La verdad es que he repasado varías veces
la comparecencia de la ministra en la Comisión de Sanidad del Congreso y he de decir que el adjetivo que más se me ha venido a la mente es el de
"inquietante". Inquietante porque, si bien demostró en su primera parte una voluntad inequívoca de dialogo, en la segunda dejo entrever algunas lagunas preocupantes.
La primera de ellas fue
el desconocimiento de algunos temas, como el objeto y limitaciones del portal de transparencia acordado con nosotros. El objeto de este portal es disponer de una herramienta de gestión que permita analizar resultados en salud, indicadores de gasto, calidad científico técnica y calidad percibida. Pues bien en su descripción se introdujeron términos ajenos por completo a este objeto. Además de ello,
la inconcreción respecto a las preguntas sobre aspectos determinantes de nuestro pacto, como la necesidad de la apertura inmediata del registro de víctimas de la talidomida, nos dejó seriamente preocupados sobre la verdadera voluntad del Ministerio a este respecto. No habrá posibilidades de mantener un diálogo fluido si no observamos signos inequívocos de cumplir la palabra dada. El diálogo y los acuerdos están muy bien si es para cumplirlos, si no es así se convierten en cháchara y teatrillo. Ya les informo de que no nos encontrarán en ese escenario.
En segundo lugar, resultó
mucho más preocupante el cambio de talante en la segunda parte de la intervención. Un talante mucho más acorde con
ese viejo Partido Popular incapaz de reconocer errores. Ese Partido Popular preso de la soberbia, que ha deshecho la confianza del electorado en la clase política. Ágil e incisiva en la dialéctica, no reconoció ningún error ni cuando afirmó la necesidad de reformar medidas que ellos mismos habían tomado. Tal es el caso de
establecer nuevos tramos de copago en farmacia recogiendo circunstancias tales como la dependencia y las familias monoparentales. Así se recoge en nuestro acuerdo y también a propuesta de Ciudadanos. Es esta actitud, junto con el anuncio de medidas unilaterales lo que nos preocupa intensamente. Nos preocupa no porque se mantenga o no el acuerdo, los españoles sabrán valorarlo, si no porque
podría frustrar una legislatura con unas expectativas de acuerdo y de reforma desconocidas hasta ahora en nuestro país.
En tercer lugar resultó también muy llamativa
la insistencia en su catalanidad y en ejercer esa especie de papel de embajadora que la ministra se ha autoasignado dentro del gobierno. Ciertamente es de agradecer su voluntad integradora y
no negamos la necesidad de establecer puentes con una Generalitat empeñada en volarlos. Sin embargo, nos gustaría recordarle que uno de los problemas esenciales señalados por todos los actores del sistema es la inequidad. Así lo reconoció la propia ministra durante su comparecencia. De ahí nuestra insistencia en
recordarle que ella es ministra de Sanidad de España. De esa España de hombres y mujeres, libres e iguales, que esperan de ella que exija a todas las comunidades, incluida a la suya, responsabilidad. Así lo hizo durante su comparecencia y se lo agradecemos. Una de las principales tareas de la ministra es realizar una política que asegure a sus ciudadanos que recibirán una sanidad de igual calidad independientemente de su lugar de residencia. No dudamos de su voluntad en este aspecto, pero conviene resaltar que cuando uno accede a un ministerio del Gobierno debe de, sin olvidar su procedencia,
ponerse al servicio de todos por igual. Si uno no se olvida de vez en cuando de dónde pace, pueden acabar pasándote cosas como el aeropuerto en el León de Zapatero.
No me gustaría acabar sin
ofrecer nuevamente nuestra más sincera colaboración y repetirle el llamamiento que le hicimos en la comisión: créaselo sra Montserrat, es usted ministra. Ministra de Sanidad del Gobierno de España. Todo un honor, toda una oportunidad, toda una responsabilidad.
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