La
declaración de la Organización Médica Colegial (OMC) sobre la gestión del ébola ha ido
más allá de los trajes, los protocolos e incluso las causas estructurales de esta crisis de salud pública. Aboga por que
el Estado recupere competencias en materia de sanidad ya que detecta que hay comunidades que no se han interesado demasiado en desarrollarlas. Esta idea no parece haber nacido en el último mes, de eso no cabe duda. Ahora hay que preguntarse: ¿qué competencias? El texto aprobado por los médicos
no responde a esta cuestión. No obstante, más allá de la situación actual del sistema público de salud, es un debate que no está de más plantearlo.
Ha pasado el suficiente tiempo desde que la sanidad se descentralizó como para que sea lógico analizar las consecuencias de este importantísimo paso. No solo para la crítica: es innegable que
este modelo ha sido positivo en muchas cuestiones. Pero lo que tampoco se puede rechazar es que su funcionamiento
ha distado de ser óptimo en otras tantas. No se trata del todo o nada, sino de establecer prioridades y admitir que, según el caso, hay temas que podrán ser mejor gestionados desde el ministerio o desde las consejerías.
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