El año
2024 ha estado marcado por un
creciente protagonismo del virus de la gripe aviar A(H5N1), particularmente en Norteamérica, donde su propagación ha alcanzado niveles preocupantes tanto en animales como en humanos. En EE. UU., los casos en aves y ganado bovino han derivado en infecciones humanas, en general de carácter leve, aunque recientemente se registró un caso grave en un paciente con exposición no definida, y la pasada semana se ha producido el primer fallecimiento en el país por esta causa, lo que ha encendido todas las alarmas. En Canadá, también se comunicó
un caso grave con mutaciones en el virus, evidenciando su potencial
adaptación a los humanos.
Aunque estos eventos ya habían despertado preocupación en la comunidad científica, el hecho de que el New England Journal of Medicine haya dedicado su último editorial del 2024 al H5N1, ha puesto el foco, todavía más, en este asunto. La elección de este tema como cierre del año en una revista de tal calibre
subraya la gravedad del momento, particularmente en un mundo globalizado donde las enfermedades zoonóticas representan un riesgo creciente y donde aún resuenan las lecciones de la pandemia del coronavirus, que mostró cómo
un virus emergente puede tomar al mundo por sorpresa, con consecuencias devastadoras.
H5N1: de los animales a los humanos
El virus A(H5N1), identificado por primera vez en 1997, ha evolucionado de ser una amenaza confinada al reino animal
a convertirse en un riesgo directo para los humanos. Aunque su transmisibilidad entre personas sigue siendo limitada, los eventos registrados durante 2024 muestran
un panorama, al menos, inquietante. En marzo, la infección de ganado bovino en Texas marcó un salto en la evolución del virus, afectando inicialmente a unas pocas granjas. Sin embargo, en diciembre, más de 875 rebaños en 16 estados estaban infectados, lo que ha causado importantes pérdidas económicas y ha generado un debate sobre la efectividad de las medidas de control implementadas.
Paralelamente, los casos humanos confirmados también han ido aumentando. Desde abril,
se han notificado 61 infecciones humanas en Estados Unidos, la mayoría vinculadas al contacto con aves de corral o ganado infectado. Aunque la mayor parte de los casos fueron leves, el caso de una adolescente en Canadá marcó un hito al haberse identificado mutaciones en el virus asociadas con una mayor adaptación al ser humano. La paciente desarrolló insuficiencia respiratoria severa y requirió un tratamiento intensivo. Aunque logró recuperarse, las mutaciones halladas subrayan
el potencial del virus para evolucionar hacia formas más transmisibles y virulentas.
Estas mutaciones han generado preocupación en la comunidad científica, ya que solo unos pocos cambios genéticos podrían permitir que el H5N1 se transmita eficientemente entre humanos. Además, se advierte que una
única mutación adicional en vacas infectadas podría romper las barreras actuales de transmisión. Este hallazgo refuerza la urgencia de monitorizar concienzudamente la evolución del virus.
Respuesta y preparación: ¿estamos listos?
La declaración del
estado de emergencia en California el pasado mes de diciembre ha marcado un punto de inflexión en la respuesta a esta crisis. Este Estado, que alberga una de las industrias agropecuarias más importantes de Estados Unidos, adoptó medidas drásticas para controlar la propagación del virus. Entre las acciones se incluyeron restricciones al movimiento de animales infectados, pruebas masivas en explotaciones y campañas educativas dirigidas a los trabajadores agrícolas sobre el uso adecuado de equipos de protección individual (EPI).
A nivel nacional, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) intensificó su vigilancia epidemiológica y emitió nuevas recomendaciones sobre el tratamiento y la prevención. Entre estas medidas destacan las
terapias antivirales más prolongadas y el desarrollo acelerado de vacunas específicas para H5N1. La tecnología de ARN mensajero, que demostró su eficacia durante la pandemia de COVID-19, se perfila como una herramienta clave para enfrentar esta amenaza.
En Europa, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) también ha emitido evaluaciones. En su informe conjunto con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en abril de 2024, el ECDC advirtió que,
si los virus de la gripe aviar H5N1 adquieren la capacidad de propagarse eficazmente entre los humanos, podría producirse una transmisión a gran escala debido a la
falta de inmunidad contra estos virus en la población humana. Posteriormente, en julio, recomendó aumentar la vigilancia, destacando la importancia del seguimiento epidemiológico y genómico para detectar posibles mutaciones que incrementen la transmisibilidad entre humanos. Finalmente, en diciembre de 2024, el ECDC reforzó su evaluación de riesgo, indicando que la probabilidad de infección humana en Europa seguía siendo baja, a pesar de la persistente circulación de estos virus en aves silvestres y domésticas.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mantenido su papel en la coordinación global. En sus evaluaciones de 2024, la OMS ha insistido en que, aunque el riesgo de transmisión entre humanos es bajo, la vigilancia debe mantenerse en niveles altos. Además, ha recomendado a los países
reforzar la formación de los profesionales sanitarios en el manejo de posibles casos y asegurar la disponibilidad de antivirales y EPI’s. En varias ocasiones, la OMS también ha subrayado la importancia de implementar protocolos rápidos para contener los brotes en animales, una medida fundamental para evitar que el virus evolucione.
No obstante, los retos pendientes siguen siendo enormes.
La implementación efectiva de medidas preventivas en entornos laborales presenta obstáculos logísticos y culturales. En regiones cálidas, como el sur de Estados Unidos, las condiciones de trabajo dificultan el uso constante de EPI’s, aumentando el riesgo de exposición. Además, la necesaria
coordinación entre las diferentes jurisdicciones y sectores sigue siendo una dificultad. Por ejemplo, la industria avícola ha señalado la necesidad de equilibrar las medidas de control con la continuidad de las cadenas de suministro.
La experiencia de California y las recomendaciones del ECDC y la OMS han puesto el foco en la importancia de las
acciones proactivas. Sin embargo, también han revelado lagunas en nuestra capacidad de respuesta. Por ejemplo, muchas granjas carecen de acceso a pruebas diagnósticas rápidas, lo que retrasa la identificación y el aislamiento de focos de infección. Además, la información sobre la propagación del virus a menudo llega tarde a las comunidades rurales, lo que reduce su capacidad para actuar.
Vigilancia e investigación: pilares fundamentales
La
vigilancia epidemiológica y genómica es fundamental para controlar la propagación del H5N1. Sin embargo, como destaca el editorial del NEJM, la falta de metadatos críticos en las secuencias virales dificulta el seguimiento del virus y la identificación temprana de mutaciones peligrosas. Esta carencia subraya la necesidad de una
colaboración más estrecha entre los sectores de la medicina humana, veterinaria y la industria alimentaria.
A pesar de estas limitaciones, hay avances esperanzadores. Publicaciones recientes han demostrado la seguridad e inmunogenicidad de las vacunas existentes contra el H5N1.
Las vacunas universales contra la gripe, que ofrecen protección contra múltiples cepas, podrían ser una solución a largo plazo para prevenir futuras pandemias. Además, se está explorando el uso de antivirales combinados para reducir la resistencia al tratamiento, una preocupación creciente a medida que el virus se adapta.
La colaboración internacional también es clave. La experiencia de países como Canadá y Estados Unidos puede ofrecer valiosas lecciones para otros países que aún no enfrentan brotes significativos. Sin embargo, esta colaboración
requiere una inversión sostenida en infraestructura de salud pública y una mayor efectividad y transparencia en el intercambio de datos.
Perspectivas ante una amenaza global
El H5N1 representa una amenaza real que no podemos subestimar. La experiencia de 2024 ha sido una advertencia contundente (otra más) sobre los riesgos de las enfermedades zoonóticas en un mundo interconectado. Aunque la transmisibilidad entre humanos sigue siendo baja, la historia nos enseña que
los virus tienen una capacidad extraordinaria para adaptarse y superar barreras.
Es fundamental que los gobiernos, las organizaciones internacionales y la comunidad científica actúen de manera coordinada y proactiva.
La inversión en sistemas de salud pública robustos, la formación continuada de los trabajadores en riesgo y la investigación continua son herramientas imprescindibles para mitigar esta amenaza.
En este contexto, el llamamiento que efectúa el NEJM a
una acción conjunta es más relevante que nunca. Este inicio de 2025 debe ser un punto de inflexión, no solo para enfrentar el H5N1, sino también para reforzar nuestra capacidad colectiva de responder a las amenazas emergentes para la salud pública. La pandemia de COVID-19 nos enseñó que la preparación y la acción temprana salvan vidas; no podemos permitirnos repetir los errores del pasado.
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