cura a los caballeros.

"La aportación mayoritaria a las diferencias en salud provienen de los determinantes sociales, de género o ambientales y de los factores de riesgo"

Las diferencias de accesibilidad y de equidad son mucho mayores entre clases, sectores sociales y géneros que entre los servicios de salud de las comunidades. La aportación mayoritaria a las diferencias en salud provienen de los determinantes sociales, de género o ambientales y de los factores de riesgo. Eso no quiere decir que no sea necesario adoptar medidas financieras, organizativas y de gestión para paliarlos, y no tópicos para eludirlos.

Pero incluso hablando sólo de los servicios sanitarios, tampoco obedece a la realidad que la administración central sea competencialmente poco menos que irrelevante. Al contrario, mantiene competencias tan importantes como la universalidad o no del sistema, la decisión sobre el estatuto del personal sanitario, la autorización e incorporación al sistema de fármacos y tecnologías, la planificación y las estrategias sanitarias, la regulación legal, el estudio y la evaluación del impacto en salud de todas las políticas. Tiene pues en sus manos los pilares básicos de la política sanitaria, al margen del pilar de la gestión, hoy en manos de las comunidades autónomas.

Sistema sanitario federal


Además de la competencias estrictas, existe un papel simbólico indiscutible del Ministerio de Sanidad de primus ínter pares, aunque es verdad que hasta ahora ha brillado por su ausencia.

Nos faltaría entonces muy poco para un efectivo sistema sanitario federal: la necesaria reforma del Consejo Interterritorial, del nuevo sistema de financiación, de la ampliación sustancial del presupuesto central destinado al desarrollo del plan, las estrategias de salud y las políticas de equidad y cohesión. Nada más y nada menos, aunque a diferencia del bálsamo mencionado, no lo cure todo y mucho menos solo a los caballeros.
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