Un 23 de octubre de hace tres años, el entonces ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, asestaba un golpe letal al ansiado y necesario
Real Decreto de Prescripción Enfermera. Recuerdo aquel día. Cómo la profesión enfermera se vio ultrajada por unos inexplicables cambios de última hora que hacían estéril aquella regulación. Casualidad o no,
exactamente otro 23 de octubre, el de este año, se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado la modificación de ese Real Decreto para poner fin a una larga carrera que ha durado casi quince años. Ha sido duro el camino, porque las élites de la profesión médica no siempre entendieron lo que los médicos de a pie veían con mucha naturalidad. En los centros de salud, en los hospitales, enfermeros, médicos y otros profesionales trabajan JUNTOS, trabajan por vocación por y para el paciente. Afortunadamente, el pacto y el diálogo con nuestra profesión hermana ha sido determinante para lograr el consenso del que nace el RD que nos permitirá hacer nuestro trabajo con
seguridad jurídica, con
eficiencia y con todas las
garantías.
El segundo gran obstáculo ha sido de naturaleza política. Los partidos políticos, en distintos momentos y situaciones, no siempre han sabido entender la necesidad de
dotar a la enfermería de unas competencias que debía asumir por derecho y por sentido común. No sé si su concepción de la profesión enfermera pudiera responder a los estereotipos de otros tiempos. Desconozco si en la intimidad algunos siguen llamándonos ATS o creen que somos los ayudantes de los médicos. Hay gente muy inteligente y con los pies en la tierra en algunas formaciones, así que esperemos que no sea así.
"Debemos poner en valor lo que hacemos cada día"
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Siempre conviene recordar, y no me cansaré de repetirlo mientras esté al frente de la Organización Colegial de Enfermería, que Enfermería es un Grado de cuatro años, con acceso al Master y al Doctorado, con una especialización -EIR- con dos años de residencia. Debemos poner en valor lo que hacemos cada día, lo que investigamos -en nuestro tiempo libre, por cierto-, de lo que publicamos, de las ideas innovadoras que brotan de tantas enfermeras y enfermeros y que se aplican con éxito en los equipos, en la docencia y hasta en los hospitales en su conjunto. La esfera política y la sociedad cada vez son más conscientes de ello y por eso la aprobación de un Real Decreto que regule la prescripción enfermera era la
consecuencia lógica del devenir de la profesión. Supone adaptar la realidad de la Sanidad del siglo XXI a la legislación vigente, nada más. Sólo un fanático o alguien que quiere persistir en su ceguera puede afirmar lo contrario.
Sí, estamos contentos por llegar a la estación de destino. Es posible que haya en un futuro
mejores vías para desarrollar estas medidas, como un cambio en la Ley del Medicamento, siempre habrá matices. No podemos instalarnos en la autocomplacencia, pero es un avance histórico para la profesión. Hay más luchas pendientes, como las especialidades por ejemplo, y muchas más que surgirán porque la Enfermeria está más viva que nunca.
Y si hay una razón para la satisfacción es también porque este éxito se ha conseguido mediante la unidad de la profesión. Hemos remado por este río turbulento con el Sindicato de Enfermería Satse, con las Sociedad Científicas, con la Universidad, con tantos enfermeros de base que sólo quieren hacer su trabajo lo mejor posible, poder ofrecer al paciente los mejores cuidados y no estar maniatados en el manejo de productos que conoce perfectamente porque se han formado para ello. Es un triunfo de TODOS.
Hemos llegado a esta estación, pero no es el final del viaje. Queda mucho por hacer.
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