Desde que empezó a oficializarse la crisis,
allá por 2011 (hasta entonces el Gobierno de turno la negó por activa y por pasiva),
la profesión médica comenzó a entender que si no se podía conseguir un empleo digno en España era mejor emigrar, como así ha quedado constatado durante estos años en el aumento de los certificados de idoneidad expedidos por la
Organización Médica Colegial a miles de facultativos
para buscarse la vida fuera de nuestras fronteras. En aquel 2011 fueron 1.380 y hasta 2014 esa cifra se elevó año a año llegando a 3.300 anuales.
Toda una sangría de conocimiento para nuestro Sistema Nacional de Salud y para la sociedad en general. En este 2015 la tendencia al alza se ha frenado y disminuido levemente, situándose en 2.917 a cierre de diciembre.
¿Quiere decir eso que la crisis se ha acabado desde el punto de vista de los médicos? La respuesta seguramente es no, sencillamente porque siguen siendo miles los que han tenido que emigrar en los últimos 365 días, y porque
aún los sindicatos y colegios profesionales andan teniendo que restañar en esta autonomía y en aquella otra también los derechos perdidos durante los últimos ejercicios bajo la excusa de la crisis económica. En cualquier caso, el médico, al compararse con el colega que desempeña su labor en la Europa más avanzada,
siempre se sentirá en crisis por condiciones laborales y por medios a su alcance. A ver si la recuperación económica permite avanzar en esto también, que al fin y al cabo forma parte de la mejora del sistema sanitario.
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